22/09/2025 19:43
22/09/2025 19:43
22/09/2025 19:43
22/09/2025 19:41
22/09/2025 19:41
22/09/2025 19:40
22/09/2025 19:38
22/09/2025 19:38
22/09/2025 19:37
22/09/2025 19:37
» Diario Cordoba
Fecha: 22/09/2025 17:49
No quedan días de verano. ¿Y qué pasa? No quedan días de verano. ¡Qué frase tan musical la de mi amiga zaragozana! Apenas quedan días de la estación más cantada y sobrevalorada del año, y apenas quedan días para estrenar un nuevo e inaplazable otoño. Estrenar siempre me ha parecido guay, aunque no han sido pocas las veces las que me he arrepentido de no terminar de usar en condiciones algunos días, de algunas semanas, de algunos meses, que me han pasado por encima sin más. Terminaría de retorcer, hasta doler, muchos momentos vividos a medias, sin ser consciente de lo que estaba sucediendo alrededor mío, en mi vida, y no solo del verano, sino de cualquier día del año. ¿No os pasa a vosotros que al terminar el verano incubas un estado de profunda tristeza casi depresiva? A mí me pasaba esto antes, cuando era joven, más joven, y mucho. Y ahora, felizmente, puedo decir que he subido de nivel en cuanto a esto. Y que lo único que me apena, hoy por hoy, es no haber podido estrenar el vestido que me compré en rebajas el pasado mes de julio, pensando que en algún momento del verano entraría en él, y ahí sigue, colgado en mi armario, con la etiqueta puesta, esperando ser estrenado, como este inminente otoño. Hace algunos años, esta época me parecía tristísima, mohína, melancólica, y es que siempre he comparado el verano con la vida y el otoño con la muerte, entrando en él con los mismos pasos afligidos que el familiar de turno da tras el féretro que ya va camino del cielo, o del infierno, o del limbo, o del estado gaseoso, o del tercer estado que acaban de descubrir unos científicos y cuya teoría es que las células persistentes de organismos fallecidos pueden reorganizarse y formar nuevos organismos multicelulares llamados xenobots. Me gustan las células persistentes, cabezotas, como las mías. Lo natural sería por cada día estrenado, ser un poco más felices, ¿no creéis? Una fórmula tan simple como maravillosa. Una vida directamente proporcional sería vivir cada día que pasa siendo más feliz que el anterior, y eso nos llevaría a cada estación del año, y a cada estado de la vida, siendo felicísimos, y llegaríamos a la muerte con unos xenobots colmadísimos de felicidad. Esta noche, durante la cena, comentaré este tema a mi minifamilia. A nuestro benjamín no le gusta mucho hablar de esto, pero ¿entonces? Si no podemos soportar hablar de la muerte, ¿qué haremos cuando llegue? ¿No es más inteligente prepararse para cuando llegue el otoño sin más drama que el justo y necesario? ¿No es tan bonita la margarita cuando está en toda su plenitud primaveral que una hoja otoñal, terrosa y parda? ¡Que yo no me quiero morir aún! Pero quiero poder hablar con naturalidad de la muerte, y del otoño, sin dramas, que para drama el que tiene encima mi vestido, que calculo que pasará un par de estaciones más colgado de la misma forma, con su etiqueta puesta, aburrido en mi armario, sin estaciones, sin estreno previsto. No pienso condenar al ostracismo al otoño, porque el otoño viene después del verano, igual que la muerte viene después de la vida. De la misma forma, tampoco pienso sentir un apego tremendo al bello recuerdo de las largas noches estivales entre amigos, ni a los brindis con mi pareja con el atardecer playero al fondo, ni a los sosegados desayunos entre familia, sin prisa. Es natural la tristeza que sentimos por lo vivido, y también muy saludable expresarla. Pero ya. Sin más. Pensar en el otoño de forma habitual es inspirador, te lleva a saborear la estación anterior con apetito. Por eso, poder hablar de la muerte de forma natural tanto como de la vida, solo te lleva a un estado de plenitud que ni cuando consiga entrar en mi vestido. Y si no lo consigo, pues será un objetivo incumplido, y eso es guay también, porque estoy en ese otro nivel donde me siento tan plena cuando cumplo mis sueños como cuando no los cumplo. Soy todo eso en conjunto. Y me gusta. Pues eso, que ya no quedan días de este verano. ¿Y cuál es el problema, Eva? El verano, la vida, el otoño y la muerte, todo es muy simple, no le compliquemos la vida a nuestros futuros xenobots. ¡Feliz otoño! ABChM.
Ver noticia original