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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 29/09/2025 02:42
En una nueva edición de El Puente, el ciclo de entrevistas de Infobae conducido por Julieta Puente, el médico gastroenterólogo Juan Pablo Stefanolo (MN 133.760), especialista en gastroenterología y neurogastroenterología, analizó en profundidad las causas, diferencias y abordajes de la alergia e intolerancia a los lácteos. A su vez, desmintió mitos y aclaró conceptos fundamentales para la salud digestiva. Alergia o intolerancia a los lácteos “Hay dos escenarios completamente distintos que muchas veces se confunden: la alergia y la intolerancia a la lactosa no son lo mismo”, afirmó Stefanolo al iniciar la conversación, y remarcó la confusión habitual entre ambos cuadros. El especialista precisó que en el caso de la alergia a los alimentos interviene el sistema inmune, que reacciona de manera exagerada ante una proteína específica y puede provocar efectos graves. “Todo lo que incluye alergia suele ser un trastorno mucho más severo porque involucra a nuestro sistema inmune, que reconoce o ve en alguna estructura en particular un enemigo y reacciona de una forma mucho más descontrolada”, explicó. Como contrapartida, el experto indicó que en las intolerancias alimentarias “el sistema inmune no interviene y el gran problema que hay es que no termina de absorberse por completo algún compuesto que ingresó y eso llega al intestino grueso”. La alergia a los lácteos y la intolerancia a la lactosa son condiciones distintas, muchas veces confundidas, con causas y consecuencias diferentes Stefanolo subrayó que en la alergia a la leche el enemigo principal suele ser la proteína de la leche. “La alergia implica cuadros mucho más severos y suelen verse desde edades tempranas, desde el primer contacto con la leche”, puntualizó. Los síntomas típicos incluyen “diarreas severas con sangre, dolor abdominal, pérdida de peso y cuesta que el chico suba de peso”. Intolerancia a la lactosa: cómo se desarrolla y por qué varía En referencia a la intolerancia a la lactosa, el médico aclaró que en la infancia el cuerpo produce una gran cantidad de la enzima lactasa para digerir la leche materna, pero esa capacidad disminuye con la edad y el cambio en la dieta. “Cuando vamos creciendo empezamos a incorporar sólidos. Entonces el cuerpo dice ‘Bueno, voy a dejar de producir en tanta cantidad la proteína que te va a ayudar a degradar la lactosa’. Si no estás consumiendo tanta cantidad de leche, entonces esa actividad enzimática baja”, detalló. El fenómeno se manifiesta cuando la lactosa excedente no puede digerirse adecuadamente y llega al colon, donde se fermenta. El resultado son síntomas como dolor abdominal, gases, distensión y diarrea. “Cuando uno vuelve a consumir en exceso la capacidad que nos queda nuestro cuerpo, que estamos codificados para eso, es insuficiente para poder muchas veces terminar de digerir eso que incorporamos”, apuntó. Diferentes lácteos, diferentes reacciones No todos los productos lácteos presentan la misma cantidad de lactosa. Según Stefanolo, “la leche entera es la que más cantidad de lactosa tiene, pero los quesos, que son lácteos, cuanto más duros son, menos lactosa tienen, pero, a su vez, contienen más grasa”. Las grasas, advirtió el experto, también pueden originar síntomas por un mecanismo diferente. De esta manera, diferenció claramente la intolerancia a la lactosa de otros problemas digestivos relacionados con las grasas alimentarias. El Dr. Stefanolo explicó que los bebés producen mucha lactasa para digerir leche materna, pero esa capacidad disminuye con la edad y el cambio en los hábitos alimentarios “No quiere decir que soy intolerante porque no tolero la leche, el queso y demás. Es totalmente diferente”, sostuvo y desaconsejó pensar solo en términos absolutos. Es su lugar, invitó a tener en cuenta el conjunto de alimentos y hábitos asociados. En el listado de lácteos con mayores niveles de lactosa, Stefanolo precisó: “Leche entera, le sigue el yogur y después en menor proporción, los quesos más blandos, las ricotas. Obviamente el helado, porque el helado es un derivado directo también de la leche”. Diagnóstico, síntomas y manejo de la intolerancia El método diagnóstico más utilizado en la práctica clínica para detectar la intolerancia a la lactosa es el test de aire expirado, que consiste en medir el hidrógeno en el aliento después de ingerir lactosa. Este estudio permite identificar claramente quiénes tienen esta condición. “El test es para saber si sos intolerante o no sos intolerante”, comentó el especialista. Aclaró que el resultado no indica una prohibición eterna sobre los lácteos: “La idea es consumir leche en pequeñas cantidades separadas a lo largo del día, cosa de producir una adaptación y una producción de más enzima para poder digerirla”. El test de aire expirado mide hidrógeno tras consumir lactosa y es el método más usado para detectar intolerancia en la clínica moderna, según detalló el experto Sobre los síntomas, enfatizó que los más frecuentes son “dolor abdominal, gases, distensión y diarrea”. Sin embargo, resaltó que “hay una población que pueden tener síntomas más altos, como náuseas y vómitos”. El tratamiento puede incluir consumo gradual de lácteos para inducir tolerancia o el uso de suplementos de enzima lactasa: “Existen suplementos distintos en forma de cápsulas o gotas que lo que hacen es ayudar a aportar todo lo que nosotros no podemos digerir”. Flexibilidad en el abordaje y la importancia de no demonizar los lácteos Stefanolo remarcó que la intolerancia a la lactosa puede aparecer a cualquier edad, aunque es menos frecuente en los primeros años de vida. Además, su prevalencia es alta: “Se estima que alrededor del mundo puede desde el 30 hasta el 60% de la población puede tener intolerancia a la lactosa a lo largo del tiempo”. El especialista diferenció causas y efectos de lo emocional: “Lo emocional no tiene incidencia en la intolerancia, pero sí en como uno percibe los síntomas y lo que está pasando dentro. Tenemos millones de neuronas que funcionan muy parecido a estas que están en el cerebro, nada más que no piensan”. Según Stefanolo, se pueden usar suplementos de enzima lactasa en cápsulas o gotas para ayudar a digerir los lácteos en casos de intolerancia diagnosticada Por último, animó a no caer en restricciones alimentarias innecesarias cuando el diagnóstico está bien hecho. “Un intolerante a la lactosa, por más intolerante que sea, la idea es consumir leche en pequeñas cantidades separadas a lo largo del día, cosa de producir una adaptación y una producción de más enzima para poder digerirla”. Y destacó que ingerir alimentos como el yogur aporta beneficios, ya que “no solo hidrata porque obviamente es líquido, tiene gran porcentaje de agua, tiene nutrientes, tiene minerales, tiene vitaminas, entonces es un superalimento”. Con un enfoque personalizado y actualizado, Stefanolo insistió en la importancia de consultar siempre con el equipo médico antes de realizar cambios en la dieta, especialmente ante la presencia de síntomas digestivos. Desde su perspectiva, la información clara y la interpretación profesional del diagnóstico permiten evitar restricciones innecesarias y favorecen una mejor calidad de vida al promover el equilibrio entre salud, placer y bienestar en la alimentación cotidiana. *Fotos: Maximiliano Luna
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