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  • Milei, de la épica a la súplica

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 28/09/2025 05:22

    Javier Milei en Córdoba “Vamos que se puede”. “A no aflojar”. “Que el esfuerzo valga la pena”. La nueva invocación discursiva de Javier Milei deja a un lado la épica triunfalista y suena más a imploración, un llamado a extender por un tiempo el sacrificio, en medio de un clima de agotamiento general. Es una reversión de la campaña de Mauricio Macri tras la derrota en las primarias de 2019, con la enorme diferencia de que entonces se disputaba una elección presidencial y tenía una ventana de tiempo de dos meses para el last dance de intentar mejorar las condiciones materiales. El Gobierno atraviesa arenas movedizas en la cuenta regresiva hasta el 26 de octubre. Es cierto que Estados Unidos le ofreció al Presidente una nueva oportunidad frente al abismo, la pregunta es si dispone de la habilidad para aprovecharla en un contexto muy complejo. La fragilidad de la situación puede explicarse a través del “efecto mariposa”, popularizado por el meteorólogo Edward Lorenz, al describir cómo una variación mínima de las condiciones iniciales puede generar consecuencias inesperadas y desproporcionadas. Milei depende de la ayuda de Donald Trump; la ayuda de Trump depende del resultado de las elecciones; las elecciones dependen de lo que haga Milei. El inédito respaldo del Departamento del Tesoro ofició como un dique de contención ante la espiralización de la crisis. El sólo anuncio de la negociación de un swap de monedas por USD 20.000 millones, la compra de bonos argentinos y una línea de crédito del Fondo de Estabilización Cambiaria –sin mayores detalles que el menú de opciones- le aportaron a la Casa Rosada el oxígeno necesario antes de asfixiarse. Javier Milei y Scott Bessent En la administración Trump, sobre todo en el ala técnica, hay absoluta conciencia del riesgo del plan económico y de que se exponen a críticas internas de su propia base: desde los republicanos que exigen America first hasta los agricultores –sector clave de adherentes- que fueron perjudicados por la baja de retenciones en Argentina. “Nunca hemos perdido un centavo por esos préstamos”, insisten en Washington, cuando se consulta hasta donde están dispuestos a llegar con el auxilio, cuyos avances quedaron supeditados al día después de los comicios. De todas maneras, nadie ha hecho hasta ahora más por Milei que Trump: tomó las riendas para forzar posiciones en el Fondo Monetario Internacional (FMI), y también trabajó para que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial apoyen el programa del ministro de Economía, Luis Caputo. Se enfocó en que se amplíen instrumentos, se usen mejor los recursos y se coordinen iniciativas. El BID tiene hoy 70 proyectos activos con la Argentina, con montos habilitados por USD 12.332 millones. El año pasado fue récord en la evolución de aprobaciones con una cifra de USD 2.495 millones, superando la mejor marca de la última década que se había dado en 2018, durante la gestión de Cambiemos. Lo mismo pasa con el Banco Mundial: en abril anunció un paquete de apoyo de USD 12.000 millones para iniciativas de los sectores público y privado para los próximos tres años. “Scott Bessent me pavimentó la cuadra”, lanzó desde su cuenta de X Daniel Parisini, más conocido como el Gordo Dan, después de que el funcionario posteara el lunes antes de la apertura de los mercados. La militancia digital alabó en masa al nuevo ídolo de los libertarios. Es irónico que el “salvador”, el principal promotor del respaldo a Milei, sea una figura que no encaja en los valores de la “batalla cultural”: Bessent es gay, crió con su pareja a dos hijos, adhirió a causas LGBTQ+ y desplegó una carrera ascendente en finanzas con George Soros, un empresario y filántropo ligado a los demócratas al que grupos ultra conservadores acusan de los más variados complots. Pese a que había otros candidatos, Trump lo eligió como secretario del Tesoro por su