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» El Ciudadano
Fecha: 28/09/2025 13:05
*Por Bianca Lombardi La derrota electoral de Milei en Buenos Aires golpeó fuertemente tanto al gobierno como a la macroeconomía Argentina. Luego de los comicios, las acciones de empresas nacionales cayeron y el dólar se disparó superando los $1500 (lo que obligó al Banco Central a intervenir para frenar la escalada de la divisa). Es en este contexto que cobra particular importancia la reunión de Milei con Donald Trump, y más aún las palabras del secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent. Elogios a las medidas económicas, promesas de apoyo e inversiones, y complicidad política fueron algunos de los condimentos que tuvo su discurso. Resumidamente, se comprometió a otorgar a Argentina un préstamo de USD 20.000 millones para cubrir vencimientos de deuda en 2026, (Argentina debe pagar 4.000 millones en enero y 4.500 millones en julio). También mencionó la posibilidad de comprar bonos de deuda argentinos e incentivó a las empresas norteamericanas a invertir en nuestro país. En concreto y fiel al estilo Trump, expresó «Estuve en contacto con numerosas empresas estadounidenses que planean realizar importantes inversiones extranjeras directas en Argentina en múltiples sectores en caso de un resultado electoral positivo», y aseguró que «inmediatamente» después de las elecciones, «comenzaremos a trabajar con el gobierno argentino en el pago de sus principales deudas». Esta oxigenación política que recibió el gobierno, vino acompañada de una medida que pretende inyectar dólares a la economía argentina y estabilizar el tipo de cambio. Nos referimos a la eliminación temporal y total de los derechos de exportación de granos y sus derivados hasta el 31 de octubre, o hasta agotar el cupo de 7.000 millones de dólares (lo que ocurra primero). En menos de una semana de publicado el boletín oficial, se dio el segundo escenario, y las retenciones volvieron a la normalidad. La suma de estos acontecimientos derivaron en una reacción positiva de los mercados ocasionando que las acciones argentinas subieran en más de 10% en Wall Street, y que el dólar bajara. Detractores del gobierno sólo ven en estos guiños con EEUU un nuevo endeudamiento, un acto forzado de Trump por fortalecer lazos con uno de los pocos países afines ideológicamente en todo el continente. Quienes apoyan al oficialismo destacan que este swap se prestaría en condiciones mucho más favorables a las actuales – con tasas de interés más bajas -, a la vez que se incentiva a compañías norteamericanas a radicarse en Argentina. A priori lo cierto es que a nivel macroeconómico las repercusiones fueron positivas. Mitigaron en pocos días el impacto del resultado de los comicios en provincia de Buenos Aires. No obstante, sería imprudente creer que este acercamiento se traduciría en una “lluvia de inversiones” en la economía real, y en un apoyo político a largo plazo. Lo más conveniente será actuar con cautela y pragmatismo, aprovechando esta ventana para trabajar en acuerdos que sean sostenibles en el largo plazo, que establezcan reglas claras que incentiven a las inversiones y faciliten las relaciones comerciales entre los dos países. De esto dependerá si construimos una torre de naipes o un castillo de piedra.
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