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  • Entre Ríos, Argentina

  • Todo parecía demasiado futurista

    » Clarin

    Fecha: 16/09/2025 20:48

    El jueves y viernes próximo tendrá lugar en Tecnópolis el congreso de los Grupos CREA. El lema del evento es “Viví la energía transformadora”, lo que dispara una serie de recuerdos y reflexiones. Todos conocen el rol que han tenido los CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria) en la Segunda Revolución de las Pampas. Una red de innovación que dinamizó el salto tecnológico que puso a la Argentina nuevamente en el mapamundi de la producción de alimentos. Esa “energía transformadora” dio lugar a varios saltos empresariales sorprendentes. Evocaré algunos de ellos, sin ánimo de escribir una historia documentada. Ya lo dije: recuerdos y reflexiones. En el CREA Santa Isabel, hace treinta años, anidaban empresas familiares animadas por el espíritu del progreso tecnológico. El asesor era Enrique Seminario, un ingeniero agrónomo que plasmó conceptos perdurables como “la cuenca fotosintética sudamericana” mucho antes que Brasil se convirtiera en eso. O la definición de “chacrers”, por esos productores que empezaron a ir al Farm Progress Show a abrevar de los farmers de Iowa. De la evolución tranqueras adentro, pronto se animaron al salto empresarial. De allí surgieron dos grandes grupos: el de los hermanos Duhau y el de la familia Uribelarrea. Los Duhau desplegaron el arte de sembrar en campos propios y alquilados y están entre los diez grandes productores de granos. Parte para el mercado, pero también agregándoles valor convirtiéndolos en proteínas animales. Tienen un gran feedlot en la estancia Candelaria, donde se hace el silo de maíz más grandes del mundo (así lo asegura la firma alemana Claas), picando más de 3.500 hectáreas. Hace unos años, continuaron la integración vertical adquiriendo el frigorífico Azul, asociándose con un experimentado actor de la exportación de carnes, el griego Tomás Zymnis. También tenían un tambo de 1.800 vacas en ordeñe, en sistema pastoril. Ahora están levantando en Arenaza un gigantesco complejo que albergará 6.000 vacas bajo galpón, con todos los atributos del bienestar animal y el cuidado del medio ambiente, con reciclado de nutrientes. Instalarán 90 robots de ordeñe, con lo que se convertirán en el tambo robótico más grande del mundo. Los Uribelarrea siguieron otro rumbo. También crecieron en siembras: MSU es otra de las grandes organizaciones agrícolas. Se diversificaron en el agro y más allá. Formaron una nueva unidad de negocios de energía, con varias generadoras eléctricas diseminadas en todo el país, algunas de ellas de energía renovable. Y están a punto de inaugurar una planta de procesamiento de maní que será una de las más importantes del país. En Rufino, una zona descubierta recientemente para la expansión del liderazgo mundial de la Argentina en el rubro. Otro grupo emblemático es el CREA Lincoln, lechero. Tuvo una impronta muy fuerte en la tecnificación del tambo. Hombres brillantes y de extraordinario impulso como Alberto Hardoy y su sobrino y asesor Alberto Freixas, que trajeron las primeras variedades de alfalfa sin latencia, y otras forrajeras notables como el raigrás Tama y el trebol rojo Quiñequeli. Hardoy fue uno de los grandes pioneros del silo de maíz, participando del desarrollo de las primeras picadoras automotrices en la Argentina. Con ellos, tuve la oportunidad de viajar en 1993 a Estados Unidos, donde vieron por primera vez el embolsado de forrajes. Aquí no existía el silobolsa, ya sabemos lo que pasó después. Todo parecía demasiado futurista. Hoy la mayor parte de los tambos pasaron a modelos de confinamiento, como el recientemente inaugurado en la estancia Mitikile bajo la batuta de Rafael Llorente, que tuvo su paso como presidente de CREA.

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