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» Elterritorio
Fecha: 01/10/2025 03:44
La investigadora destacó el valor identitario que tienen los mitos y la importancia de transmitirlos a las siguientes generaciones. “Apenas se los nombra, llaman la atención de todos. Se despierta el interés y de alguna forma aparecen”. miércoles 01 de octubre de 2025 | 2:00hs. Nora Morales, docente, historiadora investigadora de mitos regionales, en el Museo Guacurarí con las esculturas de Martín Motkoski. Foto: Marcelo Rodríguez No es habitual en esta época toparse con un lobizón una noche de luna brillante en el cruce del viejo cementerio o al menos el encuentro impensado no se viralizó en redes últimamente. Tampoco hay noticias muy actuales del pombero o el jasy jatere, y el karaí octubre mejor que ni se aparezca. Pero por las dudas es bueno recordar que hoy, como cada 1 de octubre, se come jopará y que para evitar el advenimiento de brujas y hombres lobos hay una legislación vigente si bien se intentó darle de baja. “Un famoso antropólogo de nuestra Universidad Nacional de Misiones (Unam) decía que ‘los mitos se llamaron a la huelga’... Y es que hoy en día la frontera está atravesada por tantas otras formas de tráfico inhumano -podríamos decir-, que ya esos mitos se fueron corriendo del centro, del eje de la vida cotidiana”, expresó Nora Morales, docente e historiadora, que desde hace más de 20 años estudia la mitología de la región guaraní, haciendo referencia a estos seres inmateriales del orden de las creencias y la espiritualidad popular, que si no se los rescata y transmite a las nuevas generaciones se pierden en el olvido de un tiempo acelerado. “Puede ser que en este tiempo tan convulsionado los mitos, nuestros mitos, porque son parte de nuestro patrimonio intangible como pueblo, no encuentren suficiente espacio, pero apenas se los nombra, llama la atención de todos. Se despierta el interés y de alguna forma aparecen, eso es maravilloso”, resaltó la investigadora en este diálogo con El Territorio, en el Museo Guacurarí, en el centro posadeño. En ese mismo sitio, la investigadora dio una charla sobre mitos y leyendas de la región guaraní junto con la profesora y artista Cecilia Azcué, quién también aportó sus títeres mágicos, y la exposición de esculturas de personajes mitológicos de Martín Motkoski. La actividad fue ante un auditorio repleto de estudiantes, el pasado 9 de septiembre, en el marco de las celebraciones del Día de la Cultura Misionera. ¿Hay interés por conocer los mitos de nuestra región? En general el tema de los mitos siempre despertó mucho interés. Puede ser que en este tiempo tan convulsionado, de tanta información, los mitos no encuentren suficiente espacio, pero apenas se los nombra, llaman la atención de todos. Se despierta el interés y de alguna forma aparecen, eso es maravilloso. Uno saca el tema a relucir y observa que hay un interés de distintos sectores: docentes, investigadores, personas que toda la vida han leído material referido a la mitología o a temas de pueblos ancestrales, también personas relacionadas con el campo de lo social, cultural, antropológico. Está también el interés en ver de qué manera uno aborda, porque la mitología, y especialmente la mitología popular, da espacio para todo. Hay abundancia de fuentes, hay mucha diversidad de relatos, también hace falta seguir investigando y seguir contando y este seguir contando es desde la palabra y también la imagen, la imaginería. Y en este seguir relatando, pienso que hay que utilizar la creatividad, los recursos o lenguajes de hoy, la tecnología, el arte. ¿Cómo se cuentan estas historias, que quizás antes se contaban en familia, a los estudiantes? Tuvimos la charla sobre mitología hace poquito en el Museo Guacurarí con estudiantes y todos levantaban la mano. La idea desde Cultura es trabajar con las escuelas en lo que refiere al patrimonio cultural inmaterial y siempre se adapta según la edad. Los chicos tienen una curiosidad, un interés por el tema. Y el desafío es cómo abordar para que ese interés siga estando y también el asombro. Los chicos de hoy están muy familiarizados con relatos mitológicos a través de pantallas y libros, la imagen es muy potente, también el acercamiento a mitos de otras culturas como por ejemplo mediante el animé. Es importante tomar este interés y estos conocimientos que ya traen y poder ofrecer material audiovisual, digital. ¿Cuáles son los mitos de la región guaraní? ¿De dónde vienen? Ese es un tema que sigue abierto a debate entre los investigadores, los estudiosos del campo de la antropología, los lingüistas, que hoy en día