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  • La siniestra historia del asesino de la parada de camiones y la foto que le tomó a su última víctima segundos antes de matarla

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 29/09/2025 05:04

    Rhoades asesinó a parejas que hacían dedo en las rutas, matando a los hombres y manteniendo cautivas a las mujeres. Secuestraba y torturaba a sus víctimas en la caja de su camión, acondicionada como cámara de torturas Cuando el 29 de septiembre de 1990 la policía encontró el cuerpo en descomposición de una adolescente en un granero abandonado de Illinois se encontró frente a un callejón sin salida. No se había cómo había llegado ahí, ni quién la había asesinado. El caso se manejó dentro de la jurisdicción estatal y a nadie se le ocurrió relacionarlo con los de menores desaparecidos en otros estados. Fue el detective Rick Barnhart de la policía de Arizona quien se puso en contacto con sus colegas de Illinois para decirles que podía tratarse de Regina Walters, de 14 años, una chica de Houston, Texas, desaparecida hacía más de siete meses y que se sospechaba que había sido víctima de un asesino en serie detenido poco tiempo antes. Regina se había escapado de su casa, en febrero de ese año, junto con su novio, Ricky Lee Jones, porque su familia se oponía a que mantuviera una relación. La policía de Houston investigó el caso porque Regina era menor de edad y Ricky ya había cumplido los 18, lo que lo hacía legalmente adulto y, por lo tanto, responsable de la desaparición de la chica. Por eso habían librado una orden de captura contra él, sin suerte, porque los dos parecían haberse esfumado. El caso comenzó a resolverse el 1° de abril de 1990 –es decir, dos meses después de la desaparición de Regina– cuando el oficial Mike Miller de la Patrulla de Autopistas de Arizona vio un camión con las luces encendidas detenido a la vera de la Interestatal 10 y decidió averiguar si su conductor necesitaba ayuda. El chofer le agradeció, pero le dijo que todo estaba bien, que solo se había detenido para descansar unos minutos. En ese preciso momento, Miller escuchó unos gritos provenientes de la caja del vehículo y le ordenó al conductor que la abriera. La escena con que se topó lo hizo desenfundar el arma y esposar al hombre: adentro había una mujer desnuda y maniatada. En un intento por defenderse, el conductor del camión dijo que era un juego sexual consensuado y que la mujer estaba allí por voluntad propia; la mujer gritó que no, que hacía días que la tenía secuestrada. Robert Ben Rhoades, de 55 años, casado en terceras nupcias y padre de un hijo, fue detenido y acusado de secuestro, asalto agravado y agresión sexual. La caja de su camión estaba acondicionada como una verdadera cámara de torturas, con cadenas y correas ancladas al techo, e instrumentos para causar dolor como pinzas, alfileres y anzuelos. Al revisar más a fondo, la policía encontró también consoladores, toallas manchadas de sangre, prendas femeninas y algunas fotografías de mujeres. El caso quedó en manos del detective Banhart, que no tardó en relacionarlo con casos de mujeres desaparecidas en las proximidades de diferentes autopistas. Cuando meses más tarde apareció el cuerpo en descomposición de una chica en Illinois, Banhart estuvo casi seguro de que se trataba de Regina Walters, la chica desaparecida junto con su novio en Houston. Habían encontrado fotos de ella al allanar la casa de Rhoades, a quien ya se conocía como “The Truck Stop Killer” (El asesino de la parada de camiones). La infancia de Rhoades no anticipaba su futuro criminal, pero sufrió un quiebre tras el suicidio de su padre acusado de abuso Crecer a los tumbos Nacido el 22 de noviembre de 1945 en Council Bluffs, Iowa, nada en la infancia de Robert Rhoades permitía siquiera suponer que se convertiría en violador y asesino serial. Pasó sus primeros años al cuidado de su madre, porque el padre era soldado y estaba destinado en Berlín Occidental. Al volver, el hombre cambió el uniforme militar por el de bombero y se reincorporó a la vida familiar. El pequeño Robert transitó la escuela primaria sin tropiezos y en la secundaria comenzó a despuntar como un alumno brillante, con buenas calificaciones y siempre dispuesto a participar en actividades deportivas y extracurriculares. Sus profesores lo notaban algo tímido, con algunas dificultades para socializar con sus compañeros, pero no le dieron importancia. La adolescencia es un período difícil y cada chico lo transita como puede. Los cambios comenzaron a notarse cuando cumplió 17 años. Estaba cursando el último año de la secundaria cuando la policía lo detuvo, no una sino varias veces, por robo de autos y por meterse en peleas en la calle. Algo había descentrado a Robert y el culpable era su padre. Los problemas empezaron después de que el ex soldado y buen bombero fue detenido por abusos sexuales contra una nena de apenas 12 años. El caso no llegó a juicio porque el hombre se suicidó una semana antes del inicio del proceso en un tribunal de Iowa. Fue un golpe tremendo para Robert, pero aun así consiguió graduarse y se alistó en Infantería de Marina. Estuvo cinco años con los infantes hasta que en 1968 le dieron la baja deshonrosa por haber participado de un robo. Tenía 23 años y se inscribió en una universidad, pero pocos meses después abandonó los estudios. Quiso sumarse a la policía, pero lo rechazaron porque había sido expulsado del Cuerpo de Marines por robo. Después de eso trabajó como empleado en tiendas y supermercados, lavó copas