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» Clarin
Fecha: 16/09/2025 21:03
En el norte argentino está el segundo pulmón verde más grande de Sudamérica. El monte es atacado por el hombre, sin pausa. El Chaco argentino es uno de los ecosistemas más devastados del país: más del 80% del desmonte nacional ocurre ahí. Cada día, se pierden 300 hectáreas de monte nativo. El Parque Nacional El Impenetrable no es un parque cualquiera. Son más de 130.000 hectáreas de monte chaqueño, ríos turbios, palmares y silencio. Es una frontera viva entre la extinción y la posibilidad. Es caliente, seco, espinoso, húmedo, hostil. Difícil de entrar. Difícil de salir. Difícil de vivir. También es difícil de conservar. Durante años estas tierras fueron propiedad de una familia terrateniente, los Roseo. Ellos fueron asesinados por tres hombres que tenían la intención de quedarse con sus tierras. En 2014, tras una disputa legal histórica, el Estado expropió las tierras y creó el parque nacional más nuevo de la Argentina. En ese ecosistema, el yaguareté reinó silencioso durante cientos de años. Sin embargo, la caza furtiva lo empujó hacia la extinción. Durante más de 30 años, no se volvió a ver a esta especie, ni su pelaje, ni su andar, ni su rugido. En este rincón del norte argentino, el yaguareté había desaparecido. En 2019 apareció una huella, luego otra. Grandes, profundas y humedecidas por el barro del río Bermejo. Hasta que una cámara trampa captó lo imposible: un yaguareté que se encontraba en el monte seco. Así empezó todo. Lo llamaron Qaramtá, una palabra que en idioma qom significa “el que no puede ser destruido”. El rey había vuelto para reclamar su monte y dar pelea. Su aparición encendió la mayor operación de reintroducción de fauna de las últimas décadas. Qaramtá fue además padre y abuelo de la primera cría salvaje nacida en el monte después de más de 35 años. Hoy, El Impenetrable es una reserva clave para frenar la extinción. Es refugio de especies que ya no existen en casi ningún otro lugar. Si el yaguareté sobrevive aquí, no es porque el monte lo proteja, es porque alguien decidió que valía la pena intentarlo.
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