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    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 29/09/2025 06:44

    La belleza de la semana: 130 años de Héctor Basaldúa, el artista que vistió al Colón y cautivó a Borges Héctor Basaldúa fue uno de los artistas argentinos más influyentes del siglo XX a partir de una trayectoria que abarcó la pintura, la escenografía y la ilustración, y que lo llevó a recibir distinciones en Europa y América. Su obra, caracterizada por una constante renovación estilística y una profunda conexión con la tradición y la modernidad, dejó una huella indeleble en la escena artística de Argentina y del exterior. Hoy, se cumplen 130 años de su nacimiento. Algunas líneas para recorrer su vida y legado: Basaldúa (Pergamino, 1895 - Buenos Aires, 1976) inició su formación artística en la Academia Bolognini y luego en la Academia Nacional de Bellas Artes, donde obtuvo el título de Profesor de Dibujo en 1923 y tuvo como compañeros a Alfredo Bigatti, Spilimbergo, Pedro Domínguez Neira y Enrique de Larrañaga. Tres dibujos de Basaldúa en libros de Jorge Luis Borges Ese mismo año, una beca otorgada por el gobierno de la provincia de Buenos Aires le permitió viajar a Europa, donde se sumergió en el ambiente artístico de París. Allí, comenzaría su verdadera carrera. En la ciudad de las luces estudió en la Academia Colarossi bajo la tutela de Charles Guérin, y completó su aprendizaje en los talleres de André Lhote, maestro de maestros, y Othon Triesz. Durante su estancia, estableció vínculos con otros argentinos como Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Raquel Forner y Aquiles Badi, conformando el famoso Grupo de París, que impulsó una renovación de los lenguajes artísticos en Argentina. Grupo de París: Butler, Basaldúa, Berni y Spilimbergo, en 1928 Aunque su paso por París coincidió con el auge de movimientos vanguardistas como el cubismo y el expresionismo, se inclinó por una estética más cercana al impresionismo y al postimpresionismo. Sus obras, como Calle (1914) y Aldeana con Mandolina (1927), esta última realizada en París y considerada su pieza más emblemática, se distinguen por el uso de colores vivos, la violencia en las formas y la representación de paisajes, escenas urbanas y retratos con un enfoque desfigurado. Muchos críticos lo ubicaron dentro de la escuela postimpresionista, aunque su estilo incorporó también elementos fauves y expresionistas, especialmente tras la influencia de la llamada “vuelta al orden” en Europa durante los años veinte. La actividad expositiva de Basaldúa fue intensa desde sus primeros años en Europa. En 1923 realizó su primera muestra en París junto a otros jóvenes argentinos, y en 1925 participó en el Salón de Otoño. Obras parisinas de los años 20 Luego, sus obras se exhibieron en la Exposición Independiente de 1928, en el Salón de las Naturalezas Muertas y las Figuras de 1929 y en una Exposición Internacional en Nueva York ese mismo año. Permaneció en Francia hasta 1930, cuando regresó a Buenos Aires y tuvo su primera individual en la mítica sala Amigos del Arte de la calle Florida. Su obra Expresso Villalonga (El Calle), realizada en 1937, forma parte de la colección del MoMA de Nueva York. Héctor Basaldua. Expresso Villalonga (El Calle). 1937, en el MoMA La obra de Basaldúa, junto a la de otros integrantes del Grupo, introdujo una visión renovadora en el ambiente artístico argentino, hasta entonces dominado por una estética académica. Entre las actividades que marcaron su proyección pública, destaca su participación en 1940 en el ciclo El arte en la calle organizado por la tienda departamental Harrods en Buenos Aires, donde diseñó vidrieras junto a figuras como Juan Batlle Planas, Juan Carlos Castagnino, Emilio Pettoruti y Pablo Curatella Manes. Esta iniciativa propició un diálogo entre arte, moda y consumo, y se mantuvo vigente durante dos décadas. Héctor Basaldúa en El arte en la calle en Tienda Harrods Por otro lado, a partir de su regreso, la escenografía adquirió un papel central en su carrera: entre 1932 y 1950, y nuevamente entre 1956 y 1959, se desempeñó como Director Escenógrafo del Teatro Colón, donde realizó la escenografía de la mayoría de las óperas y ballets presentados en ese período. En 1935, fue reconocido con la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Arte Decorativo de París y con el Premio Municipal de Pintura en 1937. La Comisión Nacional de Cultura le otorgó becas para perfeccionarse en escenografía y técnica teatral en Alemania, Francia e Italia, y en 1946 viajó a Estados Unidos invitado por el Departamento de Estado para profundizar sus conocimientos en la materia. Modelo (1942), de Héctor Basaldúa, Museo Castagnino-Macro A partir de 1953, su paleta experimentó un giro hacia los valores de negros, grises y blancos, logrando composiciones sintéticas y climas fantasmales, aunque el color recobró protagonismo en su producción a comienzos de los años sesenta. Su versatilidad se manifestó también en su trabajo como ilustrador. Colaboró en ediciones de obras literarias de autores como Jorge Luis Borges, Manuel Mujica Láinez, Silvina Ocampo, Ricardo Güiraldes, Francisco Luis Bernárdez, Estanislao del Campo y Adolfo Bioy Casares. Las chinas (1957), de Héctor Basaldúa, Museo Emilio Caraffa Además, publicó dos libros propios: Escenografías de Héctor Basaldúa y Litografías, este último con textos de Borges. En 1932 ilustró el Fausto editado por los Amigos del Arte de Buenos Aires y, hacia 1930, realizó ilustraciones para Los consejos del Viejo Vizcacha, inspiradas en el personaje del Martín Fierro.

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