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Parana » Ahora
Fecha: 26/09/2025 04:18
Todos tenemos un jardín Tengo plumas, mamá, dice mi hijo y sacude los deditos pegoteados. Comió dulces o lamió su piel y ahora que sostuvo entre las manos al conejo blanco se llena de ganas de volar. El jardín de repente puede ser un circo. Quitamos un jazmín, sus troncos estaban secos y se retorcían entre alambres. Pese a la peste, los brotes altos insistían en reverdecer. De cuajo, dije, y el hachazo sonó como los truenos entre nosotros. Después juntamos los restos con rastrillo, unimos en cajas las lianas que abrían brazos y se volvían sobre sí mismas por no encontrar nada más que las sostenga. Los jardines pueden convertirse en cementerios. El orgullo por las paredes blancas crece como otro arbusto. Ya no habrá plagas escondidas entre los tallos, las ratas no juntarán sus mugres para hacer nidos. Tampoco estará el perfume, ni flores blancas adornando las cabezas de mis hijas. Pero sé que las mariposas insisten, que la Santa Rita trepa hasta cubrir las palmeras, huelo los nísperos de la vecina que estallan como atardeceres mientras los lirios abren como lanzas sus puntas. Pronto darán flores y tallos con trompetas naranjas anunciarán la victoria de la vida frente a los tajos. Un jardín está siempre lleno de fe, por eso acercamos los pies descalzos y echamos agua entre los dedos. Dejamos que la tierra nos trague hasta los tobillos. Algún día, sin darnos cuenta, creceremos.
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