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Parana » Adn21
Fecha: 26/09/2025 11:15
La presión de los “farmers”, una de las bases electorales más sólidas de Donald Trump, obligó a Washington a tomar una medida que puso en jaque a la gestión de un aliado estratégico en América Latina. El insólito pedido del gobierno de Estados Unidos a la Argentina para que mantenga las retenciones, motivado por las quejas de los “farmers” norteamericanos, no es un hecho aislado. Detrás de esta maniobra diplomática de alto costo para el gobierno de Javier Milei, se esconde una compleja historia política que conecta a los productores de soja de EE.UU. con la Casa Blanca. El poder de los “farmers”: una fuerza económica y el sostén de Trump A diferencia de la imagen de un pequeño agricultor, los “farmers” de Estados Unidos, especialmente en el cinturón de la soja (el “Soy Belt”), son una fuerza económica de gran escala y con un enorme poder político. Agrupados en organizaciones como la American Soybean Association (ASA), actúan como un potente lobby en Washington. Este sector no solo es clave para la economía norteamericana, sino que ha sido, y sigue siendo, una de las bases electorales más sólidas de Donald Trump. El negocio de estos productores se basa, en gran medida, en la exportación masiva, siendo China su principal cliente histórico. Es por ello que su prosperidad depende de tener un acceso libre y competitivo a los mayores mercados del mundo. La herida de la guerra comercial y el dolor de cabeza de Trump La tensión actual tiene su raíz en la guerra comercial que el propio Trump inició con China. Como represalia, el gigante asiático impuso aranceles a la soja estadounidense, cerrando de forma abrupta su mercado. Este escenario dejó a los “farmers” con enormes volúmenes de cosecha sin destino, mientras sus competidores, principalmente Brasil y Argentina, se apoderaban de su cuota de mercado en China. La frustración de los productores de soja fue creciendo, con precios a la baja y el negocio estancado. Fue entonces cuando el reciente programa de “retenciones cero” del gobierno de Milei, que incentivó a los agroexportadores a liquidar sus granos, se convirtió en una nueva y dolorosa amenaza. Los “farmers” vieron cómo Argentina se volvía un competidor más competitivo en su principal mercado. Una maniobra política de costo internacional La queja de los productores de EE.UU. no se hizo esperar: a través de la ASA, consideraron que el acuerdo de ayuda económica de EE.UU. a la Argentina, promovido por el propio Trump, estaba “subsidiando” a un rival que les estaba “robando” el negocio. El reclamo escaló tan rápido que el gobierno de Donald Trump, a través del Secretario del Tesoro, Scott Bessent, se vio obligado a incluir una inusual condición en el paquete de ayuda para Argentina: que se mantuvieran las retenciones. Así, en una jugada política de costo internacional, el gobierno de EE.UU. tuvo que ceder ante la presión de su propia base electoral, exigiendo a su aliado, Javier Milei, una medida que contradecía el discurso de su gobierno. El resultado es que la política exterior argentina se encuentra en una encrucijada, atrapada entre su principal socio político y su propia agenda de gobierno.
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