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Parana » Inventario22
Fecha: 16/09/2025 12:01
Los hipócritas del COI y la FIFA, Israel y la causa palestina Los máximos organismos deportivos siguen sin sancionar como lo hicieron en casos con ciertas similitudes. Fecha/Hora: 16/09/2025 08:16 Cód. 108437 Tiempo de lectura: 5.3 minutos. Una frase de perogrullo señala que en una guerra la primera víctima es la verdad. En el deporte hace tiempo viene sucediendo lo mismo porque sus organizaciones más poderosas cultivan la hipocresía del doble rasero. El rechazo mundial al genocidio en Gaza les creó un grave problema al COI y la FIFA. Ya son demasiados los pedidos de sanciones contra Israel que sus dirigentes omiten tratar. Quedan muy expuestos cuando se compara la guerra de exterminio contra el pueblo palestino del gobierno de Benjamín Netanyahu –que tiene pedido de captura por la Corte Penal Internacional (CPI)– con las medidas que excluyeron a Rusia y Bielorrusia de toda competencia mundial después de la invasión a Ucrania. Porque aun si se rechazara el paralelo entre los dos casos por improcedente, existe otro argumento para analizar. El régimen de Apartheid a que es sometida la población en la delgada Franja junto al Mediterráneo y Cisjordania, tiene puntos de contacto con el que mantuvo la minoría blanca de Sudáfrica contra la mayoría negra en el pasado. Y en ese caso, el Comité Olímpico Internacional impidió la concurrencia de sus atletas a los Juegos entre 1964 y 1992. ¿Cuál sería el motivo para que hoy ni siquiera se trate una medida similar? Es evidente que razones geopolíticas, el poderoso lobby mundial de Estados Unidos e Israel y la débil respuesta de las demás naciones. De eso no se habla, era una película de María Luisa Bemberg estrenada en 1993. Ese título describe muy bien la inacción contra Israel y la celeridad con que se conocieron las penas aplicadas a los deportistas rusos. El castigo demoró cuatro días. Una ola de repudios a los ataques masivos contra población civil y sobre todo a mujeres y niños, ni siquiera se materializó hasta hoy en castigos simbólicos desde el campo deportivo. No se tomó en cuenta el antecedente de un documento redactado por una comisión especial de la ONU el 14 de noviembre de 2024, que mencionaba por primera vez: “las políticas y prácticas de Israel son consistentes con las características del genocidio”. Al contrario, la FIFA postergó una definición sobre el tema varias veces. Primero argumentó que esperaría a la finalización de los JJ.OO de París en 2024 y después reprogramó el análisis del caso hasta octubre pasado. Pero llegado ese mes, solo atinó a pedir una investigación que arrojaría sanciones disciplinarias. Los plazos se hicieron de goma. Y además, ignora la participación de clubes israelíes ubicados en asentamientos ilegales de Cisjordania, algo que va en contra de los Estatutos de la propia FIFA. Israel continúa jugando en Hungría como local las eliminatorias para la Copa del Mundo. No llama la atención. Su presidente Viktor Orbán y Netanyahu se parecen bastante. Son dos políticos de extrema derecha. El viernes el gobierno de Budapest votó en contra del reconocimiento a los dos estados, Palestina e Israel, en Naciones Unidas. Esa posición perdió por una diferencia aplastante en la asamblea: 142 a 10 y hubo 12 abstenciones. Los presidentes Trump, Netanyahu, Milei y Orbán quedaron en minoría de un mismo lado. El director técnico de la selección de Israel, Ran Ben-Shimon, sabe que su equipo se encuentra muy complicado. Y no se refiere a la difícil situación en la tabla de posiciones de las eliminatorias europeas. Sí le importa “estar de pie” junto a su pueblo. “Tenemos una moral increíble y un país maravilloso. Confío en mi gente, confiamos en nuestros soldados”, agregó. Sus colegas italianos tomaron una inciativa que lo debe haber atragantado. La Asociación de Entrenadores de Fútbol anunció en agosto que había enviado una carta formal a la FIFA pidiendo la exclusión de Israel de todas las competencias oficiales. Hasta ahora no hubo respuesta. También exigieron una sanción semejante doce federaciones de fútbol de Medio Oriente. Aunque no se conoció un pronunciamiento de la organización que preside el suizo Gianni Infantino. Con más sutileza, Noruega le complicó la estadía a Israel en Oslo, su capital, cuando las dos selecciones tengan que jugar el 11 de octubre. La Asociación de Futbol de Israel (IFA) ya fue notificada de que su selección no podrá ingresar a Noruega con varios días de anticipación para aclimatarse y entrenarse. El equipo israelí solo tendrá permiso de entrada un día antes del partido. Las autoridades locales se excusaron por “preocupaciones de seguridad”, y dijeron que no podrían garantizársela a los futbolistas israelíes si llegaban con mucha antelación. Esa decisión no fue la única. La Federación Noruega ya había anunciado que todos los ingresos del partido serían donados a Gaza. Su presidenta, una de las pocas mujeres en el mundo que conducen el fútbol de un país, Lise Klaveness, declaró: “No podemos permanecer indiferentes ante los ataques desproporcionados de Israel contra la población civil de Gaza”. Ex jugadora del seleccionado noruego con 73 presencias internacionales, abogada y jueza, en el pasado también había condenado a Qatar como organizador del Mundial 2022 debido a sus políticas contra el colectivo LGBTQ+ y los trabajadores migrantes que construyeron los estadios en el emirato. Por eso sus posiciones contra la política criminal de Netanyahu no sorprenden. El repudio al régimen israelí y la matanza en Gaza encontró en las bases del deporte y decenas de miles de aficionados un campo fértil para manifestarse. La interrupción por manifestantes propalestinos de la Vuelta ciclística de España en Galicia primero y la abrupta y anticipada terminación en Madrid de la prueba el domingo último. La retirada de un torneo de ajedrez en el País Vasco de siete competidores israelíes a quienes se les impidió usar sus símbolos nacionales y se los instó a competir como equipo de la FIDE, la federación internacional. El anuncio de la postergación para 2026 de la Macabeada en Israel. Son estas algunas de las derivaciones provocadas por la matanza que está sucediendo en Gaza. El aislamiento creciente del régimen israelí está alcanzando a los deportistas de su propio país. Y es muy posible que estas demostraciones continúen. Sylvan Adams, un multimillonario de origen israelí-canadiense y reconocido sionista que se autoproclama embajador de su amigo Netanyahu, es el propietario del equipo de ciclismo Premier Tech, que compite por el mundo como una escudería que pretende suavizar la imagen de Israel mediante el deporte. Hasta ahora parece que no lo logró. Los 100 mil manifestantes que cortaron la Vuelta de España coreaban: “¡Esta Vuelta la gana Palestina!”.
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