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  • Cafetines de Buenos Aires: el bar que se ubica en el sitio donde tres avenidas forman ocho esquinas y recibió a grandes del tango

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 21/09/2025 02:30

    El Bar 8 esquinas está ubicado en Forest 1186. Y aunque se alza casi sobre la intersección que juega con los límites de Colegiales, Villa Ortúzar y Chacarita, pertenece a este último El presente relato tiene la cualidad de ser abordado por distintas vías. Tantas como el particular trazado que se dibuja entre los límites de los barrios de Villa Ortúzar, Colegiales y Chacarita. Allí confluyen las avenidas Forest, Elcano y Álvarez Thomas, que conforman ocho esquinas. ¿Qué es imposible de tres líneas que se cruzan resulten ocho ángulos? En Buenos Aires nada lo es. “Que no te cierren el bar de la esquina” inmortalizó en su canción Joaquín Sabina. Imaginen ocho. Sin embargo, este particular rincón porteño que ofrece múltiples oportunidades existe en una única locación. Porque así somos de inclasificables los porteños. El boliche que vino a cumplir con la consigna fue bautizado con un nombre genérico que representa a las tres barriadas: Bar 8 esquinas. El Bar 8 esquinas está ubicado en Forest 1186. Se fundó el 31 de octubre de 1939, cuando más que una intersección de avenidas la zona se parecía a un cruce de rutas por lo descampado. Lo fundaron un grupo de gallegos. Entre sus primeros parroquianos se encontraron un sinnúmero de tangueros de la Época Dorada. Cuenta Horacio Spinetto en el volúmen II del libro Cafés Notables de Buenos Aires, publicado por Patrimonio e Instituto Histórico de la Ciudad, que los hermanos Homero y Virgilio Espósito, Julián Centeya, Aníbal Troilo, Homero Manzi y Osvaldo Pugliese estaban entre los feligreses de esta pequeña capilla rutera. Osvaldo Pugliese fue vecino del bar. Beba, su hija, lo confirmó de esta manera para el citado libro: “Ese bar antes se llamaba El Bar Alemán, llegaban de todos los barrios, incluyendo del centro, a tomar cerveza con los riquísimos sándwiches de lomito, ¡cómo no lo voy a conocer!, si ahí, en ese hermoso barrio, mis viejos se casaron y fueron a vivir a la calle 14 de julio 1111, donde yo nací...”. Entre las fotografías que visten el salón hay una del local, sin fecha, quizás perteneciente o cercana a su inauguración en 1939, donde se luce la construcción art decó y se presenta como confitería y café El barrio al que hace referencia Beba Pugliese es Villa Ortúzar pero, por esos caprichos limítrofes, el 8 esquinas pertenece a Chacarita. Un rincón del bar homenajea a Pugliese. Es la mesa donde le gustaba sentarse a tomar café y leer el diario que le compraba al canillita de Forest y Elcano. Y entre las fotos del Maestro está enmarcada la letra y partitura del tango Mis 8 esquinas, compuesto por su hija Beba, con letra del poeta Ítalo Curio. Algún día escribiré sobre la vida migrante de Osvaldo Pugliese y cómo se lo apropian distintos barrios. En Villa Crespo nació, se formó y es su máximo referente. Boedo tiene su Esquina Pugliese, el café donde solían detenerse Osvaldo y Lidia, su mujer, cuando salían de caminata desde la casa que tenían en Almagro con destino final Pompeya. De Villa Ortúzar y Chacarita dio cuenta su hija. En fin, más barrios que los cantados por Alberto Castillo. Pero continuemos con la historia del bar. El grupo societario original tuvo lógicas modificaciones. En los años ‘60 se sumó un nuevo miembro, de apellido Rojo, responsable de las transformaciones que se conocen hasta hoy. Fue Rojo quien le dio al boliche una impronta alemana. El “Bar Alemán” al que hacía referencia Beba Pugliese. Aunque atendido por gallegos. El tiempo pasó, Rojo falleció y el bar se mantuvo sin cambios hasta 2005 cuando pasó a manos de otra familia, los Bálsamo. La familia Bálsamo se había afincado