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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 01/10/2025 04:43
Darío y Sol tienen 21 y 20 años. Se conocieron en 2023, trabajando en una casa de comidas rápidas de la ciudad de Córdoba. Hace unos días la pareja lanzó un pedido solidario en redes y compartió un alias para recibir aportes “Ahora estamos como en piloto automático: nos acostumbramos a estar las 24 horas en el hospital. Pero si uno se detiene a pensar, es un sufrimiento constante, un desgaste, porque cuando parece que mejora, surge algo nuevo y todo se alarga otra vez. Nuestro hijo no merecía pasar por esto”, le dice Darío Benavídez a Infobae. Darío tiene 21 años y es el papá de Giovanni, el bebé cordobés que sobrevivió al fentanilo contaminado. Su historia es larga y dolorosa. Nació por cesárea el 26 de abril en la Clínica Vélez Sarsfield, en Córdoba, luego de que su madre, Sol Basualdo, transitara un embarazo normal. A las dos horas fue trasladado a Neonatología por problemas respiratorios. “Tenía un ‘quejidito’”, contó su padre a este medio. En esos primeros días parecía algo manejable, pero el cuadro cambió por completo a comienzos de mayo, cuando los médicos le suministraron fentanilo adulterado con dos bacterias letales, las mismas que ya provocaron la muerte de 124 personas en distintas partes del país. El 26 de septiembre último, Giovanni cumplió cinco meses. En ese lapso de tiempo atravesó dos cirugías mayores: una para colocarle un botón gástrico a través del cual se alimenta; y otra, más reciente, para cerrar una fístula traqueoesofágica —una conexión anómala entre la tráquea y el esófago— que le provocaba ahogos. “Ahora está recuperándose. Quedó muy débil”, dice Darío mientras observa a su bebé dormir. Si bien este tipo de anomalías suelen ser congénitas, los doctores le explicaron que no hay forma de saber si en el caso de Giovanni fue así. “Podría haberse generado después de tantas veces que lo intubaron”, agrega. En estos 158 días, la vida de Darío y Sol quedó reducida a pasillos de hospital, partes médicos y noches sin dormir. “Nosotros dos trabajamos en un local de comidas rápidas. Al principio intenté seguir yendo, pero fue imposible: Sol me llamaba todo el tiempo porque parecía que nuestro hijo se moría en cualquier momento. Pedí licencia sin goce de sueldo y, cuando Gio pasó a una sala común, probé volver pero no pude. Siempre surgía algo nuevo”, cuenta Darío. En ese contexto, la pareja lanzó un pedido solidario en redes y compartió un alias —giobenavidez— para recibir aportes. “Cualquier ayuda representa un alivio para seguir acompañando a Giovanni en su recuperación”, dicen. Giovanni permanece en terapia intensiva luego de su reciente paso por el quirófano. “Ahora está recuperándose. Quedó muy débil”, dice Darío La salud de Giovanni La última vez que Infobae habló con los padres de Giovanni, a mediados de agosto, el bebé había pasado a una sala común y mostraba una evolución favorable. Sin embargo, tres semanas después, su cuadro empeoró: “Tuvo un ahogo muy feo y se puso grave de vuelta. Ahí le diagnosticaron la fístula”, recuerda Darío. Lo operaron y, hace diez días, volvió a terapia intensiva. Hoy atraviesa el postquirúrgico de esa operación. “Los doctores están ‘descomplejizándolo’: hace unos días estaba lleno de vías, con sondas y un montón de cables que, de a poco, le van retirando. Seguramente va a ir a casa con oxígeno, pero tienen que ir con cuidado, porque cualquier cosa que intenten antes de tiempo puede ser peligrosa”, agrega. Según Darío, su bebé está “débil” e “incómodo” por la cánula de oxígeno que lo acompaña todo el día y por la sonda que le llega hasta el estómago. “Son muchas cosas juntas: los puntos que se van cerrando, la leche que le provoca cólicos, el oxígeno que le molesta. Por momentos está tranquilo, sobre todo cuando duerme. Después hay que contenerlo porque grita, se mueve. Siempre quiere que lo tengamos en brazos”, describe. En medio de esa fragilidad, padre e hijo también se van encontrando. A pesar del contexto, Giovanni reconoce a sus padres, busca sus brazos y empieza a mostrar pequeños gestos de comunicación. “Ayer, por ejemplo, no me dejó mover en toda la tarde. Él necesita abrazos todo el tiempo. Lo acostás en la cama y no le