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» Diario Cordoba
Fecha: 22/09/2025 17:52
Las noticias sobre casos de corrupción son habituales, pero el otro día me llevé una sorpresa: el protagonista no era un político, sino un técnico, es decir, alguien con conocimientos específicos sobre algún asunto. Levanté las cejas y volví a leer el titular; después, la noticia. Efectivamente, el fiscal pedía cinco años de prisión para un técnico del ayuntamiento. Ante anomalías como esta, uno tiene que volver a engrasar los engranajes de la imaginación. En un festín de champán y gambas, ¿qué pide un experto, agua mineral? Porque con los políticos es muy sencillo hacerse una idea del proceder y del estilo; no cuesta trabajo esbozar el personaje. Podría ser el chaval que siempre le sujetaba el maletín al alcalde, el que se sacó la carrera a distancia porque la universidad de Córdoba le pillaba demasiado cerca, y porque los tablones de notas le parecían un ejercicio de transparencia indecoroso; ese que figuró en las listas del pueblo de su bisabuelo, al que utilizó para improvisar un vínculo en realidad inexistente con la localidad para justificar algo de actividad; ese que, un día, sintió herido su orgullo, consideró su talento menospreciado y, sin dudarlo, se tomó la revancha, entregándose a la prevaricación o a delitos más suculentos. Otro perfil podría ser el del fenómeno, el del que lo tiene todo claro: su carisma, su audacia, su oratoria; ese que no ve ningún problema porque en los negocios que propone ganan todos los participantes; ese para el que los remilgos morales son cosa de otro mundo porque no duda de que cualquiera haría lo mismo en su lugar. Recuerdo ahora la película El reino, de Rodrigo Sorogoyen: menudo cóctel de mediocridad, avaricia y delirios de grandeza. Son numerosas las ficciones sobre políticos corruptos. Cualquiera se queda corto con los dedos de una mano si le piden ejemplos reales. Un técnico, en cambio, no suele venirle a nadie a la cabeza si piensa en casos de corrupción. Se presupone un estudio, una tendencia a la soledad, a la grisura, y alguien así no sucumbe al oropel del dinero. Además, si lo hace, nunca lo descubrirían, lo tendría todo demasiado bien planeado. Los políticos se dedican a buscar la manera de apuntarse tantos, están pendientes de cuestiones más cosméticas; los técnicos redactan informes, se ciñen a la aplicación de sus conocimientos: para una historia de corrupción, no encajan en el perfil. Ahora bien, el asunto no está cerrado, todavía prevalece la presunción de inocencia; eso sí, si las pruebas la desvirtúan, el guionista de esta película tiene talento. *Escritor
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