le están dando mucha atención al estudio de la diversidad lingüística del guaraní. Es decir, no es el guaraní del Paraguay, el guaraní de Corrientes o el de los mbya, sino entender el inmenso mapa de esa cultura. Y también tiene que ver con entender la migración de estos pueblos de más de 5.000 años. En ese proceso el lenguaje se fue también diversificando y algunas entidades, dicen los antropólogos, pudieron haberse transformado en algo más. Hay mitos ancestrales, mitos más criollos, versiones adaptadas para contar a los colonizadores. Todo esto tenemos que tener en cuenta. Por ejemplo, un guaraní intentaba explicarle al colonizador o asustarlo para que se vaya a otro lugar y no venga a ocupar ese espacio y a someterlo. Así, se piensa que el jasy jatere podría ser una derivación de antiguas deidades o inclusive puede estar emparentado con pueblos que eran parientes de los guaraníes pero que ya prácticamente se han extinguido como los aché-guayakí. Se encuentran muchísimas similitudes con un personaje que los guayakíes llamaban jakaira. Y es muy similar al relato del jasy jatere. En el guaraní no se encuentra ese relato, pero sí se encuentran los jasy, que eran seres sagrados o dos gemelos de un relato ancestral bellísimo, uno de ellos era el hermano mayor Sol, en algunos grupos guaraníes. Y en el caso de los mbya, el hermano Sol es una de las entidades más sagradas, no así los gemelos. Entonces, se cree que esa puede ser la filiación en el caso del jasy hasta que llega a nuestros días como este duende medio juguetón. Inclusive todos esos elementos que se le van agregando, como el bastón de oro, queda siempre la duda si no fue un malentendido o una traducción más actual, porque el bastón, que viene de los antiguos bastones de mando de los chamanes y de los líderes espirituales, siempre fue un bastón de vara insigne sagrada. Ahora, eso de que fuera de oro probablemente tiene que ver con los relatos que creaban los pueblos originarios de América viendo la avidez por los metales preciosos que tenían los conquistadores. Y otro punto también es que los bastones sagrados de los antiguos líderes espirituales eran bastones que brillaban. La palabra ‘vera’ tiene que ver con el brillo celestial. Y al traducir para que lo entendiera el conquistador, a lo mejor terminó entendiéndose que era oro. Pero en realidad era algo especial ese poder que tenía ese instrumento y que por eso brillaba. Y como ese había varios personajes muy singulares que no son tan extendidos, algunos son más populares en Misiones, como es el jasy jatere, el pombero, del cual no se ha encontrado ningún rastro ancestral, sino que es criollo, y del que se hicieron extraordinarios trabajos de investigación. ¿Por qué le parece importante preservar estos mitos? ¿La gente cree en estos relatos? Hay un dicho muy popular: “De que los hay, los hay”. Cuando estudiaba Historia y cuando egresé y seguí estudiando, siempre me apasionaron los mitos, y por aquellos años había personas que me decían: “estudiá algo serio”, como si estos mitos, toda esta memoria no fuera algo importante. Pero veía que investigadores paraguayos, correntinos o de otros lados del mundo abordaban el tema con mucha seriedad, algo que no pasaba en Misiones todavía, acá era como que quedaba todo en el plano del cuento, del juego, de bromas para niños, no se pensaba que podía ser un tema para abordarse en el ámbito académico, y yo decía “tiene que haber algo más”. Y hay tantas cosas que desconocemos de la cultura guaraní y eso me impulsó a buscar. Es maravilloso cómo algunos relatos tienen puntos en común, otros son muy originales, y en el caso de las tradiciones del pueblo mbya, una cosa es lo que nos llega a los ‘jurua’, el blanco como ellos nos dicen, y otra es la que se reservan para ellos o la que pueden y quieren contar en confianza. También vemos cómo algunos de estos mitos tienen metamorfosis, como el kurupí, que era una deidad asociada a la protección, el vigor, podía otorgar fuerza y vitalidad, y quizás de ahí adquiere el miembro masculino exagerado. Alguien que me inspiró a ver los mitos fue Olga Zamboni (fallecida en 2016), nuestra gran profesora, escritora, estudiosa de los mitos grecolatinos, y ella fue una de las primeras que escuché decir “el mito es cosa seria” y que trasvasó mitos universales, mitos grecolatinos que son considerados como superiores buscando el punto en común con los mitos originarios, los mitos nuestros. Estos seres son abundantes en la naturaleza, ¿en las ciudades no queda mucho lugar para lobizones? Siempre el mito refiere a un paisaje. Y el mito regional nuestro, misionero o de ascendencia