y sirvió mesas en un par de restaurantes y finalmente se convirtió en camionero. Para entonces se había casado y divorciado dos veces y tenía un hijo pequeño con su tercera mujer, Deborah. También cultivaba pasiones ocultas: le gustaba vestirse con cuero y cadenas, y disfrutaba causando dolor y mostrándose dominante con su pareja sexual; incluso llegó a contratar a esclavos sexuales y a obligar a su tercera esposa a participar en estas orgías cada vez más masoquistas. Llegó un momento que ni siquiera eso fue suficiente y, para subir un escalón más, acondicionó la caja de su camión como una auténtica sala de torturas. Cuando tuvo todo listo salió a cazar víctimas. El detective Rick Barnhart conectó el caso con el asesino serial Robert Ben Rhoades, conocido como "The Truck Stop Killer" (el asesino de la parada de camiones) y a quien le gustaba vestirse con cueros y cadenas Camionero, violador y asesino Corría 1989 cuando comenzó a capturar, con engaños o a punta de pistola, a prostitutas y mujeres que hacían dedo en las rutas. En este último caso, si los que le hacían señas a su camión para que los levantara eran parejas también se detenía. A los hombres los mataba de inmediato, a las mujeres podía mantenerlas secuestradas en la caja del camión durante semanas antes de matarlas. Mientras tanto, las violaba y las torturaba. Su primer intento conocido fue fallido. En noviembre levantó a Shan Holts, una chica de 18 años que vagabundeaba al costado de una ruta. La tuvo secuestrada durante 15 días en la caja del camión, donde la violó reiteradamente y la hizo sufrir de mil maneras, hasta que en un descuido se le escapó. La chica lo denunció y la policía lo detuvo, pero lo tuvieron que dejar en libertad cuando la víctima, asustada, desistió de acusarlo. En su declaración dijo: “No veo nada bueno en presentar cargos. Sólo va a ser mi palabra contra la suya. Si hubiese alguna prueba, denunciaría. Pero así no me van a creer”. Lejos de amilanarse por el traspié, Rhoades siguió adelante. Estaba muy cebado como para detenerse. Sus primeros asesinatos confirmados –porque se cree que hubo más– fueron los de Candace Walsh, de 24 años, y su marido, Douglas Zyskowski, de 26. Recién casados, hacían dedo para pasar su luna de miel recorriendo el país cuando el camionero los recogió en la ruta. Al muchacho lo mató inmediatamente de un disparo en la cabeza y abandonó su cuerpo en una zona despoblada del Condado de Sutton, Texas, donde fue encontrado días después, aunque no pudo ser identificado hasta 1992. A la chica la mantuvo encerrada en la caja del camión durante una semana, durante la cual se fue alejando del lugar del secuestro. Cada vez que se detenía, la violaba y la torturada, hasta que la mató y tiró su cadáver en el Condado de Millard, Utah. La policía halló el cuerpo de Regina Walters, de 14 años, en un granero de Illinois tras meses de búsqueda En febrero secuestró a Regina y Ricky cerca de Houston, Texas. Con el mismo modus operandi, mató al chico y mantuvo secuestrada a la chica durante por lo menos tres semanas, siempre en la caja del vehículo. En ese tiempo, le dio innumerables palizas, la torturó con anzuelos de pesca y la violó a diario. Su infierno terminó cuando el asesino la estranguló con un alambre y abandonó su cuerpo desnudo en un granero próximo a la Interestatal 70, en Illinois. El cuerpo de Regina fue encontrado el 29 de septiembre de 1990, siete meses después de su secuestro, en avanzado estado de descomposición. El cadáver de Ricky recién fue hallado el 3 de marzo de 1991 en el condado de Lamar, Mississippi, pero recién en 2008 se lo pudo identificar con certeza mediante una prueba de ADN. Robert Rhoades estaba a punto de sumar una víctima más el 1° de abril de 1990, cuando el agente Miller vio el camión estacionado al costado de la Interestatal 15 y escuchó gritos de mujer que provenían de la caja del camión. Robert Rhodes obligó a Regina a cortarse el pelo, a ponerse vestido y zapatos negros. El miedo en su rostro y su posición corporal hablan por sí mismo La foto del horror Con Rhoades detenido, la policía científica registró tanto el vehículo como su domicilio y pudo requisar, además de sus instrumentos de tortura, varias fotos de mujeres, presumiblemente sus víctimas. Con esas pruebas, el detective Rick Barnhart a conectar al camionero con los dos últimos dobles asesinatos perpetrados ese mismo año. En 1994, Robert Rhoades fue condenado por el asesinato en primer grado de Regina Kay Walters y sentenciado a cadena perpetua sin libertad condicional. Fue encarcelado Centro Correccional Menard de Chester, en Illinois. Meses más tarde, confesó sus dos primeros crímenes, los de Patricia Walsh y Douglas Zyskowski, por los que todavía no había sido acusado. El tribunal lo sentenció a Robert a una segunda cadena perpetua: ese fue el acuerdo que hizo con la fiscalía para evitar la pena de muerte. Las siniestras andanzas de “The Truck Stop Killer” –que, a los 80 años, sigue cumpliendo su condena a perpetuidad– son recordadas como una de las páginas más negras de la historia criminal estadounidense. Todo su horror ha quedado grabado para siempre en una sola imagen, la de la foto que él mismo le tomó a Regina Walters antes de matarla en el granero abandonado de Illinois. Allí se la ve con el pelo recién cortado por Rhoades, vestida de negro y con zapatos de tacos altos, congelada en el momento que levanta las manos para protegerse mientras mira aterrorizada hacia la cámara con que le apunta su asesino.

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