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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 30/09/2025 04:45
Valentín Yankelevich es el hijo de la recordada actriz Romina Yan y del empresario Darío Giordano, y forma parte de una familia muy conocida del espectáculo argentino: es nieto de Cris Morena y Gustavo Yankelevich. Nació en la década de 2000 y creció bajo la impronta mediática de su familia, aunque en los últimos años comenzó a construir su propia identidad pública alejada del circuito actoral que hizo famoso a su entorno. En 2024–2025 Valentín se volcó al mundo del automovilismo. Debutó como piloto en categorías como el TC2000 y desde entonces entrena y participa en competencias, actividad que él mismo ha definido como su gran pasión. Este año, comenzó a ganar visibilidad tanto en los medios como en las redes sociales, donde comparte su pasión por la velocidad y la vida al aire libre. Su desempeño en distintas competencias nacionales llamó la atención de la prensa especializada, que lo señala como una de las jóvenes promesas del automovilismo nacional. Valentín Yankelevich: "Para mí es un orgullo pertenecer a la familia que pertenezco". (Candela Teicheira) Leo: — Al momento de esta entrevista, venís de un fin de semana ganador en Termas de Río Hondo Valentín: — Me agarrás bien arriba (risas). Leo: — Tuviste un buen fin de semana, hiciste podio en el Turismo Carretera 2000. Con todo el background que tenés —mamá, abuelos, una familia muy ligada a la televisión— elegiste ser piloto, algo totalmente distinto. ¿Qué pasó? ¿Cuándo se despertó esa pasión? Valentín: — La pasión creo que viene de chico. Normalmente alguien te la inculca, pero en este caso es 100 por ciento mía. Siempre me gustaron los autos. Mi abuelo me había regalado un cuatri cuando era chiquito y no me bajaba. Me tenían que llamar para que vaya a cenar porque estaba todo el día dando vueltas. Creo que ahí nació. A mi abuelo le gusta, pero nunca me lo trajo como tal. Intenté hacer las cosas de la familia, pero no me terminaba gustando. Y, por suerte, siempre nos dieron la libertad de volar y de decidir qué nos gusta hacer y qué nos hace felices. Y ahí fue, de a poco, caí en el automovilismo. Leo: — Recuerdo que tu abuelo tenía un Mini Cooper inglés original en la época que fue como un padre televisivo para mí, así que siempre le gustaron los fierros... Valentín: — Sí, sí, le siguen gustando. Me acuerdo que una vez estábamos juntos y veo un Mini original, el inglés, y le digo: “¡Uh! Mirá qué lindo Mini”. Y me dice: “Yo tuve uno de esos”. Y le digo: “¿Y dónde lo tenés ahora?” “No, lo vendí y me rompía la espalda. ¿Sabés lo que era meterme y salir? No tenía suspensión, nada, me decía, todo duro", me dijo (risas). Pero sí, le gusta. Leo: — ¿Cómo fue para vos dedicarte a algo distinto? ¿Sentís que rompiste con el camino familiar o lo viviste con naturalidad, pese a que tus abuelos y tu mamá son famosos en otro ámbito? Valentín: — Nunca me sentí presionado directamente a hacer lo que hacía la familia. Obviamente lo probé porque es lo que mamás desde chico. Yo recorría los canales, los estudios con mi mamá, he acompañado a mi abuelo al teatro y a mi abuela a sus producciones. He pasado por todos lados y lo viví muy naturalmente ese mundo. Y sí, cuando empecé a correr, a entrenar, nunca me pesó. Obviamente mi familia es muy conocida por lo que hace, pero para mí es un orgullo. Ahora en las redes mandan comentarios a full y a veces me ponen: “¡Ah! Este solo porque es el hijo”. Sí, obvio, soy el hijo. Y orgulloso. Aparte, hago mi carrera, me dedico a otra cosa, no me molesta. Para mí es un orgullo pertenecer a la familia que pertenezco. Leo: — Y tenés que lidiar con ese que te hatea sin saber y también hacerte fuerte porque te pueden afectar los comentarios. Valentín: — Sí, sí. La verdad que me estoy acostumbrando ahora últimamente. Antes tenía un perfil mucho más cerrado, pero ahora con todo esto del automovilismo, las redes suman mucho y la verdad que importa para las marcas y los sponsors. Empecé a abrirlo y a recibir más comentarios. Obviamente, hay algunos que te molestan. Pero a los cinco minutos te olvidás. Hago más introspección y digo: “¿Qué estoy haciendo yo? Yo estoy acá por lo que hice yo, por