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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 23/09/2025 04:55
Milei ya había implementado una baja transitoria de retenciones. Esta es, en realidad, la segunda vez que recurre a una medida de este tipo (Foto: AP) El éxito de toda política económica, especialmente cuando se trata del crecimiento sostenible a largo plazo, depende de la previsibilidad en las reglas de juego. Los empresarios que invierten en el sector real -construyendo fábricas, contratando personal, estableciendo comercios o servicios- requieren normas estables con el tiempo para planificar y tomar decisiones informadas. Los imponderables y cambios de precios son inherentes a la economía, pero a esos riesgos no se deben sumar los generados por el propio gobierno a través de medidas imprevisibles. El 15 de marzo, Javier Milei dijo en Expoagro: “Entendemos la necesidad imperante de bajar las retenciones, pero no le sirve a nadie que las bajemos para sacar rédito político en las elecciones y después el modelo revienta… Nosotros queremos eliminar... pero para que sea duradero hay que hacerlo de la forma correcta... en la medida en que se vaya consolidando la política vinculada al equilibrio fiscal y la reducción del gasto”. A pesar de esas declaraciones, en menos de seis meses cambió de postura. Redujo las retenciones esencialmente para obtener rédito político ante la suba del tipo de cambio y, además, necesitó el respaldo del Tesoro de Estados Unidos para calmar la inestabilidad cambiaria. Milei redujo las retenciones esencialmente para obtener rédito político ante la suba del tipo de cambio y, además, necesitó el respaldo del Tesoro de Estados Unidos Vale recordar que antes de esta decisión, Milei ya había implementado una baja transitoria de retenciones. Esta es, en realidad, la segunda vez que recurre a una medida de este tipo. La primera reducción a la soja se concretó mediante el Decreto 38/2025, firmado el 25 de enero de 2025 y publicado el 27 del mismo mes, que disminuyó la alícuota para la soja poroto del 33% al 26% -y del 31% al 24,5% para subproductos-, de forma temporal hasta el 30 de junio de 2025. Luego, mediante el Decreto 439/2025, dicha baja se revirtió desde el primero de julio. Más tarde, en La Rural -el 26 de julio de 2025-, se anunció una reducción “permanente” para la soja, formalizada el 31 de julio con el Decreto 526/2025. Sin embargo, en abril, Milei lanzó un mensaje de advertencia al sector: “Liquiden ahora porque en junio vuelven las retenciones”, evidenciando la urgencia de dólares para las arcas estatales. En La Rural -el 26 de julio de 2025-, se anunció una reducción “permanente” para la soja, formalizada el 31 de julio con el Decreto 526/2025 (Foto: AP) En los hechos, el recorrido ha sido el siguiente: baja temporal de retenciones a la soja, posterior suba, nueva reducción al 26% y ahora, eliminación transitoria hasta el 31 de octubre. Estas oscilaciones no buscan resolver la situación del sector agropecuario, dado que el Estado sigue apropiándose de una porción considerable de la renta del productor. Las reducciones temporales sólo persiguen generar ingresos de divisas en momentos en que el mercado cambiario se tensiona. No están pensadas para incrementar la rentabilidad del agro a largo plazo, ni para impulsar un crecimiento sostenido en el sector. Las reducciones temporales sólo persiguen generar ingresos de divisas en momentos en que el mercado cambiario se tensiona La verdadera finalidad de esta y las anteriores rebajas de retenciones es frenar una crisis cambiaria, no mejorar la rentabilidad agropecuaria de manera duradera. El apoyo, hasta ahora solo verbal, que el secretario del Tesoro de Estados Unidos manifestó al gobierno de Milei también contribuye a contener la huida del peso hacia el dólar. El reciente decreto que reduce las retenciones (recordemos, cuestiones impositivas que deberían debatirse en el Congreso) establece que “la baja de retenciones es hasta el 31 de octubre o hasta que se alcance la liquidación de USD 7.000 millones, lo que ocurra primero. Para acceder al 0% de retenciones, deberá liquidarse al menos el noventa por ciento de las divisas entre la entrada en vigencia de la medida y hasta tres días hábiles luego de la Declaración Jurada de Venta al Exterior”. Manotazo de ahogado Esta condición revela una clara desesperación oficial por sumar dólares de manera urgente, tras la reciente sangría y con el fin de evitar que el tipo de cambio supere el techo de la banda. La pregunta central entonces surge sola: ¿por qué, si es bueno eliminar las retenciones hasta el 31 de octubre, no lo es eliminarlas de manera definitiva? La respuesta resulta evidente: la medida es un manotazo de ahogado, un intento desesperado de conseguir divisas. ¿Por qué, si es bueno eliminar las retenciones hasta el 31 de octubre, no lo es eliminarlas de manera definitiva? (Gob.China) Paradójicamente, un gobierno que se define como liberal, libertario y anarcocapitalista -una combinación llamativa de corrientes ideológicas- termina obligando a los exportadores a ingresar sus dólares y liquidarlos en el mercado oficial. Esto constituye una intervención sobre la propiedad privada, ya que el exportador debería tener la libertad de decidir cuándo y dónde vender sus divisas. El contraargumento oficial suele ser que “son liberales, pero no ingenuos”. Así, un gobierno que denuncia los males del intervencionismo estatal responde a la crisis con más intervencionismo, en vez de apostar por el libre mercado. Queda por ver cuál será la reacción del mercado en los próximos días. ¿Conviene al productor vender ahora, aprovechando la baja transitoria de retenciones pero con un tipo de cambio menor? ¿O resulta mejor esperar a noviembre, cuando se terminen los incentivos para liquidar divisas y posiblemente aparezcan nuevas presiones sobre el dólar? La historia de los acuerdos con EEUU Sobre el “respaldo” de Estados Unidos conviene revisar la historia reciente. En 2001, cuando Argentina transitaba una crisis profunda, Paul O’Neill -entonces secretario del Tesoro- decía: “Los plomeros y carpinteros de Estados Unidos que ganan USD 50.000 al año se preguntan qué estamos haciendo con su dinero, por qué deben financiar la crisis argentina”. Es probable que hoy los trabajadores estadounidenses se hagan la misma pregunta que hace veinticuatro años. Demasiada improvisación, escasa previsibilidad y nula confianza en la conducción de la política económica En definitiva, Argentina transita de un salvataje al siguiente. Primero acudió al Fondo Monetario Internacional para reforzar las reservas del Banco Central, que desembolsó cerca de USD 14.000 millones en el marco del último acuerdo por USD 20.000 millones. Pero eso no fue suficiente. Ahora el gobierno depende del respaldo del Tesoro estadounidense para evitar una corrida, mientras el ministro Luis Caputo asegura que venderá hasta el último dólar para sostener la banda cambiaria. El panorama general es claro: demasiada improvisación, escasa previsibilidad y nula confianza en la conducción de la política económica. Así, la esperanza de una recuperación genuina se diluye, y los actores económicos solo perciben incertidumbre y riesgo.
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