en la triple frontera unos pocos años antes. Eran oriundos de Pompeya, el mismo barrio del sur donde llegaba de caminata el matrimonio Pugliese cuando no eran vecinos cercanos al Bar 8 esquinas. Ya saben, porque lo repito hasta el hartazgo, que nuestro máximo escritor lo describió todo en su cuento El Aleph. En Buenos Aires todos los caminos confluyen en un punto. ¿Que no les parece suficiente esta referencia borgeana para definir al cruce de tres avenidas y el bar? A ver qué me dicen con esta otra. Los hermanos Homero y Virgilio Espósito, Julián Centeya, Aníbal Troilo, Homero Manzi y Osvaldo Pugliese se contaban entre los clientes asiduos de este café que hoy les rinde homenaje desde sus paredes Cuando Miguel Bálsamo compró el fondo de comercio del Bar 8 esquinas tenía 25 años. Un par de años antes había sufrido un accidente automovilístico con consecuencias en su visión. Por el golpe perdió la vista de un ojo y la capacidad del otro se redujo a menos de la mitad. Pasó por distintos tipos de operaciones. Todas sin éxito. La pérdida de la visión no le permitió continuar con la tarea como ayudante de su padre en el taller mecánico familiar. Sin embargo, apuntalado por la parentela calabresa pudo cumplir un viejo sueño: ponerse al frente del bar. Y Jorge Luis Borges siempre tiene algo para decir. En 1959 escribió el Poema de los dones. Los primeros versos dicen “Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche”. La referencia obedecía al nombramiento recibido para dirigir la Biblioteca Nacional al momento de quedar totalmente ciego. Pues a Miguel, con similar destreza, le dio el bar y también le concedió la misma noche. Hoy colabora con Miguel al frente del Bar 8 esquinas su hermano menor, Daniel. Durante mi visita les digo que no hay modo de que el cruce de tres avenidas dé lugar a ocho esquinas en lugar de seis. “Vos tenés que confiar en mí que soy ciego”, sonríe irónico Miguel mientras comienza a enumerarlas siguiendo el sentido de las agujas del reloj. Lo que ocurre es que casi paralela a la Avenida Elcano corre Virrey Arredondo y es en su cruce con Álvarez Thomas que otorga la séptima y octava esquinas. Nada que no se entienda con un mapa en la mano. O en el teléfono. ¿Y cuáles fueron las decisiones estéticas y nuevos conceptos que los Bálsamo emprendieron al momento de tomar las riendas del bar? En primer lugar, con muy buen criterio comercial para un boliche arraigado a la zona, mantuvieron la histórica denominación otorgada por los originarios al mangrullo fronterizo; y, por otro lado, respetaron el perfil germánico en el interiorismo del local como también la propuesta gastronómica. Los objetos antiguos fueron donaciones recibidas de vecinos. Hay una foto que Jorge Vidal, el cantor de la Orquesta de Osvaldo Pugliese, le dedicó a Miguel, al frente del bar desde hace dos décadas. También hay una copia de la última captura de Carlos Gardel, en Medellín, antes de subirse al fatídico avión Las paredes del Bar 8 esquinas están revestidas en madera hasta la mitad y luego, hasta alcanzar el techo, ocupadas con fotografías de los tangueros que se sentaron a sus mesas más otros ídolos populares del espectáculo y el deporte. Los objetos antiguos, como ya es tradición y lo conté en anteriores relatos, fueron donaciones recibidas de vecinos. Hay una foto que Jorge Vidal, el cantor de la Orquesta de Osvaldo Pugliese, le dedicó a Miguel. También hay una copia de la última captura de Carlos Gardel, en Medellín, antes de subirse al fatídico avión. Y una bonita fotografía del local, sin fecha —pero sospecho que habrá sido de cuando se inauguró—, donde se luce la construcción art decó y se presenta como confitería y café. La ornamentación alemana se observa en los chops, las arañas y apliques de pared y, dominando la sala, la cabeza de un ciervo. Con respecto a la gastronomía, los Bálsamo mejoraron el