gusta. Reconoce y quiere estar en contacto conmigo y con su mamá. También se relaja: tiene un conejito de peluche que lo hace dormir. Según una de las doctoras, ahora sabe llorar mejor. Ya no llora por cualquier cosa, sino por algo específico. Cuando lo solucionás, se calma. Antes no paraba”, cuenta su papá. Darío con Giovanni cuando el bebé tenía tres meses de vida Una rutina desgastante “Ya hace cinco meses que estamos así. No damos más”, resume Darío. Desde que nació Giovanni, él y Sol reorganizaron su vida y su rutina alrededor de la internación del bebé. Actualmente, la pareja vive en la casa de la familia de Sol, en el barrio 1° de mayo, a media hora de la clínica Vélez Sarsfield. Ese trayecto lo recorren varias veces por día y, con el tiempo, el ida y vuelta empezó a desgastarlos. “Tenemos que estar las 24 horas con Gio. Antes no era así, pero ahora sí. Lo que hacemos entonces es rotar entre nosotros. Muchos nos decían que llamemos a los tíos o a los primos, pero no es posible. Gio es un bebé de riesgo, no puede estar en contacto con cualquier persona, menos con alguien que no lo conoce. Hasta el momento las únicas que vienen a cuidarlo son mi mamá y la madre de Sol, nadie más. Ellas estuvieron desde el primer día porque las habilitaron para ingresar a la Neonatología”, explica Darío. Las jornadas se dividen entre turnos de los padres y las abuelas. “Estamos viniendo en la mañana con Sol, porque es muy difícil estar solos, hay que contenerlo entre los dos. Después, por las tardes, viene mi mamá o la madre de Sol. Hoy pasé la noche yo, la otra vez pasó la noche Sol y así. La última semana ni dormimos, básicamente.” A la falta de descanso, en las últimas semanas, se sumaron los problemas económicos. Si bien la obra social cubre la internación, los traslados corren por su cuenta. “Estábamos viniendo en auto, pero se rompió y arreglarlo está carísimo. Entonces empezamos a tomar remises. Vamos y venimos todos los días como cinco o seis veces. No nos da el presupuesto, por eso empezamos a pedir dinero”, explica Darío. El pedido de ayuda de los padres de Giovanni “Giovanni es un milagroso sobreviviente” El caso de Giovanni está enmarcado en una tragedia sanitaria que ya dejó 124 muertes confirmadas en distintas provincias y que investiga el Juzgado Federal Nº3 de La Plata, a cargo de Ernesto Kreplak. La semana pasada, el magistrado procesó a Ariel García Furfaro, dueño del laboratorio HBL Pharma, lo embargó por un billón de pesos y lo acusó de envenenamiento y adulteración dolosa de sustancias medicinales, delitos con penas que pueden llegar a 25 años de prisión. En diálogo con Infobae, el abogado de la familia Benavídez, Carlos Nayi, explicó que la situación procesal de los 17 imputados “es extremadamente compleja y grave” y que se trata de un expediente inédito en la historia judicial argentina. “Esta causa tiene piso, pero no tiene techo”, graficó el letrado y adelantó que Kreplak busca escalar sobre las cadenas de responsabilidad institucional. También cuestionó el rol del Estado: recordó que el Ministerio de Salud de Córdoba prometió asistencia a la familia de Giovanni, pero que esa ayuda se redujo a una visita de una trabajadora social que nunca más volvió. “Giovanni es un milagroso sobreviviente. Desde el 26 de abril atravesó complicaciones multiorgánicas severas y estuvo al borde de la muerte. Hace diez días fue sometido a una operación compleja y su condición de sobreviviente está acreditada. Quedó comprobado que las bacterias asesinas estaban en su organismo, es decir, existe un vínculo inexorable entre las bacterias halladas en las ampollas contaminadas y las encontradas en el cuerpo del bebé”, destacó. Por el momento, Giovanni sigue internado, pero su evolución ofrece un margen de esperanza. “Los médicos nos dicen que esta es la etapa final porque hoy no tiene nada que lo esté atrasando. No tiene la bacteria y tampoco la fístula, porque ya está curada. Lo único que quedan son las secuelas neurológicas, que está trabajando con especialistas. Hasta ahora nos han dado un buen pronóstico, dicen que no hay daño neuronal, sino que es falta de estímulo”, se despide. Giovanni con sus juguetes. “Tiene un conejito de peluche que lo hace dormir”, cuenta su papá
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