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  • De la autogestión en el teatro a División Palermo: la historia de Meme Mateo, la artista que convirtió la baja estatura en su mayor fortaleza

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 16/09/2025 04:48

    “Esto es lo que me tocó. ¿Qué vamos a hacer con esto? ¿Vamos a quedarnos llorando y padeciendo o vamos a hacer algo que me haga sentir orgullosa de mí misma? No cambiaría nada. Nacería con el mismo síndrome, con la misma estatura...”, afirmó Mercedes Meme Mateo, en una charla marcada por la autenticidad y la templanza. Lejos de idealizar su recorrido o victimizarse, Meme reivindica la diferencia como motor de su identidad. “Ser diferente está buenísimo. Salirse de lo normal está buenísimo. Yo lo experimento todos los días y es mucho más divertido”, dijo entre risas, mientras subrayó una y otra vez la importancia de aceptarse y la fortuna de haber encontrado apoyo desde pequeña, tanto en su familia como en un diagnóstico temprano. “Nunca me obsesioné con la altura. Al contrario, la altura me dio mucha felicidad y me la sigue dando”, agregó. Meme nació con síndrome de Silver Russell, una condición genética poco frecuente que afecta el crecimiento y el peso. Fue diagnosticada desde el primer día de vida, lo que permitió a su familia acceder rápidamente a información y acompañamiento. En la infancia atravesó dificultades vinculadas al crecimiento y durante la adolescencia recibió un tratamiento con hormonas de crecimiento. Con los años, buscó generar espacios de apoyo para otras familias, compartiendo información y su experiencia personal. En el plano artístico, construyó una carrera marcada por la autogestión y la versatilidad. Estudió danza en la escuela de Valeria Lynch, comedia musical en la de Julio Bocca y vivió un tiempo en Nueva York perfeccionando su formación. Bailó en la Fiesta Plop, audicionó para el Cirque du Soleil, donde quedó entre los primeros lugares, integró el elenco de Peter Pan y protagonizó durante una década la obra Perra que ladra a la luna, una pieza mitad ficción y mitad autobiografía. Además, actuó en la serie División Palermo -creada y protagonizada por Santiago Korovsky-, donde interpretó a la líder de una banda de ladrones conformada por minorías, un papel que le permitió visibilizar la diversidad. Su papel en División Palermo refuerza el mensaje de inclusión y cuestiona los prejuicios sociales. (Candela Teicheira) Luis: — Preséntate. ¿Quién sos? Meme: — Meme Mateo, actriz, community manager, y bueno... Luis: — ¡Nada menos! ¿Y qué es el síndrome de Silver-Russell? Meme: — Es un síndrome que afecta al peso y a la estatura. Es una malformación del cromosoma siete en el embarazo. Tengo como una historia muy especial porque, yo tengo 42 años, y en esa época no había ecografías ni nada para detectarlo y mi mamá sentía que algo diferente y especial estaba pasando. Pero no me diagnosticaron hasta el día del parto. Luis: — ¿Tu mamá sentía algo durante la gestación? Meme: — Sí, sentía algo. Yo tengo dos hermanos que no tienen ningún síndrome y esto no es hereditario ni nada. Así que fue muy loco. Luis: — ¿Y por qué te diagnostican en el nacimiento? Meme: — Porque da la casualidad, la causalidad del universo (risas), que el pediatra de mis hermanos era especialista en el síndrome y había muy pocos médicos, de hecho, hay hoy en día muy pocos médicos especialistas en el síndrome, porque es poco frecuente. Él era justo especialista en ese síndrome y en varios síndromes de crecimiento. Asistió en el parto mío y cuando nací, me diagnosticó enseguida. Y fue mi pediatra de toda la vida. Él me decía: “Bueno, Meme, basta. No me vengas más, ya sos grande (risas). Esto es pediatría, ya no te puedo seguir atendiendo más”. Fue un gran apoyo en todo sentido y, gracias a él, pude entender el síndrome desde muy temprana edad. Y sentir que, con la información correcta, uno puede vivir de otra manera. Luis: — Para aquellos que nos