todo lo que trabajé y lo que me esforcé, por todo lo que entreno todos los días y vengo entrenando durante todos estos años”. Y la verdad que esos comentarios pasan. Aparte, todos somos hijos de alguien, qué sé yo (risas). Leo: — Además en tu defensa, si me decís: “soy pésimo actor “y resulta que estoy en tal novela... Valentín: — Claro. Encima me dedico completamente a otra cosa (risas). Leo: — No importa para nada el apellido cuando estás a 200 kilómetros por hora en el TC. Muchas gracias, pero el apellido Yankelevich en la pista no me importa nada. Valentín: — No, olvidate. Leo: — Yo creo que a veces ser “el hijo de” o “el nieto de” es más contraproducente de lo que se cree. Porque, una vez que entraste, tenés que demostrar tu talento para lo que fuere. No debe ser fácil. Valentín: — Justamente. Tenés muchas ventajas y muchas desventajas. Una de las principales ventajas es eso, tenés el ojo puesto en vos. Es lo que hablábamos recién. Yo me dedico a otro rubro y sigo teniendo el ojo puesto. O sea, el comentario termina siendo: “Es el hijo de que maneja como el cul*” (risas). Pero bueno, qué sé yo. También, gracias a Dios, yo toda mi vida trabajé y pasé tantas adversidades, que hago los problemas más chicos. O sea, capaz hay gente que se lo toma mal un comentario... Depende qué comentario, capaz alguno me lo tomo peor que otro, pero después se me pasa. Leo: — ¿Sos calentón? Valentín: — Sí. Leo: — ¿En qué nivel o con qué cosas sos calentón? Valentín: — Estoy mejor últimamente. Es que soy muy competitivo y toda mi vida competí en todos los deportes que hice. No me gusta perder a nada, no me gusta que las cosas no salgan como quiero, entonces me enojo. Por ejemplo, si vengo de un podio, es verdad, salí segundo, son dos carreras, la primera salí segundo y en la segunda salí quinto. Preguntame si estaba contento... Mi novia me decía: “Vos tenés que estar contento, hiciste podio y hoy quinto, tu mejor fin de semana”. Sí, pero salí segundo, y después llegué quinto, ¿viste? Y te empezás a maquinar... Porque a todos los deportistas les da esa hambre o esas ganas de ganar. Pero está buenísimo también mirar para atrás y reconocerte lo que lograste. Capaz no era lo que vos querías, pero también es parte. En el automovilismo, como en la mayoría de los deportes, son más las frustraciones que las victorias. Entonces aprender a lidiar con eso. Leo: — ¿Vos tenés 21 años? Valentín: — 22. Leo: — Para ganar hasta donde estás ganando. ¿Estás bien, estás joven, ya estás en tu prime o te falta maduración? Valentín: — No, todavía tengo mucho, mucho tiempo de carrera. Leo: — ¿Tenes mucho tiempo para crecer y para llegar a tu madurez como piloto? Valentín: — Sí, sí. La verdad que es hasta impensado. Yo arranqué grande y eso no es un dato menor. Porque yo compito contra Canapino, que es mi compañero de equipo, que no sé ni cuántas carreras debe tener. El otro día ganó en La Plata y en Termas. Creo que tiene 103 victorias en todo el automovilismo y yo tengo cinco carreras. Imaginate, él tiene más de mil carreras y es una experiencia que pesa... Leo: — El podio que lograste el otro día, saliendo segundo y con Canapino tercero, es glorioso en los parámetros que mencionás. Valentín: — Sí, olvídate. Para mí, sí. Aparte, yo siempre hablo mucho con mi abuelo antes de las carreras y él siempre me dice: “Vos tenés que terminar, no te preocupes. Vos terminá, andá a por lo gris, no te preocupes del puesto”. Obviamente yo siempre quiero tratar de ganar. Pero después hay mil factores más que complican las cosas. Este año él quiere que me lo tome como experiencia. Y me lo tomo así, después está mi competitividad. Leo: — Tanto Gustavo como Cris, tus abuelos, son y han sido supercompetitivos en sus carreras. Y tu mamá imagino que también. ¿Sentís que viene de familia eso? Valentín: — Sí, sí, eso viene de familia. Mi mamá era más tranquila, pero sí mis dos abuelos son tiburones (risas). Son terribles. Quieren estar ahí, ser los primeros, vender más entradas. Y yo los entiendo. Si estuviese en su puesto, también querría lo mismo. Pero también entendiendo que hay que trabajar para eso. No es soplar y hacer botellas. Él siempre me dice a mí, y también se lo decía a mi mamá y a mi tío: “Vos podés tener más talento que