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» Diario Opinion
Fecha: 17/09/2025 14:39
El operativo solidario que organismos nacionales desplegaron en el Lote 110 de la capital formoseña terminó en un episodio de violencia e intimidación política. Allí, un grupo de punteros ligados al oficialismo, junto a sectores denunciados por narcomenudeo, hostigó y atacó verbal y físicamente al intendente de Las Lomitas y candidato a diputado nacional, Atilio Basualdo. En lugar de repudiar los hechos, el jefe del bloque justicialista Agustín Samaniego, salió públicamente a justificar la agresión y a responsabilizar al propio Basualdo. "La falta de coherencia total que ha tenido él, se paga caro", lanzó en declaraciones radiales, en una frase con tono cuasimafioso que normaliza la violencia política. Deliberada inversión de roles Samaniego tildó de "cómplices" a los opositores que "defienden a rajatabla la gestión de Javier Milei" y justificó el accionar violento de punteros gildistas en el Lote 110, afirmando que Basualdo "no puede caminar tranquilamente entre la gente" por haber pasado del Modelo Formoseño a La Libertad Avanza. Con ese argumento, el legislador invierte la lógica democrática: convierte a la víctima en culpable y a los agresores en guardianes de una supuesta coherencia política. Un mensaje que habilita la violencia Resulta alarmante que un dirigente con poder institucional emita declaraciones que normalizan y hasta validan el hostigamiento a dirigentes opositores. En vez de exigir seguridad y respeto para todos los espacios políticos, Samaniego envía un mensaje implícito de impunidad: quien se aparte del "Modelo Formoseño" puede ser atacado en la calle y, además, responsabilizado de ello . La narrativa del "camaleonismo" que Samaniego le atribuye a Basualdo —"pasar de las huestes del peronismo a las de Milei"— no justifica de ninguna manera un escrache violento, insultos ni agresiones físicas. En democracia, las diferencias políticas se dirimen en las urnas y en el debate público, no en el apriete y la intimidación . La señal peligrosa al electorado El episodio en el Lote 110 y las declaraciones del diputado oficialista envían una señal peligrosa al electorado y a los militantes: se castiga con hostigamiento a quienes piensan distinto y se protege a quienes agreden. Este clima socava la pluralidad, desalienta la participación y erosiona la convivencia democrática en Formosa . Un punto de inflexión para la política formoseña La gravedad del caso exige un pronunciamiento claro de todos los sectores, sin ambigüedades ni dobles discursos. Si se naturaliza la violencia política y se culpa a las víctimas, se está debilitando el Estado de derecho. El ataque a Basualdo no es un hecho aislado: se inscribe en una serie de episodios donde dirigentes opositores denuncian hostigamiento sistemático en barrios populares controlados por punteros del oficialismo.
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