están viendo y no saben, ¿cuánto medís? Meme: — 1,30. Luis: — ¿Hiciste tratamientos para el crecimiento? Meme: — El único tratamiento que se puede hacer es el de las hormonas de crecimiento. Luis: — Como el que hizo Messi. Meme: — Te iba a decir exactamente lo mismo. Es el tratamiento que hizo Messi. Yo lo hice. Son inyecciones de hormonas de crecimiento. Se aplican día por medio durante cinco años. Luis: — ¡Wow! Meme: — Me las daba mi mamá en mi casa. Fue mucho y en una etapa donde estaba creciendo, ingresando en la adolescencia. Pero bueno, hicimos el tratamiento y ese tratamiento lo terminé justo en el periodo donde se supone que uno pega el pequeño estirón típico de la adolescencia. Y cuando lo terminé, habré crecido dos centímetros, nada. Para mí fue un montón, porque bueno, dos centímetros son dos centímetros. Nunca se supo si era por la hormona o por típico de la edad, ¿viste? Luis: — ¿Cuánto jorobó la baja estatura en la vida en general? Meme: — Yo siento que nunca jorobó. Yo tuve la suerte de crecer en una familia de mucho amor y de mucha libertad, al mismo tiempo. Mi mamá, sobre todo, porque yo perdí a mi viejo cuando tenía 12 años, siempre me inculcó esto de crecer sin miedos, de tratarme como una persona más. Yo era muy flaquita, muy petisa y no llegaba a cepillarme los dientes y a verme en el espejo. Entonces, iba sol y, de mandada, me trepaba en la barandita de la bañadera y mi mamá miraba de lejos rezando para que no me caiga y mi abuela le decía: “Dejala, dejala, ella puede”. Y mi viejo también, le decía: “Ella va a poder. Va a poder”. Sí por ahí las cosas típicas de la sociedad, entrando en la adolescencia, donde a uno por ahí sí le molestan ciertas miradas en la calle de los otros nenes, de los adolescentes o de los mismos adultos, los prejuicios... Cuando fui creciendo, esos prejuicios y esas miradas lo descubría más en el amor o con los pibes con los que empezaba a salir. Sí, obviamente duele, molesta, porque uno es un ser sensible y afecta. Pero me criaron con tal fortaleza que aprendí que los prejuicios y la molestia es del otro, no es mía. "No cambiaría nada. Nacería con el mismo síndrome, con la misma estatura", expresó Meme en diálogo con Luis Novaresio. (Candela Teicheira) Luis: — Esto es alucinante. En este ciclo, todos los que tienen una condición distinta a la más habitual, cuentan que el prejuicio es de la mirada del otro. Meme: — Y sí. La verdad que sí. Ojo hay una cosa que es interesante en esto de la serie División Palermo que habla de no idealizar y no romantizar a la persona que tiene un síndrome o una discapacidad. Nosotros somos humanos. Yo también aprendí y mi mamá me tuvo que enseñar. Me decía: “Che, no hagás lo que no te gusta que te hagan”. Porque yo también tengo mis propios prejuicios y yo miraba a gente en la calle: alto, flaco, más gordito, más... ¿entendés? Y hacía lo mismo. Pero enseguida lo aprendí porque mi mamá siempre me lo marcaba. “Esto a vos no te gusta y lo vivís todos los días”, me decía. Pero bueno, uno también tiene su de prejuicio y sí. En general, siempre es del otro. Luis: — Cuando uno es chicos se mide en la puerta para ver hasta dónde llega y está apurado por crecer. ¿Te pasaba eso? ¿Te obsesionabas? Meme: — No, creo que al contrario. Sinceramente, si yo volviera a nacer, no cambiaría nada. Nada. Nacería con el mismo síndrome, con la misma estatura porque yo tuve mucha suerte en mi vida. Más allá de esto que te cuento del pediatra y del diagnóstico a tiempo. Tuve la contención de una familia, de un amor, de amigos, de una libertad y un amor tan grande toda mi vida, que nunca me obsesioné con la altura. Al contrario, la altura a mí me dio mucho más de lo que cualquier persona alta por ahí... Entrando en la adultez y empezando a trabajar y poder vivir de lo que me gusta, poder entrenar... Me pasaron cosas muy maravillosas a mí. Y quizás midiendo 1,90 no me hubiesen pasado. Luis: — ¿Por ejemplo? Meme: — Cuando era chica, yo soñaba con ser actriz