cualquiera, pero si esa otra persona se esfuerza un 10% más que vos. Aunque tengas el doble de talento, quedate tranquilo que él va a estar en el lugar que vos querés estar. El esfuerzo no se negocia y el respeto no se negocia”. Leo: — ¿Con qué soñás? Valentín: — Yo sueño con poder vivir del automovilismo. Leo: — Así de simple. Valentín: — Sí. La verdad que es un deporte caro, cuesta mucho. Me acuerdo que había un director del equipo que me dijo: “Ponete objetivos claros, porque si te ponés ganar una carrera en tus tres primeras carreras y no lo lográs, te vas a bajonear”. Entonces, ponete objetivos claros que puedas cumplir, que vayas aumentando tu confianza, que te vayas sintiendo mejor. Por eso no te digo soñar con la Fórmula 1, porque sé que es algo que no se puede porque tenés que arrancar a los 6 años arriba de un karting, a los 14 tenés que estar en Europa corriendo en las categorías inferiores, y después tenés que tener mucha suerte y mucha banca. Leo: — Cuando estás ahí piloteando en la curva, a 220 kilometros, ¿tenés miedo? Valentín: — No. Si tuviese miedo creo que no correría. Leo: — ¿Y miedo a morir cuando ves un palo? Que por suerte sucede mucho menos... Valentín: — No, la verdad que creo que no hay accidentes así graves en el automovilismo desde hace muchos años. A mí nunca me tocó experimentar en un fin de semana de carrera ver un choque fuerte, ya sea de mi categoría o de otra. Pero es como tenerle miedo que me pise un colectivo, no vas a salir de tu casa nunca. El riesgo siempre está, cada vez es menor, por suerte. Tenemos demasiadas medidas de seguridad en el auto, en lo de la preparación nuestra también. Así que no, miedo no. "Con el tiempo uno se va acostumbrando a vivir con ese dolor de la pérdida", confesó Valentín relación a su mamá. (Candela Teicheira) Madre Leo: — Tu mamá muere cuando vos tenés 7 años, ¿no? Valentín: — Sí. Leo: — Y estamos cerca de un aniversario... Valentín: — Sí, 15 años. Leo: — Es muy duro que se nos mueran nuestras madre, me ha pasado a mí también, pero a los 19 años... Valentín: — Joven igual… Leo: — Sí y uno nunca está preparado para ese golpe. ¿Vos la sentís presente en tu día a día? ¿En algún momento sentiste señales de la vida de parte de ella? Valentín: — Sí, sí, la verdad fue muy duro. Ella fue una gran madre muy presente y muy amorosa con nosotros. Siempre trataba de estar a pesar de la cantidad de horas que le implicaba trabajar, ir a grabar, etcétera. Ella prefería quedarse con nosotros, ir a buscarnos al colegio, ayudarnos en nuestros planes. En ese sentido, sí fue muy duro. Pero con el tiempo uno se va acostumbrando a vivir con ese dolor y lo hace propio. Tampoco podés levantarte todos los días y pensar: “Falleció mi mamá y me voy a quedar tirado en la cama”. Hay muchas de las cosas por las que hoy soy lo que soy como soy como persona gracias a esa experiencia. Maduré muy de chico. Es la realidad. Y si tengo que ver el vaso medio lleno, me hizo ser mejor persona. Leo: — ¿No creés que serías el mismo si ella estuviera viva? Valentín: — No. Yo soy muy feliz, pero daría todo por tener a mi mamá acá. Todo, todo, todo, lo que se imaginen, todo. Pero bueno, no se puede. Viendo el vaso medio lleno, pasó lo que pasó, tocó y eso me hizo mejor persona. Y sí la siento presente. Yo estoy y siempre estuve muy abierto a esas señales. También mi abuelo desde muy chicos nos explicó: “Esto no termina acá, quédense tranquilos. Ella está, háblenle, los va a ayudar”. Y todos en la familia hemos tenido así sensaciones, que no son sensaciones, son señales. A veces me agarra la tristeza pensando en ella... No tanto porque mo está sino por no poder compartir momentos importantes. Tuve un podio y ¿sabés lo que a mí me gustaría poder llamarla y contarle?” Que lo sepa, que pueda vivir eso. Aunque yo sé que lo está viendo desde otro plano. Es el hecho de mirar todo lo que se perdió ella más de lo que me perdí yo. Es el conjunto. Y me ha pasado varias veces de estar pensando en ella, capaz hay tránsito, y te arrancan a caer unas lágrimas, ¿viste? Muchas veces me subo al auto y, si bien tengo mis playlists de música, tal vez quiero escuchar un tema en particular que no lo tengo guardado y lo pongo. Cuando lo pones, arranca como la radio, como que elige