17/09/2025 22:36
17/09/2025 22:35
17/09/2025 22:34
17/09/2025 22:33
17/09/2025 22:31
17/09/2025 22:31
17/09/2025 22:31
17/09/2025 22:31
17/09/2025 22:30
17/09/2025 22:30
» Misionesopina
Fecha: 17/09/2025 21:14
En medio de una crisis que golpea los bolsillos de todos, los gestos solidarios se vuelven faros de esperanza. Uno de esos ejemplos llega desde Posadas, donde Emanuel San Martín, un joven peluquero de 23 años, decidió dedicar el trabajo de su peluquería cada miércoles para ofrecer cortes de pelo gratuitos a jubilados. La iniciativa, que comenzó esta semana, rápidamente llamó la atención no solo de sus clientes, sino también de la comunidad. Emanuel, que hace diez meses abrió su propio local con mucho esfuerzo, después de tres años de trabajar en otras peluquerías, y de sobreponerse al miedo de no poder sostenerlo, encontró una manera de tender la mano a quienes más lo necesitan. Lejos de buscar marketing personal o una estrategia comercial, este gesto refleja una convicción profunda: la solidaridad puede cambiarle el día a alguien y también fortalecer el lazo entre generaciones. En tiempos donde el desencanto y el individualismo social parece crecer, la historia de este joven demuestra que hay otra forma de mirar la realidad, desde la empatía y el compromiso. Misiones Opina dialogó con Emanuel, quien compartió su recorrido personal, los desafíos de emprender en plena crisis y las razones que lo llevaron a dar este paso solidario. La dirección de la peluqueria es Lavalle 1416 entre Paraguay y Brasil. Entrevista —Emanuel, ¿cómo fue tomar la decisión de abrir tu peluquería con solo 23 años y en un contexto tan complicado? —La verdad es que al principio fue todo miedo. Uno se pregunta cómo va a hacer para pagar un alquiler, los impuestos, los insumos, en una economía que no da respiro. Durante meses pensé que no iba a llegar a fin de mes, pero también me repetía que si trabajaba con responsabilidad, el esfuerzo me iba a permitir crecer. Y así fue. Hace diez meses abrí mi propio local y, aunque el camino no es fácil, siento que cada día voy construyendo algo que es mío, algo que tiene futuro. —¿Dónde te formaste y cómo empezaste en el rubro? —Arranqué a los 19 años en una academia y de ahí en más no paré de capacitarme. Hice cursos en distintas peluquerías, aprendí mucho también con tutoriales en internet, viendo videos y practicando con la máquina. Es un oficio en el que nunca terminás de aprender porque las modas cambian, los estilos se renuevan y los clientes siempre traen algo nuevo. Hoy me dedico principalmente al corte masculino, aunque en el local también trabaja una colega que atiende a las mujeres. —¿Cómo surgió la idea de regalar cortes de pelo a los jubilados? —Lo pensé como una forma de dar una mano a un sector que la está pasando muy mal. Los jubilados tienen ingresos que no alcanzan, y muchas veces relegan cosas que parecen simples pero que hacen a la autoestima, como un corte de pelo. Entonces dije: al menos un día a la semana, los miércoles, ellos no van a tener que preocuparse por eso. Solo tienen que venir, sentarse y dejar que los atendamos con la mejor onda. No necesitan traer papeles ni comprobantes, alcanza con que digan que son jubilados. —¿Te inspiraste en algún caso cercano, algún familiar que te haya motivado? —Sí, mi mamá es docente y su sueldo nunca fue alto. Eso me hizo entender de cerca lo que significa ajustar cada peso. Y también tengo clientes mayores que me cuentan lo difícil que es llegar a fin de mes. Creo que todos tenemos alguien en la familia o en el barrio que nos muestra esa realidad. De ahí nace la necesidad de aportar un granito de arena. No es la solución a los problemas del país, pero sí es una manera de decirles: acá hay un lugar donde son bienvenidos y cuidados. —¿Es tu primera acción solidaria o ya venías haciendo cosas parecidas? —En realidad ya venía con algunas movidas en los barrios. Me gusta ir los domingos a compartir con los chicos, cortarles el pelo cuando puedo, organizar una chocolatada o llevar facturas. Esas experiencias me marcaron mucho porque ves la humildad real, la que no siempre aparece en los medios. Y te das cuenta de que cuando uno comparte un poco de lo que tiene, recibe mucho más en gratitud y cariño. —¿De dónde viene esa mirada solidaria? Porque no es lo más común en jóvenes de tu edad. —Creo que tiene que ver con mi historia. Yo crecí en el barrio Laurel, en la chacra 190, y sigo viviendo ahí. No tuve todo servido, tuve que esforzarme y aprender de abajo. Eso me enseñó a valorar cada paso y a darme cuenta de que hay personas que, por más esfuerzo que hagan, no siempre tienen la oportunidad. Entonces, si uno puede aportar aunque sea algo mínimo, ya es mucho. —¿Tenés participación en política o alguna ideología que te mueva en este sentido? —No, la verdad es que no participo en política. Tengo conocidos que sí, pero yo desde mi lugar prefiero ayudar de manera concreta. No me identifico con ningún partido. Lo único que deseo es que el país y la provincia sigan creciendo y que la gente que más lo necesita pueda recibir una mano. Si todos hiciéramos un poquito, estaríamos mejor. —Para cerrar, ¿qué mensaje te gustaría dejar? —Quiero invitar a todos los jubilados a que vengan los miércoles, a que se acerquen sin miedo. Nuestra peluquería siempre va a recibirlos con buena onda y con respeto. Que sientan que su tiempo y su cuidado también valen. Y al resto de la gente, decirles que nunca está de más dar una mano, por más pequeña que parezca. Porque lo que uno cree que es chiquito, para el otro puede ser enorme.
Ver noticia original