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  • Un tal llamado Amós

    » Diario Cordoba

    Fecha: 21/09/2025 02:14

    Hoy, domingo, en la liturgia de la Palabra de nuestras Eucaristías, aparece en la primera lectura «un tal llamado Amós», que vivió hace 28 siglos, durante el reinado de Jeroboán II. La prosperidad y la pujanza económica había desatado las ambiciones de los poderosos, que aumentaban sin cesar sus posesiones y riquezas a costa de los pequeños propietarios que se iban empobreciendo. La miseria era tan grande que clamaba al cielo. Y el Señor oyó el gemido de los pobres. Un día llamó a un honrado campesino que se dedicaba al pastoreo de bueyes y a cultivar higos en la pequeña aldea de Tecua, a nueve kilómetros al sur de Belén. Su nombre era Amós, quien, como un sencillo hombre del campo, no va a hablar con el lenguaje erudito de los profetas profesionales, sino con un lenguaje rudo, colorista y plástico: «No soy profeta, ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel». El mensaje de Amós, el que había sido llamado «el profeta de la justicia social», era muy sencillo. Llevaba en sus entrañas la noción de Dios y la justicia que lleva dentro de sí cualquier hombre honrado. Yahvé no es un Dios de un grupo privilegiado. Porque Yahvé es justo, se le encuentra allí donde reinan la justicia y el derecho. Yahvé no es el Dios de los poderosos, que permite atropellar los derechos de los pobres. No hay un dios de los poderosos, que bendiga sus abusos, y otro dios de los oprimidos, que permita su miseria. Dios no puede hacer una alianza con los hombres, si éstos no hacen una alienza consigo mismos. En aquella época de prosperidad de Israel, dirá Amós: ¿de qué sirven las grandes celebraciones del culto, -«incensad el pan sin levadura, en acción de gracias»- si no van acompañadas de la justicia entre los hombres, «si exprimáis al pobre, despojáis al miserable, usáis balanzas con trampa y compráis al mísero por un par de sandalias». ¡Anda con el profeta Amós, el cultivador de higos! Claro que la parábola del Evangelio que se proclama hoy en las misas, ha sido considerada como «la más enigmática, la más difícil de predicar y escuchar». Es sorprendente que Jesús alabe a ese «administrador infiel» que después de haber defraudado a su amo, parece hacer nuevos negocios sucios para asegurarse su porvenir, ya que no tenía fuerzas para cavar y le avergonzaba pedir limosna. Aunque, en realidad, cuando rebajaba los barriles de aceite o las fanegas de trigo a los deudores de su amo, lo que hacía era proceder con habilidad, renunciando precisamente a su comisión, que era la única forma de pago que recibía de su dueño, para ganarse así amigos para su futuro desempleo tras el despido. Jesús saca una gran conclusión: «No podéis servir a Dios y al dinero». El «Dinero», convertido en ídolo absoluto, es el gran enemigo para construir ese mundo más justo y fraterno querido por Dios y planteado ya por el profeta Amós. Las riquezas pueden empujarnos a construir muros, crear divisiones y discriminaciones. Por eso, Jesús, en esta parábola aparentemente desconcertante, invita a sus discípulos a invertir el curso: «Hacer amigos con las riquezas». Es una invitación a saber transformar bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que poseen. Frente a nuestras carencias y fracasos, Jesús nos indica que siempre estamos a tiempo para sanar el mal hecho con el bien. El mundo sigue viviendo «momentos de confusión». «Ya nada nos asombra», comenta el periodista Bieito Rubido. «La capacidad de escandalizarse de la sociedad española parece que ha desaparecido. O tal vez peor, sólo nos escandalizamos de aquello que las televisiones nos dicen que es ‘escandaloso’. O todavía mucho más preocupante, se impone un paradigma según el cual una parte de la sociedad tiene patente de corso para cometer todo tripo de tropelías y la narcotizada opinión pública ya sólo atiende a conseguir el condumio y abandonar las ideas, la ética, los valores». Necesitamos la voz de un nuevo profeta Amós, escuchar las palabras de Jesús y recitar los versos de Vicente Gaos: «No corazón, no te hundas. / Y vosotros, ojos, no queráis cerraros en llanto». *Sacerdote y periodista

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