y con trabajar en, no sé, musicales, en Chicago, o en una serie y no sé qué. Pero obviamente yo decía: “Yo no voy a poder audicionar nunca porque las minas de Chicago miden 1,90 y yo nunca voy a llegar a esa altura”, ¿entendés? Y después la vida me sorprendió porque pude interpretar un montón de personajes... Primero es la autogestión, que es maravillosa, al día de hoy la sigo haciendo. Entender y rodearme con gente buena, con amigos y con amor. Entender que si no te llaman, tenés que hacerlo vos misma, crearlo vos, crear tus propios proyectos y cumplír tus propios sueños. Si las herramientas las tenés... Fue mucho de autogestión. Hice obras muy hermosas que fueron todas autogestivas. Un amigo me escribió y nos juntamos con un grupito y armamos algo. Después vino Peter Pan. Fue un gran sueño trabajar en el Gran Rex durante dos años con actores que toda mi vida admiré. Y ese personaje tenía que medir 1,30 (risas). Tuve mucha suerte. La altura me dio mucha felicidad y me la sigue dando. Luis: — ¿Cómo llegó el Cirque du Soleil? Meme: — También fue una cosa muy mágica (risas). Yo estaba ensayando Perra que ladra a la luna, que fue una obra que hice durante muchos años, que la escribió Pedro Velázquez, un amigo mío. Estábamos en una sala de ensayo, prontos de estrenar y cuando salimos, en la escuela donde ensayábamos, había un diario de cultura. No sé por qué lo agarré, pero tenía que agarrarlo (risas). Lo abro y había un cartel que decía: “Audiciones de Cirque du Soleil en Argentina. Se buscan personas...”, y empezaban a describir de talla baja o con alguna característica corporal diferente. Y dije: “Bueno, yo mando. Qué sé yo”. El no ya lo tengo. Ni me lo imaginé. Creo que se presentaron más de 7 mil personas, fue una locura. Y me eligieron y empecé las audiciones, que fueron las más largas de toda mi vida, porque fueron dos semanas, muchas horas todos los días. Y quedé entre los cuatro elegidos. Solo cuatro personas de Argentina. Al día de hoy mis hermanos me gastan porque me dicen: “¿Y cuándo trabajás para el Cirque du Soleil? ¿Quedaste, pero no quedaste? ¿Cómo es?” Nunca (risas). Eso fue porque, en realidad, ellos tienen como un sistema de buscadores de talentos, entonces viajan por el mundo haciendo audiciones. Nosotros cuatro quedamos como en una base de datos. Te llega un papel que dice: “Bienvenido a Cirque du Soleil. Quedaste en nuestra base de datos, cuando necesitemos te llamamos”. Nunca ocurrió. Luis: — Hasta ahora… Meme: — Hasta ahora. Igual ya estoy un poco mayor. Ya estoy grande para esto (risas). Luis: — Lo que pasa es que pendular entre la fiesta Plop, estudiar comedia, pasar por Peter Pan y División Palermo… estás como muy llena de cosas. Contame cómo llega División Palermo a tu vida. Meme: — Una locura. ¿Cómo se explica? Alguien que lo explique (risas). Ni sé yo cómo pasó. División Palermo también llegó el año pasado de mucha casualidad. Igual esto es algo que Emiliano Dionisi, un director amigo mío, me dice que no es causalidad. Le conté: “¿Vos podés creer que quedé? Yo no lo puedo creer, porque de casualidad…” Y me dijo: “Meme, de casualidad no, vos trabajaste mucho para esto. No es casualidad. Vos laburaste para esto y te llegó cuando te tenía que llegar“. Y un un poco siento eso, que me llegó cuando me tenía que llegar a nivel personal por cómo estoy parada ahora. El año pasado, Jair Said, el director de casting, me mandó un mensaje por Instagram. Encima me entró a la casilla como de solicitud de mensajes porque yo no lo seguía. Un desastre, todo mal (risas). Y cuando lo vi, empezó el proceso de casting y quedé. Pero también pasó algo muy loco, fueron tres instancias y en la tercera, que era la última y era presencial, me agarra dos días antes una neumonía tremenda. Nunca antes había tenido neumonía y no pude ir porque no podía ni hablar por la fiebre y me dijeron: “No te preocupes, reprogramamos”. Y durante dos semanas no supe qué pasaba hasta que me llamaron y me dijeron: “Meme, no