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  • Heraldo Muñoz, ex canciller chileno: “América Latina es la región que más ha retrocedido en calidad democrática”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 21/09/2025 06:34

    Heraldo Muñoz este viernes durante la presentación de la Declaración de Buenos Aires, un documento que busca articular una respuesta común de los partidos progresistas al avance de la ultraderecha. (Crédito foto: Maurice Weiss/Ostkreuz) Heraldo Muñoz (Santiago, 76 años) habla con la precisión de quien ha sido actor y testigo de primera línea de los conflictos y consensos globales de las últimas décadas. Ex canciller chileno durante el segundo gobierno de la socialista Michelle Bachelet (2014-2018), ex subsecretario general de Naciones Unidas y ex director regional del PNUD para América Latina, Muñoz atesora décadas de experiencia en los despachos del poder global. Esta semana llegó a Buenos Aires para presentar la Declaración de Buenos Aires en el marco de la Conferencia de la Alianza Progresista de las Américas, un documento que busca articular una respuesta progresista común al avance de la ultraderecha. El politólogo, autor del reciente ensayo “Democracias en peligro: regresión democrática en Latinoamérica y propuestas de futuro”, no oculta su preocupación por el momento que atraviesa la región. Su diagnóstico es demoledor: América Latina registra el mayor retroceso democrático a nivel global, con casos paradigmáticos como Venezuela, Nicaragua y El Salvador, donde líderes inicialmente elegidos por la vía electoral han terminado por desmantelar las instituciones democráticas desde dentro. “Ya no estamos frente a los golpes de Estado o cuartelazos tradicionales”, advierte desde el hotel porteño donde se aloja. La conversación discurre entre el análisis académico y la experiencia práctica de quien ha sido testigo privilegiado del deterioro del multilateralismo global. Desde la fractura del sistema comercial internacional provocada por los aranceles de Donald Trump hasta la incapacidad de la comunidad internacional para responder a las crisis en Gaza y Ucrania, Muñoz dibuja un panorama sombrío: “Dejó de existir un orden internacional legítimo”. Su llamada de alerta va dirigida especialmente al progresismo, al que insta a estar “del lado de la justicia, pero también de la eficiencia” para recuperar credibilidad frente al avance de la ultraderecha. —Usted lidera la presentación de la Declaración de Buenos Aires. ¿Por qué este es el momento para una declaración de este tipo? —Estamos en un momento de avance de las fake news, del populismo que intenta capitalizar las frustraciones, los temores, las molestias de la gente para usar incluso la institucionalidad democrática y luego deshacerse de ella. Ya no estamos frente a los golpes de Estado o cuartelazos tradicionales, sino que hoy día es el secuestro de las democracias desde adentro, de manera gradual y casi furtiva. Este fenómeno se está viendo vulnerado desde Estados Unidos hasta Europa, pasando por Hungría, Turquía, incluso la India. Es una preocupación de América Latina, pero también de carácter global. El ex canciller chileno y ex funcionario de alto rango de la ONU, actual responsable de relaciones internacionales del Partido Socialista, es especialista en democracia y multilateralismo. (Crédito foto: Maurice Weiss/Ostkreuz) —¿Cuáles son los mayores riesgos para la estabilidad democrática en la región? —Es el avance de los autoritarios, de los autócratas. Hoy día tienen instrumentos más sofisticados y poderosos que en el pasado: las redes sociales, la revolución digital. El avance del nativismo, de esta nostalgia restauradora de tiempos pretéritos basada en la narrativa MAGA —hacer a Estados Unidos grande de nuevo— que es adoptada en otros países, es uno de los fenómenos más peligrosos. Pero las democracias también están en riesgo porque este fenómeno interactúa con la persistencia de la corrupción, el incremento de la inseguridad ciudadana, del crimen organizado, las desigualdades sociales estructurales, las fake news, incluso la parte negativa de la inteligencia artificial, los deep fakes. —Su libro plantea que América Latina ha retrocedido una década en calidad democrática. ¿Qué países lo ejemplifican? —Prácticamente todas las encuestas globales indican que América Latina es la región que más ha retrocedido en calidad democrática. Gobiernos elegidos originalmente más o menos democráticamente secuestran la democracia, se van haciendo con todo el poder, como Venezuela, Nicaragua, El Salvador. Gobiernos que en un momento fueron elegidos democráticamente, pero que después se transformaron en dictaduras. Uno de los puntos claves de mi libro es que hay que prestar atención no solo a cómo se accede al poder, sino también cómo se ejerce. Hay que ejercer ese poder democráticamente, con respeto a las libertades, sin hostigar a la prensa, sin perseguir disidentes, sin encarcelar opositores, sin prohibir partidos. Algunos casos son aún más extremos, como en Venezuela, no solo con presos políticos, sino con desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, control de los medios de comunicación. Nicaragua es otro caso donde un régimen se ha transformado en la propia dictadura que buscaba sustituir a los sandinistas, con comandantes sandinistas presos y