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Crespo » Paralelo 32
Fecha: 18/09/2025 10:34
Desde la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP) conversaron con Erika de Sautu Riestra, quien combina en su vida la pasión por la actuación con una experiencia de maternidad poco convencional. Reconocida por su talento y su reciente papel en la serie de Netflix En el Barro, la actriz también se define por una historia personal marcada por la fortaleza y la aceptación. Una vocación temprana La actuación apareció de manera natural en su vida. Desde los actos escolares ya mostraba interés por subirse al escenario, aunque fue recién a los 18 años cuando comenzó a estudiar teatro con Lito Cruz. Su primera gran oportunidad llegó al quedar seleccionada entre 1.500 aspirantes para un musical en el Teatro San Martín, experiencia que ella recuerda como un sueño cumplido. Un camino en un medio hostil En sus inicios, De Sautu Riestra atravesó un ambiente artístico dominado por prejuicios y prácticas machistas. “Ser adolescente y buscar trabajo en ese contexto era complicado”, reconoce. Con el tiempo, celebra que los cambios sociales impulsados por los movimientos feministas hayan puesto límites a situaciones de acoso que antes se naturalizaban. El fenómeno de En el Barro Convertida en Olga, una médica que cruza la delgada línea entre la ética y el delito, De Sautu Riestra celebra el éxito global de la ficción. La serie no solo le dio un personaje potente, sino también la posibilidad de visibilizar problemáticas actuales vinculadas a la estética y la salud. “Netflix es una máquina muy poderosa; llegar a 190 países es algo impensado años atrás”, admite. La maternidad como escuela de vida Más allá de la pantalla, su historia personal tiene un capítulo fundamental: Gaspar, su hijo mayor, fue diagnosticado con lisencefalia a los pocos meses de vida. El cuadro neurológico la llevó a aprender procedimientos propios de terapia intensiva. “Los primeros años fui mamá de terapia intensiva antes que mamá tradicional”, explica. Con el tiempo, aprendió a correrse del rol clínico y a conectarse con su hijo desde el juego y la ternura cotidiana. De Sautu Riestra asegura que nunca vivió la discapacidad de Gaspar como una batalla, sino como una forma distinta de maternidad. Esa aceptación le permitió disfrutar del presente y también acompañar a su segundo hijo desde otro lugar. “Tengo lo que todas las madres desean: un bebé eterno”, afirma con serenidad. Rebeldía en canas Dejarse las canas fue para la actriz una decisión estética y política. En un entorno donde la juventud parece ser una exigencia permanente, reivindica la libertad de mostrarse tal cual es: “Durante décadas nos impusieron que envejecer era un defecto; hoy las canas pueden ser símbolo de belleza y autenticidad”. Una mirada hacia adelante Hoy, con 58 años, Erika se define como una mujer que cuida su salud física y emocional a través de la alimentación, el entrenamiento y la terapia. No proyecta a largo plazo, pero sí sostiene un deseo que la acompaña desde niña: tener vida y salud hasta la vejez, y seguir trabajando en lo que ama. Con una vida atravesada por la resiliencia y la autenticidad, Erika de Sautu Riestra demuestra que la pasión y la fortaleza pueden transformar las adversidades en aprendizajes. Su historia invita a repensar la maternidad, la belleza y el paso del tiempo desde un lugar de aceptación y libertad, mostrando que nunca es tarde para vivir con coherencia entre lo que se es y lo que se elige mostrar al mundo.
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