hace falta más casting, ya quedaste”. El diagnóstico precoz del síndrome de Silver Russell permitió a Meme acceder a tratamientos y contención desde la infancia. (Candela Teicheira) Luis: — ¿Y con qué soñás ahora? Meme: — ¡Ay! Qué pregunta. Lo de Netflix y División Palermo era un sueño muy grande que yo tenía. Cumplí casi todos mis sueños, la verdad. Pero si nos vamos… Si volamos alto... Y siempre tuve este sueño de trabajar para Almodóvar, pero bueno... ¿Por qué no? ¿Por qué no? (risas). Luis: — ¡¿Por qué no?! Meme: — Si Almodóvar está escuchando esta entrevista... Que nos pegue un llamadito (risas). Casteo... Siempre tuve como ese gran sueño. Pero la verdad es que cumplí muchos. Luis: — ¿Viviste en algún momento la etapa de preguntarte: “¿Por qué a mí?”? Meme: — No, es “¿por qué a mí?" sino “¿para qué a mí?" Vuelvo a la infancia y vuelvo a mi vieja y vuelvo a la familia. Y yo creo que ahí, los primeros años donde forjás tantas cosas, me crié con una base tan sólida de todas esas cosas que me hicieron ver la vida desde otro lado. Obvio, uno tiene días y a veces... Sí surge esa pregunta. Pero en un total de la ecuación y de la balanza, siempre pesaba más el ¿para qué? Esto es lo que me tocó, ¿qué vamos a hacer con esto? ¿Vamos a quedarnos llorando y padeciendo o vamos a hacer algo en lo que yo me sienta orgullosa de mí misma? Y después, si inspira y si ayuda, mejor aún. Siempre me sentí muy afortunada de tener alguien como mi pediatra y tan buena información en un síndrome muy poco común. En una época quise hacer una fundación del síndrome porque acá porque no existe. Pero fue muy complejo y no pude, pero armé un grupo de Facebook para que se unan las madres de nenes con el síndrome y poder devolver algo de todo lo que yo sabía y de todo lo que yo viví. Y empezaron a caer un montón de madres y pude ayudar a mucha gente. Luis: — ¡Qué bueno eso! Meme: — Y me sorprendí porque vos googleás y te aparece cosas horrendas. Y conocí a chicos con el síndrome y me doy cuenta que muchos se criaron como en una bola de cristal, porque los padres tenían mucho miedo por la falta de información. Entonces, después, de grandes tuvieron un montón de problemas y hoy en día quiero poder seguir ayudando. Ahora estoy escribiendo un proyecto de una miniserie y un libro para que desde mi lugar, pequeño lugar, de privilegio, que es lo que siento, poder ayudar. Luis: — Hablále un pibe o una piba que te está viendo y que sale de la norma. Alguien que no está dentro de los cánones habituales, como te pasó a vos por la altura, por la talla, por lo que fuere y que dice: “No, yo no puedo. No estoy en condiciones” Meme: — Yo no me siento como ejemplo para hablar y dar un ejemplo porque también tengo mis cosas y tal. Pero lo único que puedo decir es que ser diferente está buenísimo. Salirse de lo normal está buenísimo. Yo lo experimento todos los días y es mucho más divertido que ser normal (risas). La verdad que sí. Eso es lo único que te puedo decir, que lo distinto es maravilloso. Te abre la cabeza, te hace sentir especial, única y si lo podés capitalizar, le podés encontrar el lado positivo, es hermoso. Luis: — Dijiste algo que me gusta subrayar. Primero es desde uno, después si uno inspira, puede llegar otros... Meme: — Claro. Y conocerse. De esto también se trata División Palermo, Es muy loco que haya cumplido el sueño de trabajar en una plataforma tan grande como Netflix, pero encima en División Palermo, que no es cualquier serie, ¿viste? (risas). La serie habla de que no queremos ser el ejemplo que enternece y que te hablan como a un nene chiquitito. Hay un texto en División Palermo: “¡Ay! Qué inspiración”, nos dice una de las actrices. No queremos ser eso, queremos ser la presencia que incomoda y que rompe, que viene a cuestionar y a decir: “Yo soy una persona también con mi oscuridades. No soy luminosa y toda esa luz que... Soy una persona, como vos, como cualquiera”.

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