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» Diario Cordoba
Fecha: 28/09/2025 19:13
Le tocó en suerte lidiar con el banquillo del Córdoba CF en tiempos de extraordinaria convulsión –y a quién no, dirán los eruditos en historia blanquiverde-, pero él puede contar que no solo sobrevivió profesionalmente a la experiencia, sino que además dejó grabadas estadísticas que le señalan como una pieza de relevancia en la historia moderna del club de El Arcángel. A Lucas Alcaraz González (Granada, 1966) le llamaron en 2009 para que cumpliera una misión: estabilizar deportivamente en Segunda División a una entidad que no encontraba su identidad, su estilo, su propósito ni su método. El siglo 21 deparó un primer decenio enloquecido: la transición obligada hacia las sociedades anónimas coincidió aquí con una incapacidad manifiesta para armar un proyecto deportivo sólido. El principal motor era el miedo. Lo había en los despachos, en el vestuario, en las gradas y en lo que se dio en llamar «el entorno», con la llegada de nuevos medios de comunicación que dinamitaron el estado de opinión oficial para ofrecer puntos de vista discrepantes. En fin, lo que viene siendo la vida. Presiones, contradicciones, paradojas, interereses… El fútbol de Córdoba era un foro de polémicas sin fin y un carrusel dramático. La caída a Segunda B en el año del cincuentenario (2004-05) y dos añitos en el pozo pusieron picante al panorama. El negocio estaba siempre tambaleante. Y allí llegó Lucas, un entrenador avezado –había llevado al Recreativo de Huelva a Primera en dos años y a una final de Copa del Rey- con el pellejo lo suficientemente duro como para abordar un día a día imprevisible. Lucas Alcaraz en un entrenamiento del Córdoba CF en la Ciudad Deportiva. / A.J. González ¿Qué hizo? Lucas hizo algo tan simple y valioso como cumplir con lo pactado. Le encargaron salvar al equipo con los menores apuros posibles y así lo hizo. Dados los antecedentes, cabe interpretar su balance como un éxito rotundo. Décimo en la tabla en la primera campaña y décimo sexto en la segunda, en ambas con una salvación matemáticamente garantizada desde varias jornadas antes de la conclusión. ¿Un objetivo gris? Analizado con la perspectiva actual, seguramente. Pero en su contexto fue toda una hazaña, que permitió a Lucas entrar en el selecto grupo de entrenadores que han despachado dos cursos completos en el Córdoba CF en sus más de 70 años de vida. En su caso, además, sin mediar un ascenso de categoría, como sucede con otros como Olsen, Ortuondo o Iván Ania, que ya supera récords con su tercera en curso. Al granadino le llegaron a reclamar desde la grada un fútbol más vistoso. Un buen síntoma en el Córdoba, como bien saben los veteranos. Cuando los números cuadran, las exigencias pasan al siguiente nivel y se pide la estética. Alcaraz elevó los topes de un club que tradicionalmente iba angustiado a los finales de curso para transformarlo en un bloque solvente, fiable, que cumplía con lo suyo con honestidad y sin alardes. Una oda permanente a los valores de la clase trabajadores. Además, dejó en su etapa unos cuantos regalitos: la promoción de chavales de la cantera que luego proporcionarían rendimiento deportivo y económico –Fernández, Fuentes, Fede Vico…- y alguna noche memorable en la Copa del Rey, dejando en la cuneta a varios de Primera y en especial a un Betis al que ajustició en el mismísimo Benito Villamarín. Lucas Alcaraz, con José Miguel Salinas y Antonio Prieto en un acto del Córdoba CF. / A J GONZÁLEZ Lucas se marchó porque el club cambió de manos: terminó la singular presidencia de José Miguel Salinas y también la etapa del constructor José Romero, que vendió su paquete accionarial a Carlos González. «Hay que dejar las manos libres a los que vienen», dijo entonces a modo de despedida. Noventa y dos partidos en banquiverde, un par de permanencias y a seguir. Y después... La máquina no se paró. En 2015, el granadino cumplió veinte temporadas consecutivas dirigiendo sin freno en banquillos de España y del mundo. Almería, Aris de Salónica en Grecia, Granada, Levante, selección de Argelia, Zaragoza, Albacete, Olympiakos de Nicosia, Ibiza… En España solamente ha ejercido dentro del mapa del profesionalismo, en las dos primeras categorías. Su nombre llegó a sonar en alguna ocasión en El Arcángel, donde son dados a repetir experiencias con quienes les dejaron un recuerdo positivo. Nunca se llegó a dar el caso con Lucas Alcaraz, que ha visto desde la barrera los vaivenes del Córdoba CF en su «etapa bareiní», que le ha llevado por cuatro divisiones distintas –una de ellas, la Segunda RFEF, el punto más bajo que haya tocado en todos los tiempos- y que ahora tiene en el escaparate de la Liga Hypermotion nuevos motivos para ilusionarse. Esto es el fútbol de hoy. Oportunidades de negocio construidas sobre las adictivas emociones de miles de personas dispuestas a ser los clientes perfectos, abonados de por vida al consumo de algo fundamental –y legal- en sus vidas. Salida del entrenador Lucas Alcaraz tras el encuentro entre los entrenadores de Primera y los árbitros de la categorÃa en Las Rozas, Madrid, este martes. EFE/ Rodrigo Jiménez / Rodrigo Jiménez Lucas Alcaraz, al filo de los 60, sigue en lo suyo. Su último destino ha sido el Football Club Nassaji Mazandaran, un equipo iraní que juega en la Liga Profesional del Golfo Pérsico, máxima división de aquel país. Estuvo entre diciembre de 2023 y julio de 2024. A su regreso, se estableció en su ciudad natal para asumir las riendas como director de la Ciudad Deportiva del Granada CF.
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