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  • Hallan un misterioso cambio en el núcleo de la Tierra mediante datos satelitales

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 17/09/2025 16:34

    Un cambio en la frontera entre el núcleo y el manto terrestre alteró la gravedad global según mediciones satelitales de alta precisión ( Freepik) Un hallazgo inesperado en el corazón de la Tierra acaba de ofrecer una nueva ventana para comprender la dinámica de las capas más profundas del planeta. Un grupo internacional de investigadores identificó un cambio misterioso en la zona que separa el núcleo del manto terrestre, a casi tres mil kilómetros bajo nuestros pies, ocurrido entre 2006 y 2008. El descubrimiento se produjo hace poco tiempo gracias a un análisis minucioso de datos satelitales. Satélites GRACE detectaron en 2007 una señal anómala en el Atlántico oriental imposible de explicar por movimientos de agua superficial (GEO) Lo que parecía inmutable resultó ser más dinámico de lo pensado, y la clave estuvo en la gravedad. La historia se inicia con satélites del Experimento de Recuperación de Gravedad y Clima (GRACE, por sus siglas en inglés) que orbitaron la Tierra desde 2002 hasta 2017. Estas naves gemelas, diseñadas por Estados Unidos y Alemania, medían con gran precisión los cambios en el campo gravitatorio del planeta. Normalmente se usaban para detectar variaciones en la distribución del agua, como el retroceso de glaciares o el agotamiento de acuíferos, pero terminaron revelando algo mucho más profundo. Mientras se desplazaban en formación, uno detrás del otro, registraban diferencias ínfimas en la distancia que los separaba. Si un satélite se veía atraído por una masa de gran tamaño, como una cordillera, su velocidad cambiaba levemente y ese mínimo desajuste quedaba registrado. Fue en esas mediciones donde la geofísica Isabelle Panet, de la Universidad Gustave Eiffel de París, notó algo fuera de lo común. “Es una observación realmente novedosa”, afirmó al presentar los resultados publicados en Geophysical Research Letters. Junto con la autora principal, Charlotte Gaugne Gouranton, de la Universidad de la Ciudad de París, y un equipo de colaboradores, Panet halló una señal anómala que alcanzó su máximo alrededor de 2007 y se concentró frente a la costa atlántica de África. La variación gravitatoria coincide con una sacudida geomagnética regional lo que sugiere un vínculo con el flujo del núcleo externo ( Freepik) Lo intrigante es que esa variación en la gravedad no podía explicarse por el movimiento de agua en la superficie. “Así que, al menos parcialmente, tiene que tener un origen en la Tierra sólida. Tiene que provenir de muy profundas profundidades”, sostuvo la especialista. Una capa en constante movimiento El límite entre el núcleo y el manto, conocido por los geólogos como CMB, se encuentra a una profundidad cercana a los 2900 kilómetros y funciona como una frontera dinámica. Allí el núcleo externo, líquido y compuesto en su mayoría de hierro, roza el manto sólido. Esa interacción es fundamental para la generación del campo magnético que protege a la Tierra de las tormentas solares y para procesos que influyen en la aparición de grandes terremotos. Sin embargo, la evolución de esa frontera seguía siendo un enigma. Los nuevos datos abren una oportunidad para descifrar esa relación. Investigadores que analizaron en detalle las mediciones de GRACE y de la técnica de Satellite Laser Ranging (SLR) entre 2003 y 2015 encontraron una señal gravitatoria anómala de orientación norte-sur en el Atlántico oriental en enero de 2007. Esa señal evolucionó en escalas de tiempo de pocos años o incluso menos. Su origen no se vinculó con agua superficial ni con movimientos de fluidos en el núcleo, lo que lleva a pensar en procesos del manto profundo. El equipo sugiere que se trató de una redistribución rápida de masa causada por una transición de fase mineral, en la cual la perovskita del manto inferior se transformó en post-perovskita dentro de una región térmicamente heterogénea. Esa transformación, que ocurre bajo temperaturas y presiones extremas, puede modificar la densidad de las rocas y generar topografías locales de apenas unos decímetros en el CMB. Aunque minúsculo en escala, ese cambio resulta suficiente para alterar el campo gravitatorio de un planeta entero. El límite núcleo manto se encuentra a casi tres mil kilómetros de profundidad y su dinámica