proveedor. Apostaron por la calidad. Ahora le compran al frigorífico Schreiber Hermanos, de Villa Ballester, el que abastece a la Embajada de Alemania en Buenos Aires. Cuenta Miguel que para el plato estrella, Goulash con Spaetzels, se tomaron un año de prueba. También recomienda el Kassler y el Jägerschnitzel. En ambos casos, lo mejor es ir y pedirlos. No pretendan que se los explique. El idioma alemán no es lo mío y la carta es muy nutrida. En el comienzo del milenio Miguel Bálsamo y su familia tomaron las riendas del bar conservando su histórica denominación. También respetaron el perfil germánico de su interior y la propuesta gastronómica, de la que destacan el Goulash con Spaetzels, el Kassler y el Jägerschnitzel Hoy el Bar 8 esquinas abre de 11 a 23, de lunes a jueves, y hasta las 24, viernes y sábados. Ya no ofrecen desayuno temprano. El cambio surgió a partir de las nuevas costumbres observadas en el barrio luego de la pandemia por covid 19, se lamentan a dúo los hermanos Bálsamo. Con respecto a sus visitantes famosos, el 8 esquinas mutó de tangueros de oro a rockeros y futbolistas. Lo frecuentaron Pappo Napolitano, Hilda Lizarazu, Luis Salinas, la familia de Gustavo Cerati, el Beto Alonso, el Conejo Tarantini, Ermindo Onega. La cercanía de productoras audiovisuales también acercó a gente de los medios como Diego Peretti, Héctor Bidonde, Juan di Natale, Felipe Pigna, Reynaldo Sietecase, Juan Sasturain y Carlos Polimeni. Con el correr de la historia el 8 esquinas mutó de ser refugio de tangueros de oro a recibir a rockeros y futbolistas. Lo frecuentaron Pappo Napolitano, Hilda Lizarazu, Luis Salinas, la familia de Gustavo Cerati, el Beto Alonso, el Conejo Tarantini, Ermindo Onega, y más Más allá de la descripción del bar y su relato histórico, es indudable que la gestión de Miguel, a partir de su discapacidad, me llenó de preguntas. Y fui por las respuestas. Miguel Bálsamo conoció el bar de muy chico, cuando iba a desayunar con su padre. Al momento de comprar el fondo de comercio veía de un sólo ojo con el 70 % de reducción. Al tiempo ya no vio más nada. Y de este desenlace ya van para 15 años. Le pregunté, entonces, cómo hace para gestionar y ejercer el control de calidad sobre algo que no ve. Así respondió Miguel: “Cuando entro al negocio me preparo para intentar percibir el ambiente, el clima, los ánimos. Lo noto en los saludos, en la devolución de la gente. Ahí ya tengo una retroalimentación. Lo otro que me llega es la cantidad de personas en el salón. Si hay mucha o poca. La gente comiendo y charlando emite un calor reconfortante. Después intento estar en todo. Voy por las mesas tocando. Chequeo que estén los individuales. Paso el dedo como un maniático para sentir que todo está limpio. Percibo cómo está acomodado el mostrador. Me creé una imagen del lugar que intento que se mantenga prolija. Intento que la gente lo sienta así. También me invaden los olores al entrar al local. Me doy cuenta qué tipo de salsa están comiendo o el ahumado de un plato alemán. Pero, sobre todo, cómo salieron los platos. Entonces me siento y los pruebo para trasladar las correcciones pertinentes a la gente de la cocina. Para nosotros también es muy importante la música. Antes pasábamos algunas radios o música de un pendrive, pero dependíamos de la atención del encargado. Hasta que armé distintas listas acorde al lugar, el horario y cada situación”. Por último, hoy comienza la primavera y como todos los años vuelve a mi cabeza la frase de Pablo Neruda: “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”. Entonces escribo estas líneas sobre el Bar 8 esquinas y la charla mantenida con Miguel y pienso que en Buenos Aires un accidente puede provocar una discapacidad, pero no puede coartar el deseo de un porteño de tener su propio café. Instagram: @cafecontado

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