exiliados. El dictador de Nicaragua Daniel Ortega. Para Muñoz es uno de los caso más claros de "gobiernos que en un momento fueron elegidos democráticamente, pero que después se transformaron en dictaduras". (REUTERS/Leonardo Fernandez Viloria/archivo) —El multilateralismo parece estar en crisis. ¿Cómo evalúa el papel actual de la ONU? —Dejó de existir un orden internacional legítimo. Donald Trump con sus aranceles ha dinamitado el sistema de comercio internacional. Vemos un sistema multilateral debilitado, fragmentado, con tensiones geopolíticas como la invasión rusa de Ucrania o el terrorismo de Hamas con la respuesta de Netanyahu de masacres genocidas en Gaza, y la comunidad internacional sin capacidad de reaccionar. Hace escasas horas, Estados Unidos vetó una nueva resolución del Consejo de Seguridad que llamaba a la liberación de los rehenes y a un cese al fuego. Estamos ante una disolución del orden internacional, incluso —irónicamente— por parte del propio presidente de Estados Unidos, que erosiona el orden internacional de posguerra construido a imagen y semejanza de Estados Unidos. —¿Qué reformas necesita este sistema multilateral? —Hay que conformar una masa crítica de países democráticos que restauren un sistema comercial abierto y basado en reglas y un sistema multilateral más eficiente. Hay que reformar Naciones Unidas, particularmente el Consejo de Seguridad para que sea más representativo de la realidad de hoy y no la de hace décadas atrás. Y abordar el tema del veto. Yo fui facilitador de esa reforma durante dos períodos consecutivos. El problema principal siempre fue el derecho al veto, pero hay que insistir de manera porfiada en la necesidad de reformar la ONU. —Con Trump de regreso, ¿cómo debería reposicionarse América Latina entre Estados Unidos y China? —Con autonomía inteligente. No debemos alinearnos ni con Estados Unidos ni con China, sino promover los intereses propios. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero para eso está la diplomacia. Sería un error un alineamiento con un lado o el otro. Tenemos que maximizar nuestros propios intereses. Eso creo que la población nuestra es lo que espera. —La postura del presidente Boric sobre Gaza ha sido muy contundente. Chile incluso se sumó a la acusación por genocidio contra Israel en la Corte Internacional de Justicia. ¿Es coherente con la tradición diplomática chilena? —No representa un cambio, sino coherencia con la postura que Chile siempre ha tenido en favor del derecho internacional y del derecho internacional humanitario. No podemos guardar silencio frente a las matanzas de Hamas ni al genocidio que está ocurriendo en Gaza. El presidente ha alzado la voz, entendiendo que hay relaciones de Estado con Israel que hay que salvaguardar, pero no puede haber normalidad con un gobierno como el de Netanyahu y sus alianzas con la ultraderecha ortodoxa. —Las elecciones chilenas están polarizadas entre Jeannette Jara y José Antonio Kast. ¿Cómo interpreta esta situación? —Son tiempos de polarización por los ataques a la democracia, por fenómenos como la delincuencia, la inseguridad ciudadana. En Chile la situación es menos grave que en otros países de la región, pero ha aumentado el crimen. La ultraderecha capitaliza esos temores, esa frustración, ese malestar y se autopresentan como salvadores de la patria. Eso polariza y hace que el espacio para las opciones moderadas sea más dificultoso. Kast, el ultraderechista chileno que intentará por tercera vez llegar a La Moneda. (REUTERS/Rodrigo Garrido) —El voto obligatorio regresa por primera vez desde 2012. ¿Puede generar sorpresas? —Efectivamente, hay un componente importante de incertidumbre con el voto obligatorio. No sabemos cómo va a votar este segmento de la población que desde el punto de vista del voto voluntario no se levantaba el día domingo a ir a votar. De modo que agrega incertidumbre y habrá que ver si las encuestas tienen razón o no. Las personas que no tienen interés en la política, pueden decidir una elección. —Kast se reunió recientemente con Giorgia Meloni en Italia. ¿Qué lectura hace de esta internacionalización de la extrema derecha? —Tiene contactos internacionales no solo con Meloni, sino con Vox en España. Es parte de la internacional de extrema derecha, eso es incuestionable. Es inquietante, particularmente desde la perspectiva de quienes subrayan la soberanía como valor fundamental. Los autócratas se coordinan y se defienden mutuamente. Por eso tenemos que hacer lo mismo para defender los derechos humanos fundamentales, porque están bajo amenaza, como lo está la democracia. —¿Cuáles deberían ser las prioridades de una agenda progresista efectiva? —El progresismo tiene que estar decididamente a favor del crecimiento económico, sin titubeos, desde una perspectiva del desarrollo integral y sostenible. Tiene que enfrentar problemas como la inseguridad ciudadana, el crimen organizado. Hay que enfrentar la migración irregular con una política de migración irregular cero. La migración tiene que ser segura, ordenada, regular. En otras palabras, el progresismo tiene que estar del lado de la justicia, pero también de la eficiencia. Del lado del combate a cualquier irregularidad, sin dobles estándares. Tenemos que recuperar la credibilidad de la opción progresista.

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