astucia como inversor en Wall Street. Los libertarios deberían prender velas por Bessent. Si bien es un hombre fuerte en el gabinete, ha cosechado fuertes rivales. El más notorio fue Elon Musk, al que le disputaba poder, y cuya tensión en abril pasado se tradujo en una pelea a los gritos saliendo del Salón Oval. Luego, ya con el gurú tecnológico fuera de la Casa Blanca, en una entrevista con CNN el funcionario no disimuló su inquina con un comentario filoso directo al ego: “Los principios de DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental) eran muy populares. Si se miraban las encuestas, Elon no lo era”. El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent Bessent mantiene diferencias de criterio con el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y a principios de septiembre tuvo un altercado en una cena con Bill Pulte, un empresario al frente de la Agencia Federal de Financiamiento de la Vivienda. Según un artículo publicado por Politico, Bessent increpó a su colega por hablar “mal” de él ante Trump y amenazó con darle “una piña”. O sea, digamos, la interna entre Santiago Caputo y los Menem es un verdadero fenómeno barrial. “Las finanzas argentinas se han vuelto aún más surrealistas” tituló The Economist un análisis acerca de los últimos acontecimientos. La conclusión que expone es básica: si LLA fracasa en las elecciones intermedias y los mercados perciben que no tiene posibilidad de controlar el Congreso y se vuelve improbable la reelección, “los dólares de Trump no impedirán que la Argentina vuelva a quebrar”. Este escenario alarmante se da en paralelo a la proyección de un mediano y largo plazo muy diferente. Como si fueran dos dimensiones. Hay un choque de dinámicas entre el hoy y el devenir. Estos días emerge un país que, iniciado un proceso de ordenamiento de la macro, entra en un círculo vicioso apremiado por compromisos de deuda, con escasez de dólares y recesión. Es el segundo salvataje que necesita en seis meses, pero Milei no reconoce errores en la praxis de su equipo. En cambio, el potencial exportador podría dar un salto de USD 40.000 millones hacia 2033. Si se consolida un marco apropiado y por las condiciones globales, ese aporte de un total de 128.000 millones anuales estaría dado por cuatro sectores: minería (se multiplicaría por 4 comparado con las exportaciones de 2024 ), oil & gas (por 7), agro (por 1,5) y transformación digital e innovación (por 3), según datos de AmCham, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina. En un proceso de incertidumbre, el mundo –como en tiempos de guerra- se volcó a la búsqueda de alimentos y energía. Los conflictos bélicos, lejos de resolverse se perpetúan, y los bloques están a la caza de proveedores confiables. Para Estados Unidos fue un hito lo que ocurrió en octubre de 2022, cuando Alemania autorizó la participación de la firma china Cosco en el Puerto de Hamburgo, principal terminal del país. Con Trump, la disputa con Xi Jinping se agigantó y ahí es donde adquirió relevancia la Argentina de Milei. La administración estadounidense no quiere que el gobierno libertario se desmorone por dos razones: Mostrar que el modelo de ajuste es viable y tenga efectos en la región. China. Milei y el presidente chino Xi Jinping En despachos oficiales americanos esperan un alineamiento 100% y monitorean de manera exhaustiva el comportamiento en áreas de interés. Un caso para ilustrar: fue percibida como excelente señal el rechazo de la solicitud de la empresa china Ganfeng Lithium para ingresar al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). Hasta ahora, se aprobaron ocho proyectos dentro de ese esquema, se bochó uno (el de origen chino), por un total de inversiones comprometidas por 15.700 millones de dólares. Estados Unidos no sólo aspira a detener el avance de su rival en la región, sino también a forzar un retroceso. El control del gigante asiático en materia de infraestructura eleva la inquietud: “¿Qué tan expuesto está nuestro socio al chantaje chino?" No hay información confirmada