guaraní, tiene que ver con el paisaje de la selva o los patios antiguos, los bosquecitos, y eso está desapareciendo en las ciudades. En cuanto a los mbya guaraní, sabemos que su mundo entero es la selva y es un mundo sagrado y tienen sus seres tutelares, cada árbol, cada piedra tiene alguna entidad tutelar o alguna entidad que castiga o que vigila. Hoy hay investigadores que recomiendan que tienen que hablar ellos y no se debe hablar por ellos, otros recomiendan dar visibilidad. Eliseo Chamorro, joven líder mbya guaraní y que es uno de los subsecretarios de Cultura, suele dar unas clases o cuando pudimos hablar, él explica que tienen en su cultura entidades que vigilan, que resguardan, que cuidan que se cuide lo que para ellos es sagrado, a veces varía el nombre. Por otra parte, los relatos de los mitos criollos son para asustar. Que era otra forma de cuidar, suponemos nosotros, porque justamente eran épocas en que trataban de evitar que las mujeres o los niños fueran a lugares que podían resultar peligrosos. Entonces eran formas de explicar la cultura criolla y a veces también de ocultar, como sabemos hoy en día, cuestiones de violencia, ya que siempre se puede reinterpretar y volver a leer esos relatos. Entre tanta racionalidad hay que creer… Sí, exactamente. Hay lugares en donde la gente cree profundamente, y a mí siempre me gustó, me interesaron esas dimensiones que tiene nuestra imaginación para incorporar los relatos en un mundo que es tan atravesado por lo racional. Entonces, ese eterno juego entre lo racional, lo que se toca, lo que se mensura, lo que se puede probar y lo otro, siempre es un tema que a mí personalmente me apasiona mucho. Además de haber tenido abuelos maravillosos que toda la vida me contaron relatos fantásticos. Entonces, fueron mis primeros inspiradores. ¿Cuáles serían algunas entidades femeninas? Tenemos varias que tienen que ver con la protección, la custodia, la fuerza. La Ka’a yarýi (hada de la selva) o ka’a yarí, que protege los yerbales y se considera que es una entidad más actual, ya que la invocaban los trabajadores de los yerbales, podría venir de la jari, una entidad totémica ancestral femenina que era la madre de los famosos demonios de la selva en un relato que no es de los mbya. También estaban las iaras, que eran unas deidades ancestrales que cuidaban los ríos. Y más cerca en el tiempo, ya con la inmigración aparecen las brujas, que serían hermanas del lobizón. Hace un tiempo volvió a ser noticia la Ley del Padrinazgo Presidencial para los séptimos hijos debido a que se busca derogarla. Es una ley de índole social, pero que se cree que rompe con una maldición, ¿qué pasa si desaparece? Depende de la comunidad. Si la comunidad lo entiende de esa manera, puede ser que carguen el estigma esos niños o niñas, con esa creencia. Como no es precisamente una entidad que, como podemos decir, que tiene una vida fácil, porque siempre se dice, más de los lobizones, cuando se vuelven humanos son personas que viven muy aisladas. Es como todo en el mundo mágico, en el mundo de las mitologías, siempre es dual. La gente te dice: “Las hadas son buenas”, y pero hay hadas malas. Yo me he leído no sé cuántas teorías sobre las hadas europeas y las celtas. Siempre tienen esa dualidad y depende de cómo lo humano interactúe con ellos, cómo las entienda y sobre todo cómo las comunidades los adopten. En los pueblos ancestrales como en el relato popular mitológico, el hecho es que el mito vive si uno lo sigue contando. Es verdad que queda menos selva, menos bosque, pero el mito te sigue contando. Un poco eso es lo que siempre cuentan los que sostienen la idea de que hay otros mundos paralelos. Dejar de relatar, dejar de utilizar la memoria oral es lo que va a hacer desaparecer estos relatos. El olvido, el silencio es lo primero que colabora con la desaparición del mundo mágico. Entonces es muy importante que sigamos relatando. Perfil Nora Morales Docente, historiadora Profesora y licenciada en Historia, egresada de la Unam. Apasionada de la mitología regional, culturas ancestrales y la arqueología. Se desempeña en la Biblioteca de Autores Misioneros en el Museo Yaparí. También colabora en el Museo Histórico y Arqueológico Andrés Guacurarí en el Taller de Cocina del Área de Patrimonio Intangible. Sus investigaciones sobre mitos formaron parte de la Beca Grupal del FNA para Artesanía y Folclore (2011 y 2012) junto a artistas de la provincia. Actualmente, estudia el idioma guaraní y desarrolla el proyecto de charlas y talleres de mitología y su representación con artistas misioneros.
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