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» Comercio y Justicia
Fecha: 19/09/2025 22:01
El vino, emblema cultural y productivo del país y eje de la economía de varias provincias, atraviesa un momento realmente crítico. La industria vitivinícola enfrenta un doble desafío: un mercado interno en declive y exportaciones debilitadas, en un contexto de crisis económica y cambios en los hábitos de consumo. Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en julio de 2025 las ventas internas cayeron 13% interanual, mientras que las exportaciones retrocedieron 21,1%. Este panorama refleja problemas coyunturales, como la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, junto con transformaciones estructurales que afectan la demanda. Mercado interno: caída libre + cambio de hábitos En julio, las ventas de vino en el mercado doméstico alcanzaron 658.677 hectolitros, 13% menos que el año anterior. El consumo per cápita mensual se ubicó en 1,39 litros, una caída del 14% respecto a 2024, consolidando una tendencia de declive. Para dimensionar, en los años ’70 el consumo anual superaba los 80 litros por persona; hoy, apenas ronda los 18 litros. La inflación sostenida, el encarecimiento de productos básicos y la pérdida de poder adquisitivo desplazan al vino de las preferencias de los consumidores, que optan por alternativas más económicas o reducen el gasto en bebidas alcohólicas. El informe del INV revela cambios en la composición de las ventas. Los vinos sin mención varietal, que representan el 66,6% del volumen, cayeron 5,6% en el acumulado enero-julio. En contraste, los varietales crecieron 9,2%, alcanzando casi 30% del mercado, lo que indica una preferencia por calidad en un segmento de consumidores que consume menos volumen. Los espumosos, asociados a celebraciones, subieron 6,2% en julio, mientras que los “otros vinos” (dulces o especiales) crecieron 51,7%, aunque su peso sigue siendo marginal. Por color, los vinos blancos retrocedieron 6,5% en julio y 11,4% en el acumulado, mientras que los tintos y rosados cayeron 14,8% en el mes, pero crecieron 3,3% en el año. Estos datos reflejan un cambio cultural: el vino pierde protagonismo como bebida cotidiana y se asocia cada vez más a ocasiones especiales o consumos de nicho. Los consumidores más jóvenes y urbanos priorizan experiencias de calidad sobre el consumo masivo, una tendencia que la industria intenta capitalizar para mitigar las pérdidas. Exportaciones: pérdida de competitividad El panorama externo es igualmente desalentador. En julio de 2025, las exportaciones de vino cayeron 21,1% interanual. Los segmentos clave muestran retrocesos significativos: el vino a granel se desplomó 50,4%, afectado por la competencia de países como Chile, España e Italia, que ofrecen precios más bajos. El vino fraccionado cayó 11,3% en volumen y 16,1% en valor FOB, evidenciando dificultades para mantener precios competitivos en mercados internacionales. El mosto concentrado, en cambio, mostró resiliencia, con una caída de solo 0,4% en julio y un crecimiento del 7,2% en el acumulado. Los espumosos, aunque marginales, crecieron un 37,5% en volumen. Estados Unidos sigue siendo el principal destino, con 1.500 hectolitros por 32 millones de dólares, seguido por Reino Unido y Brasil, aunque todos registraron contracciones. En el acumulado enero-julio, las exportaciones cayeron 6,9% en volumen y 6,2% en valor, confirmando un año desafiante. Envases: la botella domina, pero el Tetra Brik avanza En cuanto a los envases, la botella sigue liderando las exportaciones de vino fraccionado, con 93,4% del total, aunque cayó 13,3% en volumen. El Tetra Brik, asociado a segmentos de bajo precio, creció 35%, pero solo representa el 6,6% del total. El Bag in Box, popular en mercados europeos por su sustentabilidad, se desplomó 77,5% en Argentina, mostrando su falta de consolidación. En el mercado interno, la botella mantiene su prestigio, pero el Tetra Brik y el Bag in Box podrían ganar terreno entre consumidores jóvenes que buscan practicidad, según proyecciones de expertos. Factores detrás del declive La caída del consumo y las exportaciones no responde sólo a la coyuntura económica. Factores estructurales agravan el problema: Inflación y poder adquisitivo: El aumento de precios de alimentos y bebidas supera la actualización de ingresos, relegando al vino de la canasta básica. Competencia con otras bebidas: La cerveza se consolida como la bebida alcohólica preferida, con precios más accesibles y fuerte aceptación entre los jóvenes. Tipo de cambio y costos: La apreciación del peso en términos reales, sumada a altos costos logísticos y presión impositiva, reduce la competitividad del vino argentino frente a competidores regionales. Cambio cultural: El vino dejó de ser una bebida cotidiana para asociarse a momentos especiales o consumos premium, en línea con un proceso de “premiumización”. ¿Nuevas estrategias? A pesar de las dificultades, la industria vitivinícola nacional cuenta con fortalezas históricas: la calidad de sus terroirs, el prestigio del Malbec y la creatividad de las bodegas para adaptarse. Sin embargo, el panorama actual impone a las bodegas el diseño de nuevas estrategias para recuperar el mercado interno y ganar competitividad externa. Las bodegas podrían enfocarse en promover varietales y espumosos, que muestran crecimiento, y en explorar envases alternativos para captar nuevos consumidores. La innovación en marketing, la búsqueda de nuevos mercados y la adaptación a los gustos de las generaciones jóvenes serán posibles claves para revertir la tendencia. Por ahora, la industria enfrenta un 2025 complejo.
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