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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 20/09/2025 02:47
Julio De Vido, Cristina Kirchner y José López, en otras épocas (Télam) ¿Hay tal cosa como un momento destructor de gobiernos? A los analistas de la política les encanta la expresión. Simboliza el símbolo, el hecho que derrumba a una gestión al traicionar la confianza pública. Es una escupida en la cara del pacto social, una obscenidad. José Francisco López, secretario de Obras Públicas de la Nación durante doce años bajo los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner, funcionario crucial de Julio De Vido, no llegó a tanto, pero casi, cuando, en junio de 2016 se descubrió que revoleó 9 millones de dólares en bolsos en un convento de monjas en General Rodríguez. Ese dinero, según él mismo declaró, provenía de las arcas públicas. Mauricio Macri ya era presidente para aquel entonces. Imagínense el efecto si era presidente, bueno, Cristina Kirchner. López reapareció a mediados de julio último. Lo hizo ante el Tribunal Oral Federal N°2, en una audiencia para definir la unificación de las condenas en su contra por enriquecimiento ilícito y administración fraudulenta en perjuicio del Estado, para recibir una pena unificada de 13 años de cárcel. Lo hizo desde la cárcel de Ezeiza, donde permanece detenido desde el 16 de junio, luego de que la Corte Suprema de Justicia confirmara su condena por corrupción en el caso Vialidad. Este próximo 6 de noviembre, López volverá a conectarse por Zoom desde la salita de computadoras de la cárcel, para comenzar a ser enjuiciado por el Tribunal Oral Federal N°7 en la causa de los cuadernos de las coimas escritos por el chofer Oscar Centeno, seis años después del comienzo del expediente. Se encontrará en ese tablero con su viejo jefe Julio De Vido, con Cristina Fernández de Kirchner, con Roberto Baratta, a quien superaba en rango, más no en poder real, con algunos empresarios insignia del capital argentino que admitieron pagar coimas para engrasar la gran rueda de la obra pública. En 2019, el juez Claudio Bonadío lo elevó a juicio, acusado de ser un organizador de la asociación ilícita que CFK y De Vido supuestamente encabezaron. Y al contrario de sus viejos compañeros y jefes políticos, en esta causa, López fue un delator, un arrepentido, un miembro del Programa de Testigos e Imputados del Ministerio de Justicia de la Nación. No tardó mucho: confesó a mediados de agosto de 2018, menos de tres semanas después de la explosión del caso. Tras hablar durante horas luego de acordar su nuevo rol con el fiscal Carlos Stornelli, pidió que, irónicamente, lo trasladen al penal de Ezeiza por temor a represalias. 2016: López y los bolsos en el convento de General Rodríguez El ex funcionario nacido en Tucumán fue, según esa imputación, un articulador en la historia de los cuadernos. No cobró una coima él mismo; al contrario de sus viejos compañeros, Bonadio no lo acusó de ningún caso de cohecho. “Tuvo una función activa desde los comienzos de la organización, coordinando con los empresarios las obras a asignar, y los pagos que luego destinarían a los jefes de la asociación” por intermedio del financista Ernesto Clarens, asegura un documento de la causa: “Según la prueba obrante en autos, el rol de López dentro de la organización se habría intensificado después del fallecimiento de Néstor Kirchner”. El empresario Carlos Enrique Wagner, otro arrepentido en la trama, uno de particular importancia, aseguró: “Estos montos de dinero eran entregados a alguno de los recaudadores. Roberto Baratta disponía quién iba a recaudar. Lo mismo el ingeniero López”. Ambos solían decir que era “plata para arriba”. López aseguró, sin rodeos: “Yendo a lo específico, al tema que hoy nos convoca quiero manifestar que lo que planteó Wagner era así”. Luego, detalló el esquema. No se trataba de solo de Baratta, a quien López no consideraba un amigo, ni un referente de particular autoridad. Carlos Wagner, empresario arrepentido