sobre las condiciones que pone Estados Unidos respecto de China, ni tampoco si exige decisiones geopolíticas como fijar una base conjunta militar en Tierra del Fuego. El contexto global es positivo para Argentina. Incluso, en términos relativos, la guerra comercial de Trump dejó al país entre los menos afectados por la política proteccionista. Para mayor confusión, las medidas dispuestas por el líder republicano pueden entrar en un limbo si la Corte define en noviembre a favor de los planteos de inconstitucionalidad. Eso generaría un nuevo caos porque nadie arriesga cuál podría ser la reacción en ese caso: ¿cumple o no con la sentencia judicial? ¿Devuelve lo cobrado en concepto de tarifas? No siempre suelen estar de acuerdo, pero esta vez hay bastante coincidencia en lo que debería hacer Argentina después del 26 de octubre. Ese es el mensaje de dependencias gubernamentales, organismos internacionales (como el FMI) y Wall Street. Desde esa perspectiva, Milei debe: Acumular reservas Disponer la libre flotación del dólar Mantener el ancla fiscal Abrir su gobierno a alianzas sólidas para tomar la agenda del Congreso La Mesa Federal tiene por objetivo retomar el diálogo con los gobernadores La reflexión más extendida es la siguiente: “La economía no va a funcionar si la política no está alineada”. El desafío, entonces, se vuelve supremo para Milei y su modo de conducción. Debería tomar nota de que los liderazgos divisivos y extremos que se le parecen, como los de Trump y Jair Bolsonaro, bajo reglas democráticas, no lograron inmediatamente otro mandato. ¿Cuál es el resultado que consideran aceptable para la elección legislativa? En principio, el que le permita constituir un tercio en la Cámara de Diputados, es decir, llegar a un bloque de 86. Hoy, los propios apenas alcanzan a 37, de los cuales a 7 se les vence el mandato. De acuerdo con un simulador de bancas de la consultora Opina Argentina, si LLA lograra alrededor del 30% a nivel nacional obtendría 40 diputados y si consiguiera 40%, cosecharía 59 diputados. Es decir, para aproximarse a un tercio –el piso para resistir los eventuales vetos o un juicio político- debería apuntar a un resultado de entre 36 y 37%, depende también de cómo sea el desempeño en cada provincia para el hilado fino de la proporcionalidad de escaños. Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados Después de la euforia que se generó tras el triunfo libertario en la Ciudad de Buenos Aires en mayo, con la dramática caída del PRO en el tercer puesto, la Casa Rosada se envalentonó en la misión de “pintar al país de violeta”. Esa ambición, tras la derrota aplastante en la provincia de Buenos Aires, parece hoy lejana cuando se observa una baja general de la figura de Milei y la aprobación de la gestión. Aunque se estima que los últimos 15 días serán decisivos, en distritos como Córdoba y Santa Fe, con peso en el padrón, no se registran los números esperados. Tampoco en territorio porteño, donde preocupa el casillero de diputados, encabezado por Alejandro Fargosi, con cifras por debajo de Patricia Bullrich, cabeza de lista de senadores. El debut de la boleta única, sistema que implica que el votante haga una cruz por cada categoría, será una tómbola que le agrega suspenso al pronóstico. En provincia, el peronismo está entusiasmado y movilizado. “Ahora queremos meterle otra trompada a Milei”, advierte un dirigente. Otro interrogante es Provincias Unidas, el frente de gobernadores que incluye a Martín Llaryora, Maximiliano Pullaro, Gustavo Valdés, Ignacio Torres, Claudio Vidal y Carlos Sadir. Si se mide por espacio, es probable que registre poco acompañamiento en las encuestas, pero quienes trabajan en esas jurisdicciones auguran que podrían arañar los dos dígitos, en especial, por la performance en la región centro. Allí, en simultáneo, es zona hostil para el kirchnerismo. Aún se ve difuso, pero el reparto en distintas canastas podría ofrecer un resultado atomizado, sin ningún triunfo rutilante.

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