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Crespo » Paralelo 32
Fecha: 27/09/2025 00:27
Aunque la mayoría de los emprendimientos liderados por mujeres surgen en contextos de urgencia económica, su aporte a la sociedad y la economía es decisivo: sostienen familias, dinamizan mercados locales y, con acceso a financiamiento y capacitación, podrían impulsar hasta un 23% el PIB regional, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional. Una fuerza emprendedora en crecimiento En América Latina, las mujeres muestran una gran vocación emprendedora. El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) señala que el 33% planea iniciar un negocio y el 21% ya lo hace. En Argentina, estos proyectos se convierten en una fuente esencial de ingresos familiares, aunque en su mayoría nacen como respuesta al desempleo y la precariedad laboral. Un informe de Emprende Pro Mujer —plataforma que brinda capacitación y apoyo a miles de emprendedoras de la región— revela que 7 de cada 10 emprendimientos femeninos nacen por necesidad. Si bien permiten generar ingresos de manera rápida, suelen carecer de planificación, recursos y estrategias que favorezcan su crecimiento sostenido. El GEM confirma esta tendencia: a nivel global, el 27% de las mujeres emprende por necesidad, frente al 21,8% de los hombres. En países de bajos ingresos, la cifra asciende al 37%. Del emprendimiento por necesidad al liderazgo El desafío es lograr que estas iniciativas pasen de la urgencia a la oportunidad, consolidándose como motores de estabilidad financiera, desarrollo personal y mejora en la calidad de vida. Para ello, resultan fundamentales la formación, el financiamiento y el acceso a redes de apoyo. En el terreno del liderazgo, América del Sur se destaca como la región con mayor presencia femenina en cargos directivos (37,2%). En Argentina, las mujeres encabezan el 40,6% de las MIPyMEs con personería jurídica. Sin embargo, a nivel global solo ocupan el 34% de los puestos de liderazgo senior, una cifra que crece de manera muy lenta. Entre los principales obstáculos se encuentran la baja formalización de los negocios, los salarios más bajos y la sobrecarga de tareas de cuidado. La inclusión financiera, una deuda pendiente La falta de acceso a servicios financieros continúa siendo una de las mayores barreras. Apenas el 47% de las mujeres en el mundo tiene una cuenta bancaria, frente al 55% de los hombres. Esta exclusión limita su autonomía y la posibilidad de expandir sus negocios, a pesar de que ellas presentan mayor propensión al ahorro y mejores índices de repago. El impacto de cerrar esta brecha es significativo: de acuerdo al FMI, mejorar la participación femenina en la economía podría aumentar el PIB en un 23% en mercados emergentes. Más que un refugio Los emprendimientos femeninos no deben entenderse únicamente como una salida frente a la crisis, sino como una vía hacia el liderazgo económico y social. Impulsar políticas de inclusión financiera, capacitación y apoyo a estas iniciativas no solo fortalece a las mujeres, sino que contribuye al crecimiento económico y a la reducción de la pobreza.
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