en la trama de los cuadernos La confesión del arrepentido López “Yo lo que puedo aportar es específicamente de las obras viales, que eran justamente las obras de mayores montos que se manejaron en la secretaria de obra pública. Para comenzar durante el periodo 2005 - 2010 se desarrolla un sistema que consistía en recaudar y mi función era de coordinar con Daniel Muñoz (nota: secretario privado de Néstor Kirchner, fallecido en 2016) para que él fuera el depositario de lo que las empresas que había nominado Wagner pudieran hacer su objetivo”, aseveró. “Los porcentajes variaban entre el 3, 5 y rara vez el 7 por ciento, se desarrollaban en los anticipos financieros, y si no tenia anticipo financiero sobre los certificados. El anticipo financiero era el 10 por ciento de la obra y de ese porcentaje se cobrara el cinco por ciento”. Había, desde ya, un teléfono rojo para hablar estas cosas. “En cuanto a la dinámica del sistema, las entregas a Muñoz eran de dos a tres veces por semanas entre 100 mil a 300 mil dólares o euros. Cuando había una entrega, personas que desconozco, que tenían relación con Muñoz, se comunicaban conmigo a un teléfono punto a punto, y con esto quiero significar que allí solo recibía llamadas de este tenor. Sonaba al menos tres veces a la semana. Nunca realicé una llamada desde ese teléfono. Estaba prendido las 24 horas y las llamadas podían entrarme a cualquier hora”. Ese teléfono se lo dio, precisamente, Daniel Muñoz. Daniel Muñoz junto a Néstor Kirchner Con Muñoz, dijo López, “controlaba el cumplimiento de las entregas. A mí me tenían que dar cuenta del cumplimiento de la obra y que cumplieran lo pactado en cuanto a la entrega del monto, lo demás yo no me metía. Cuando se hacia la licitación yo llevaba los registros de qué licitaciones se habían ganado y quiénes estaban”. Uso un término para llamar a estos triunfadores de la obra pública. Suena un poco cínico y un poco afectuoso a la vez. “El club”, les decía López. Más tarde, el hombre del convento recordó a Néstor Kirchner, y una de sus máximas. “Kirchner siempre decía `La plata de la política es para eso. Mi entre nosotros la hablamos’.” “Este sistema siguió así hasta que murió Kirchner”, continuó luego. No fue el único en decirlo: en su indagatoria, Centeno mismo habló de cambios en el supuesto esquema de recaudación tras el fallecimiento del ex presidente. López en Comodoro Py, en uno de los juicios en su contra (Centro de Información Judicial (CIJ)) La confesión delatora de López se extendió durante horas en Comodoro Py. Habló, por ejemplo, del dinero dentro de los bolsos del convento, de dónde provenía ese efectivo. “Esa plata era de la recaudación”, dijo. El dinero venía de “Fabián”. “Si me llamaba Fabián era porque Cristina así se lo había indicado, Fabián era Cristina. Yo me preguntaba en ese momento por qué me habían elegido a mí. Es obvio que creí que el dinero era de Cristina y que quien estaba enviando a Fabián era ella, y por eso le hice caso”, continuó. La transcripción de la confesión de López, proveniente del expediente de la causa Cuadernos a la que accedió Infobae no contiene un apellido. “Fabián”, tal vez, haya sido Fabián Gutiérrez, el ex secretario privado de Cristina Fernández de Kirchner, asesinado en 2020. En un momento, uno de tantos, el ex secretario de Obras Públicas recordó una anécdota, que revela la eficiencia de la presunta máquina recaudadora: “Alrededor de 100 millones de pesos en total junto con Roberto Baratta se juntaron de obras para la campaña 2013. En el año 2015, faltaban dos días para un acto y movilización en Plaza de Mayo y me pide una reunión el ‘Cuervo’ Larroque. Me dice que necesitaba para el día siguiente 45 millones de pesos. Le dije que no tenía que hablar conmigo sino con De Pedro, se fue enojado. Yo inmediatamente pedí una reunión con De Vido y me dijo que había hecho bien”. Finalmente, “Wado” De Pedro fue sobreseído por el juez Bonadio, así como Andrés “El Cuervo” Larroque.
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