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  • De Rosario a Alaska: la aventura de una pareja que dejó todo por viajar y acumular recuerdos

    » La Capital

    Fecha: 28/09/2025 17:07

    Un día decidieron dejar atrás la rutina diaria y apostaron por una vida nómade. Entonces se fueron de viaje desde Rosario con un paso previo "necesario" por Posadas para comenzar a vivir de otra manera con el sueño de llegar a Alaska. Se trata de Romina y Patricio y sus dos hijos adoptivos de cuatro patas, Camilo y Kuki . El perro y el gato son la verdadera atracción y el punto de partida para cultivar relaciones de amistad a lo largo del camino. Así se construyó la historia de dos rosarinos que hoy viven "sin dolor de cabeza ni estrés" y se autogestionan su nueva manera de vivir día a día. En diálogo con La Capital, Romina (45 años) cuenta que conoció a Patricio (50 años) hace más de una década. Ambos tenían hijos producto de otros vínculos. La última etapa de su residencia en Rosario fue en Aldea, en Fisherton, mientras ambos administraban un local de zapatos que aún sigue en pie y quedó a cargo de una persona de extrema confianza de Romina. Antes de esa experiencia, Romina trabajó como contadora pública, mientras que Patricio trabajó "muchísimos años" en las oficinas de embarque servicios portuarios del Puerto de Rosario. "Ambos renunciamos y ahí abrimos la fábrica de zapatos, pero cuando decidimos este proyecto, dejé a una persona encargada que es mi mano derecha ", recuerda mientras se encuentra en un hostel de Mérida, Venezuela. Con el apoyo de su hija Brisa, estudiante de Arquitectura en la UNR, y de los hijos de Pato —Iván (26 años) y Rosario (21 años)— quienes viven en Buenos Aires y Neuquén, respectivamente, se subieron a su Nissan Tiida negro, modelo 2009 y aseguran que su vida cambió para siempre. "¡Dejamos todo! Trabajábamos en una fábrica de zapatos y ahora vendemos empanadas para solventar nuestro viaje. Dejé de tener dolor de cabeza, llegaba malhumorado a casa, el estrés de la vida cotidiana te lleva a enfermar y eso no lo cambio por nada. Esta vida es hermosa, no hay edad para esto, hay mucha gente que dejó todo y se compró un motorhome para comenzar a vivir", destaca aún sorprendida la mujer. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Patitas Ruteras (@patitas.ruteras) Su travesía comenzó en 2021 hasta que la pandemia y un problema de salud del hermano de Pato puso en pausa su plan. La salud de su cuñado estaba en juego y querían estar en Posadas, Misiones, para acompañar y ayudar. "Nos instalamos en Posadas, trabajé en una droguería y ahí se nos hicieron dos años. Por suerte, mi cuñado salió bien de su dolencia y en mayo pasado retomamos el viaje. Y ahora acá estamos, en Venezuela, con el Nissan Tiida 2009, junto a Kuki, un gato que adoptamos en Misiones, y Camilo, un golden retriever negro con vivos dorados que rescatamos en Bolivia cuando tenía 45 días", cuenta. Obstáculos Como bien reconoce Romina, a lo largo de este año y medio en la ruta pasaron por infinidad de situaciones tales como haber soplado la junta de cilindros o cambiar neumáticos propio del desgaste de los kilómetros recorridos. "En Ecuador soplamos junta. Desde ese momento empezamos a hacer empanadas, porque antes hacíamos artesanías. Ahí caímos en la cuenta de que la comida nos redituaba mucho más, es mucho menos esclavizante y directo", asegura. >> Leer más: Los viajeros de Rosario eligen destinos internacionales por sobre los nacionales En eso apunta que en Colombia vendían a razón de 120 empanadas por día y ahora en Venezuela, donde se encuentran durante este semestre, esa cantidad bajó a la mitad, aunque hay otras cosas por las cuales seguir adelante sin preocupaciones. Romina detalla que las empanadas las hacen con carne de res, tipo salteñas y le agregan chimichurri como para darle un toque bien argentino. Así pasaron por Perú, Eduador, Colombia durante el semestre anterior y ahora se encuentran en Venezuela con perspectivas para viajar a Panamá y continuar con la cruzada aventurera que denominan en Instagram bajo el nombre de "Patitas Ruteras". Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Patitas Ruteras (@patitas.ruteras) "Calculamos que más o menos, entre vuelos y cruzar en ferry, debemos reunir unos 5 mil dólares. Por eso vamos a volver a hacer sorteos en Colombia y Venezuela", anticipa respecto a los planes en mente para los próximos meses. Romina asegura que hay muchos viajeros argentinos por el mundo y que se sumaron a varios grupos de ayuda de la red mundial "Moteros M.A.I", que ayuda a otros moteros o ciclistas que no tienen campers. "Nos buscan un lugar donde estar y así nos manejamos, excepto Colombia que nos dan hospedaje a cambio de publicidad", precisa. En tanto, destaca que la gente de Venezuela es lo más amorosa y solidaria que existe. "Estamos de posada en posada a cambio de publicidad, nos prestan una cabaña para descansar después de vender día a día en los negocios y los fines de semana tratamos de dedicarnos a conocer, que es lo más enriquecedor de este viaje", valora. Una aventura sin plazos El sueño es de Romina y Patricio es llegar a Alaska, ubicado en el extremo noroeste del continente amercano, pero aclaran que para esta travesía no existen plazos porque la vida les pone obstáculos. "Nuestra misión es disfrutar el día a día: nos movemos, conocemos gente, nos traen regalos, es impresionante la calidad humana de la gente", afirma sorprendida Romina. La viajera también reflexiona: "En el camino queda mucha gente linda. Queremos que la gente sepa que se puede, que hay otra forma de vivir y no pensar en llegar a fin de mes, ni el fin de semana. En este tipo de travesía tu cabeza se maneja diferente, sin presiones. Muchos piensan que vos tenés plata porque tenés un auto, pero tenemos que trabajar todos los días para manejar nuestros tiempos y organizarnos". Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Patitas Ruteras (@patitas.ruteras) Asimismo, la pareja de Patricio asegura que Camilo y Kuki son muy bien recibidos por todos los moradores en cada pueblo y ciudad que atraviesan. "Camilo es muy comprador y muchos se lo han querido llevar varias veces, pero él no se mueve de nuestro lado. Con Kuki, en cambio, arrancamos con una correa, pero es más temeroso y por eso prefiere dormir dentro del auto, que es su refugio, o en la cabaña donde paramos eventualmente", comenta. El anhelo de volver algún día a Argentina Más allá del estrés y la rutina diaria que se vive en las grandes urbes como Rosario o las principales ciudades de Argentina, las costumbres se extrañan como la comida y, por sobre todas las cosas, la yerba. "Nos cruzamos con unos argentinos y nos prometieron que cuando volvamos a Colombia nos van a traer yerba porque es carísima. Acá, en Venezuela, la venden unos turcos porque los árabes toman mucho mate", señala Romina. En ese contexto, la compañera de Pato valora: "La comida argentina es única, empezando por los desayunos, que en el resto de Sudamérica es como un almuerzo. Ahí te das cuenta que nuestras costumbres españolas e italianas están muy marcadas. Es más, Argentina no parece Sudamérica, se extrañan los cortes de buena carne o un buen choripán y los quesos, que en argentina son excelentes". Más allá de eso, ambos tienen gratos recuerdos tras haber probado el ceviche en Perú, las cazuelas en Ecuador y Venezuela y el plátano frito. "Se come mucho lo que se conoce como el patacón, que es como un plátano duro, al que aplastan, fríen y queda como una papa frita", describe la viajera entre una de las costumbres venezolanas a la hora de desayunar. El impenetrable Tapón de Darién El Tapón del Darién es un sector frondoso bosque selvático de aproximadamente 575 hectáreas que divide Colombia y Panamá. Por eso, cada vez que se necesita pasar por tierra a Centroamérica, la única ruta de acceso es vía aérea y/o fluvial a través de ferrys. "El Tapón del Darién es muy peligroso, entonces cruzamos en containers, ya que no hay otra manera de cruzar. El auto cruza por un lado y nosotros en avión. Es una meta que queremos realizarla, sea el tiempo que nos lleve", concluye Romina esperanzada, con ganas de vivir y seguir adelante con esta aventura junto a Patricio, su compañero de vida, Camilo y Kuki, sus hijos en cuatro patas. Alaska es cuestión de tiempo, sin prisa pero sin pausa.

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