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  • Un Deja Vú Económico: Cuando el Gobierno Apuesta a un «Parche Mágico»

    Parana » InfoParana

    Fecha: 23/09/2025 16:02

    En medio de una nueva escalada de la crisis cambiaria, el Gobierno de Javier Milei sacudió el tablero económico con un anuncio abrupto: la eliminación temporal de las retenciones a la soja y otros granos hasta el 31 de octubre. La medida, que busca inyectar dólares de emergencia en las alicaídas reservas del Banco Central, evoca episodios de la historia argentina y genera una ola de críticas sobre su efectividad a largo plazo. Esta decisión, presentada por el vocero presidencial como una solución salvadora, ha sido rápidamente catalogada por especialistas y referentes del sector agropecuario como un «parche improvisado». Juan José Bahillo, exfuncionario y conocedor del área, no tardó en expresar en redes sociales el sentir de muchos: las economías productivas, como la ganadería y la lechería, operan con ciclos largos que no entienden de atajos de corto plazo. Una medida de esta magnitud, sin gradualidad, impacta directamente en los costos básicos y puede asestar un golpe mortal a los productores que ya luchan por mantenerse a flote. La Historia se Repite: El Dólar Soja Vuelve con Otro Nombre Lo que para algunos es un movimiento arriesgado, para otros es una jugada ya vista. La quita de retenciones, con el objetivo de adelantar la liquidación de divisas, tiene un eco innegable en el «dólar soja» implementado por la gestión de Sergio Massa en 2022. La ironía no pasó desapercibida para Bahillo, quien recordó cómo el propio Milei, desde la oposición, criticaba duramente aquella medida, calificándola de «emisión descontrolada». Hoy, el mismo mecanismo es justificado desde el oficialismo, generando un fuerte contraste entre las promesas de campaña y las urgencias del poder. Históricamente, las retenciones han sido una herramienta recurrente en la economía argentina desde el siglo XIX, con gobiernos de diversos colores políticos utilizándolas para recaudar o, en su defecto, quitándolas para alentar la producción. Desde la primera aplicación de Bartolomé Mitre en 1862 hasta los vaivenes de las últimas décadas, este impuesto a la exportación ha sido un termómetro de la tensión entre el Estado y el campo. Durante el menemismo, por ejemplo, las retenciones prácticamente desaparecieron, solo para reaparecer con fuerza tras la crisis de 2001. Más recientemente, en 2008, el conflicto por las retenciones móviles marcó a fuego la relación entre el gobierno de Cristina Kirchner y el sector agropecuario. Un Juego de Ganadores y Perdedores La decisión del Gobierno no solo tiene consecuencias macroeconómicas, sino que también crea un nuevo escenario de ganadores y perdedores. Al eliminar las retenciones, los alquileres de campos, que representan el 75% de la superficie agrícola, tenderán a subir. Esto beneficia a los «rentistas» que tienen la propiedad de la tierra, pero perjudica directamente a los productores que la trabajan, achicando sus márgenes y poniendo en riesgo la continuidad de sus actividades. En un país con ciclos productivos tan largos y una volatilidad constante, los «parches» como la eliminación repentina de retenciones, si bien pueden ofrecer un alivio momentáneo para las reservas, no resuelven los problemas de fondo. La historia económica argentina parece repetirse una vez más, con la gestión actual cayendo en el mismo juego de las urgencias que tantas veces criticó, premiando al que especula y castigando al que invierte y trabaja la tierra.

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