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» Comercio y Justicia
Fecha: 19/09/2025 22:00
Luis Ulla – Presidente del Consejo Consultivo del IARSE A comienzos del nuevo milenio, en un contexto profundamente adverso para la Argentina, nació una de las iniciativas que comenzó a aportar valor y a motivar a que otros hagan los mismo en materia de responsabilidad social y sustentabilidad de nuestra región: el Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE). Ya en el 2000, con acento explosivo en el 2001, el país atravesaba la que quizás fue la peor crisis de su historia reciente: desconfianza en las instituciones, quiebre del tejido social, desempleo masivo y un clima de incertidumbre que impregnaba la vida cotidiana. Fue, paradójicamente, en ese escenario que con un grupo de colegas decidimos fundar un instituto cuya misión fuera promover una ética en la gestión de las organizaciones y, particularmente, una ética en la toma de decisiones empresariales. No estábamos solos en esa travesía. Nos acompañaron desde el inicio fundaciones como Avina y Kellogg’s, que vieron en la propuesta un germen valioso, así como el Instituto Ethos de Brasil, referente continental en estas temáticas. Desde el interior de la Argentina, con visión y convicción, nos animamos a proyectar hacia Buenos Aires –y luego hacia América Latina– un espacio que invitara a repensar la forma en que se conducen las organizaciones, situando en el centro a la ética, la responsabilidad y la sustentabilidad. Una ética del cuidado Desde sus orígenes, el IARSE se apoyó en pensadores como Bernardo Toro y Leonardo Boff, quienes propusieron la idea de una ética del cuidado. Se trataba de dar un paso más allá del mero cumplimiento normativo o de la filantropía empresarial: había que pensar en la responsabilidad hacia las personas, hacia la cultura, hacia el entorno social y hacia la naturaleza misma. Esa ética del cuidado se tradujo en principios como la transparencia, la rendición de cuentas y la coherencia entre esfuerzos y resultados. En otras palabras, no bastaba con hacer, había que explicar por qué se hacía, cómo se hacía y cuál era el impacto real de esas decisiones. La ConfIARSE: un encuentro de pioneros Con el paso de los años, comprendimos que era necesario generar un espacio de encuentro y de aprendizaje colectivo. Así nació, en 2010, la primera edición de la Conferencia, concebida como un punto de reunión entre referentes, expertos y personas interesadas en la gestión con ética y perspectiva de contribución a la sustentabilidad. El coraje de organizar esa conferencia desde el interior del país y llevarla a Buenos Aires tuvo un sentido especial: era un acto de confianza en que había una comunidad dispuesta a crecer, a escuchar y a sumar esfuerzos. ConfIARSE se fue transformando, a lo largo de 16 años, en un espacio de referencia, reuniendo en algunas ediciones a más de 600 participantes y generando redes de conocimiento y colaboración que se multiplicaron en toda América Latina. La pandemia interrumpió ese ciclo analógico hoy tan preciado y lo volvió digital; pero no logró borrar la huella de un evento que durante más de tres lustros sostiene viva la conversación sobre ética, cuidado y responsabilidad en la gestión. El sentido pionero Ser pioneros no significa buscar protagonismo o reclamar reconocimiento, sino atreverse a dar el primer paso cuando todavía no existe un camino trazado. Así, proponer la responsabilidad social empresaria como un eje de gestión parecía un planteo marginal o incluso ingenuo. Hoy es un discurso instalado en buena parte de la cultura organizacional global. Esa transformación cultural es quizás la mayor recompensa para quienes decidieron correr el riesgo inicial. Los verdaderos pioneros saben su tranquilidad deviene de constatar que aquello que alguna vez fue apenas una idea incipiente, luego de años de insistencia, se ha convertido en parte de la cultura compartida. La paga está en hacer que conceptos como sustentabilidad, ética del cuidado, transparencia y rendición de cuentas ya no sean marginales, sino exigencias crecientes para cualquier organización que aspire a perdurar y a ser legítima ante la sociedad. Un legado que trasciende El camino recorrido por el IARSE y sus Conferencias deja varias enseñanzas. La primera: siempre vale la pena apoyar a quienes se animan a ser pioneros, a quienes dan el primer paso en un terreno nuevo. Porque con frecuencia, cuando las ideas se generalizan y se vuelven sentido común, se pierde la memoria de quiénes fueron los que primero arriesgaron. La segunda: la ética no es un adorno ni un lujo, sino un principio rector de la gestión. En tiempos de incertidumbre, es la brújula que permite orientar decisiones con sentido de bien común. Y la tercera: la sustentabilidad, lejos de ser una moda pasajera, constituye hoy un norte estratégico ineludible para las organizaciones. Mirando hacia adelante Ser pionero es, en última instancia, un acto de confianza en que las ideas pueden transformar realidades, confianza en que los demás recogerán y ampliarán lo sembrado, confianza en que la ética y la responsabilidad no son cargas, sino fuentes de legitimidad y de futuro. Ese espíritu, nacido en medio de una crisis, sigue siendo hoy tan vigente como entonces. Porque cada época tiene sus desafíos, y en todas ellas se necesitan personas e instituciones dispuestas a abrir camino, aun cuando no haya garantías de éxito inmediato. Lo importante es que, gracias a tantos “locos” pioneros, la conversación sobre ética, responsabilidad y sustentabilidad ya no pertenece a una minoría aislada: forma parte de la cultura de nuestra región y, cada vez más, del mundo. Ese es el verdadero legado.
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