Spotify lo que querés escuchar. Y a veces, justo en los momentos esos que estoy pensando en ella, me sale un tema que, o me hace acordar a ella o que he escuchado con ella. Y también está en uno creer, ¿no? Alguien caopaz lo escucha y dice: “¡Uh! Mirá qué casualidad”. Y no es una casualidad. Es ella que te está mandando el tema para que sepas que está con vos y que estés tranquilo. Y así con mil, mil, mil cosas más me ha pasado. En el auto yo tengo el número cinco, que lo elegí por su cumpleaños, el 5 de septiembre. Así que yo la, la siento muy presente mi mamá. Leo: — Lo explicás muy bien, porque es algo difícil de poner en palabras. Y en tu caso, al tratarse de una mamá famosa, con abuelos también muy reconocidos, el recuerdo en los medios está siempre presente. Valentín: — Sí. Ella era una persona famosa y yo no soy famoso. Pero, volviendo a las señales, cuando voy por la calle y me reconocen, las pocas veces que me ha pasado que me agarren por la calle, y me dicen: “¿Vos sos Valentín, el hijo de Romina Yan?” Yo sé que es ella la que me está cruzando con esa persona. Así lo veo yo. Otra persona me puede decir: “Este tipo está loco”. Para mí y, por lo que yo sé y por lo que yo siento, es ella que me manda a esa gente que la ama a ella y que me lo vienen a decir a mí. Y yo la siento que está presente con esos pequeños cruces con la gente. La verdad que, cuando alguien me lo dice, me da una alegría… Prefiero que me digan: “¿Vos sos Valentín, el hijo de Romina?” En vez de: “Sos el que corre en auto” Te lo juro (risas). Leo: — Porque te da orgullo. Valentín: — Sí y la verdad que toda la gente que se me acerca siempre me dice cosas muy lindas. Me dicen: “Me acompañó en mis peores momentos” o “me sacaba una sonrisa cuando yo capaz no la estaba pasando tan bien”. Y eso es como que viven a mi mamá de la misma manera que yo la viví, ¿me entendés? Con ese mismo amor. Leo: — La viven, te la reviven y te hacen saber lo que la querían. Valentín: — Exactamente. Quién y por qué Leo invitó a Valentín a enfrentar tres situaciones cotidianas y decidir a cuál de sus dos abuelos, Cris Morena o Gustavo Yankelevich, elegiría para cada escenario hipotético en las preguntas de Random. Leo: — ¿A quién de los dos abuelos no le comprarías un auto usado? ¿Viste la típica que te dicen: “No, a este por la duda no le compres porque me pueda chamuyar”? Valentín: — A Cris. Es muy quisquillosa con el tema del auto. No usa los autos directamente. Siento que me va a arrancar a decir: “No, este es usado, no sabés quién lo usó, si tiene mantenimiento, si no tiene mantenimiento...” Leo: — Pero no porque esté en mal estado… Valentín: — No, olvidate. Está el prejuicio de que es usado. Leo: — Segunda situación. Pinchás una rueda en la 9 de Julio, a las 6 de la mañana y decís: “No puedo solo, necesito ayuda porque justo vengo con una pick up enorme”. ¿A quién de los dos llamás? ¿Quién viene rápido a darte una mano? Valentín: — Gustavito no falla. Vendría sin dudar, más allá de la hora. Además sabe hacerlo. Yo lo sé hacer también, pero si tengo que llamar a alguien, es mi abuelo (risas). Él vendría sí o sí. Leo: — Esta es más picante. ¿Quién de los dos abuelos organizaría mejor tu despedida de soltero? Estamos hablando de gente que ha montado 200 shows en el Gran Rex... Valentín: — Gustavo. Sin ninguna duda. Leo: — ¿Por qué él y no Cris? Valentín: — No tengo ninguna duda de que lo harían muy bien los dos el tema de la organización y la creatividad, pero él sabe más mis gustos. Creo yo. Leo: — Por ahí la abuela viene y dice: “La banda entra en este momento...” Son los dos muy productores, igual… Valentín: — Sí, demasiado. Leo: — Medio difícil la competencia que te elegimos. Valentín: — Menos mal que me pusiste una para poder elegir a mi abuela en alguna porque sino... Leo: — Se pudre todo. Igual con lo del auto usado no sé si le hiciste quedar bien. Pero la nombramos, Cris, te mando un beso. Valentín: — Sí (risas). Leo: — ¿Y ahora? ¿Cómo siguen tus próximos desafíos? Valentín: — Tengo ahora carrera dentro de poco acá en el Gálvez, carrera de invitados, va a estar muy buena con todo el Turismo Carretera 2000. Después sigue todo el año hasta diciembre, tengo 12 carreras.
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