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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 01/10/2025 15:03
La novela negra muestra el costado de la realidad que no queremos ver Qué oportuna la apertura del Festival Semana Negra BA, que arranca este miércoles. Se trata de literatura, claro, de escritores, de novelas policiales. Pero, uf, qué oportuno, con el triple femicidio narco golpeando a la sociedad argentina. El policial negro es, por definición, ese género en el que el detective o quien sea que investigue -puede ser un periodista, un escritor, una madre- pone el cuerpo y se mete en la mugre del crimen. Opuesto al llamado “policial clásico” que es, idealmente, pura deducción: Sherlock Holmes. Jorge Luis Borges y su amigo Adolfo Bioy Casares llevaron al límite el género clásico o, tal vez -con esta gente nunca se sabe- se burlaron un poco de él en Seis problemas para don Isidro Parodi, una serie de cuentos en los que quien resuelve los casos es un peluquero que está preso. Preso: lo único que tiene es su inteligencia. El género negro es lo contrario y quizás algo de eso nos convoque hoy. Porque el policial negro es una ventana por la que se ven la violencia, la corrupción, los conflictos sociales y, muchísimo, la parte menos glamorosa del dinero, la parte turbia del poder. El policial negro muestra, a través del crimen, lo que no nos gusta ver. Algo de eso hace el cubano Leonardo Padura en su serie del detective Mario Conde. Desde el ron malo hasta los cortes del luz, los amigos que emigraron y la indignidad de los que mandan, cada misterio ilumina una zona de su tiempo y el lugar donde ocurre. Leonardo Padura y Claudia Piñeiro: dos autores de novela negra. (Julieta Ferrario) Algo así hizo, también, Claudia Piñeiro cuando en 2005 publicó Las viudas de los jueves y dejó ver la vida en los countries, sus miserias, sus angustias. Y una ilusión económica que hacía plop. Quizás el policial negro sea la verdadera novela social de la época. El crimen, el “afuera” de la ley y de las instituciones retrata mucho de los que pasa, sin maquillaje. En la Argentina se dice que los policiales no los protagonizan policías porque siempre están sospechados de andar en algo no muy legal. ¿Quién escribirá, cómo se escribirá la novela de Morena, Brenda y Lara? ¿Quién será el que lo investigue? Este tema probablemente aparezca en esta Semana Negra. No puede ser más negro lo que estamos viendo. Pero el libro de Morena, Brenda y Lara podría ser una novela de no ficción, como esas que contaron, con literatura y verdad, hechos tremendos. La primera, la primera novela de no ficción de la historia, fue la de Rodolfo Walsh, Operación masacre. Ya se sabe: se publicó en 1957 y contó, reveló, los fusilamientos de José León Suárez, cometidos por la dictadura que se denominó “Revolución Libertadora”. Sin embargo, un modelo de no ficción con crimen escabroso y sin causas políticas lo tenemos unos años después con A sangre fría, donde Truman Capote entrevistó hasta la intimidad a los asesinos de una familia en un pueblo de los Estados Unidos. Dick Hickock y Perry Smith se llamaban los asesinos. Capote habló con ellos, habló con todo el pueblo, siguió cada pista. A sangre fría es apasionante. Y es dolorosamente cierto. Morena, Brenda y Lara: un triple crimen narco Mucho más tarde, en el año 2000, Emmanuel Carrère publicó El adversario. Otra vez, una familia que muere, los Roland. La madre, los niños. El padre, ah, se salvó. Según las primeras noticias no los habían matado sino que se había prendido fuego la casa. Eso cree uno de los amigos. Pero nosotros, los lectores, lo sabemos desde el comienzo porque es un caso real y porque Carrère lo dice en la primera línea: “La mañana del sábado 9 de enero de 1993, mientras Jean-Claude Romand mataba a su mujer y a sus hijos, yo asistía con los míos a una reunión pedagógica en la escuela de Gabriel, nuestro hijo primogénito“. Bueno, el hombre primero va a matar a su mujer, ni se acuerda bien cómo. Después venían los chicos: “Sabía, después de haber matado a Florence, que también iba a matar a Antoine y a Caroline, y que aquel momento, delante de la televisión, era el último que pasábamos juntos. Les hice mimos”. Vienen más muertos, los padres de él, que le han dado todo. ¿Qué pasó? Hay una hipótesis: toda la vida de él es un engaño. No es quien dice ser, no trabaja donde dice trabajar, la montaña de mentiras y deudas ya lo ahoga. De nuevo: aunque sabemos todo, el corazón nos late a medida que avanzan las páginas: eso lo hace la literatura. Jean-Claude Romand se iba a convertir en el asesino de su familia. (capturas Youtube) Ficción o no ficción, cómo se cuente, los asesinatos de Morena, Brenda y Lara ya están mostrando algunos hilos del narcotráfico y quizás lo más interesante, un aire de época que todos respiramos aunque no siempre podemos describir: ese en el que un joven sabe que por la vía del trabajo sólo le quedan salarios más bajos que la vida que quiere tener y entonces se lanza a jugar al financista, pierde mucho con las criptomonedas, se endeuda y cruza la delgada línea de la ley para pagar y no meterse en problemas mayores. Pero, ya saben, ese camino puede terminar muy mal. Eso es mucho más que un caso individual: es lo que nos ofrece ese mundo que nos trata de bobos por decentes y de resignados por trabajar para vivir. Con todo eso se mete, como un taladro, la buena novela negra. Que disfruten el festival. La semana negra Desde el miércoles 1 hasta el domingo 4 de octubre, más de ochenta escritores, tanto argentinos como internacionales, formarán parte de una agenda que incluye charlas, talleres y seminarios.La Casa de la Cultura porteña, el Centro Cultural de España en Buenos Aires y la Librería del Fondo Cultura Económica serán los espacios que acogerán las actividades de la Semana Negra BA, el mayor festival internacional de la región dedicado a la novela negra.
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