influye en el campo magnético terrestre (EFE) Los investigadores destacan que casi al mismo tiempo se registró una sacudida geomagnética en la misma región, observada con datos magnéticos satelitales. La coincidencia sugiere un vínculo entre los cambios de masa en la base del manto y variaciones en el flujo del núcleo, lo que a su vez incide en la fuerza y el comportamiento del campo magnético. Esta conexión refuerza la idea de que el interior de la Tierra responde a procesos mucho más rápidos de lo imaginado, en periodos de años y no de millones de años. Lo que revela la gravedad terrestre El hallazgo tiene implicancias que van más allá de la curiosidad científica. Al detectar movimientos de masa tan profundos, los satélites demuestran que la tecnología espacial puede convertirse en una herramienta clave para entender el planeta. “El descubrimiento, posible gracias a que el cambio geológico alteró el campo gravitacional del planeta, constituye un testimonio asombroso de la existencia de satélites en órbita terrestre”, subrayó Panet. Hasta ahora, los cambios en la distancia entre los satélites GRACE se usaban para monitorear fenómenos superficiales. Que esa misma técnica haya servido para identificar una transformación a miles de kilómetros bajo la corteza marca un antes y un después. Panet y sus colegas ya habían probado con anterioridad que era posible detectar variaciones de masa a cientos de kilómetros de profundidad antes de grandes terremotos. Ahora lograron ir todavía más abajo, al límite entre el núcleo y el manto, un territorio que parecía inaccesible para este tipo de observaciones. La transformación mineral habría creado topografías decimétricas en el CMB alterando la distribución de masa en solo un par de años (DAN SHIM/ASU) El equipo plantea que la señal de 2007 podría ser solo el primer indicio de una dinámica más frecuente. Si se confirman otros episodios similares, será necesario reconsiderar cómo interactúan las distintas capas del planeta. Comprender esos procesos ayudaría a explicar el mantenimiento del campo magnético y a anticipar cambios en su intensidad o dirección, factores esenciales para la vida en la Tierra y para la tecnología que depende de la magnetosfera, como las comunicaciones y la navegación satelital. El estudio también pone en primer plano el papel de la mineralogía en la evolución planetaria. La transición de perovskita a post-perovskita, antes considerada un fenómeno estable a escalas de millones de años, muestra ahora una faceta más activa. Las heterogeneidades térmicas, es decir, las diferencias de temperatura dentro del manto, pueden desplazarse verticalmente en la base de las columnas de roca caliente conocidas como surgencias. Ese movimiento produce ajustes en la profundidad del límite de fase y altera la topografía del CMB en lapsos breves, de apenas dos años. En términos prácticos, las topografías decimétricas identificadas parecen pequeñas, pero implican una reorganización de masas gigantescas. La gravedad, tan constante en la experiencia cotidiana, se revela como un indicador sensible de procesos internos que ni siquiera los terremotos o los volcanes pueden delatar. El registro de GRACE se convierte así en una especie de sismógrafo global para el corazón de la Tierra. Comprender estas variaciones ayudará a explicar cómo se mantiene el campo magnético que protege al planeta de las tormentas solares ( Freepik) La investigación continuará para evaluar cómo estos cambios en la topografía del CMB influyen en el flujo del núcleo y en el campo geomagnético, y para determinar si eventos rápidos similares se repitieron durante el periodo de observación de GRACE y su sucesor GRACE-FO. Cada nuevo dato ayudará a afinar los modelos de la dinámica interna, un paso necesario para anticipar cómo el planeta responderá a largo plazo. Lejos de ser un bloque inerte, la Tierra se muestra como un sistema en constante evolución, donde capas de roca y metal interactúan de maneras sutiles y poderosas. El hallazgo de una señal de gravedad anómala, provocada por la metamorfosis de minerales a miles de kilómetros de profundidad, abre un capítulo inesperado en la exploración del planeta. Gracias a la mirada de los satélites, ahora sabemos que el interior de la Tierra puede cambiar en apenas unos años, y que esos cambios, invisibles para nuestros sentidos, tienen la capacidad de modificar la gravedad misma.

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