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Gualeguaychu » Reporte2820
Fecha: 14/09/2025 17:39
Desde Gualeguaychú, compartimos cuatro relatos que reflejan la pasión por los autos clásicos y la aventura de recorrer la Mesopotamia. El Gran Premio Histórico no solo es velocidad y precisión: es también encuentros, emociones y pequeñas grandes historias que se viven a lo largo de la ruta. Un padre que le pidió volver de España a su hijo para correr la carrera, una de las cinco mujeres copilotos maneja los hilos de la travesía, dos amigos de Bahía Blanca enfrentan la ruta y el desafío de dos hermanos uruguayos que cruzaron el "charco" para la prueba. José Junquera, de Bahía Blanca. Es su séptima participación y lo hace con un Chevrolet 40, con mecánica Chevrolet 250. “El auto es el medio, acá hay que venir a andar bien y para eso hay que usarlo”, dice y agrega que luego de la carrera "se le hacen todas las reparaciones, porque después que terminamos esto queda con algunas nanas que hay que ir solucionándosela". Más que cuidar el vehículo, disfruta de rutear, y de la experiencia completa de la carrera de regularidad, donde con mi amigo "tenemos que ir cumpliendo metas de tiempo impuesto y de velocidades pedidas por la organización". Diego y Andrés Urrutia, hermanos de Uruguay. Llegaron desde Colonia con un Ford Escor MK2 del ’78 y manejan el auto 223. “Acá es mucho más tránsito que en Uruguay, así que nos estamos acostumbrando”, cuentan tras la primera etapa y a punto de salir para Goya. La planificación es clave: “Rayo todo y anoto cada paso para cumplir los tiempos exactos. Es mucho trabajo, pero divertido”, agrega Andrés a R2820, de este par de charrúas que hacen su primera experiencia en Argentina, pero que ya disputaron la "19 Capitales" en su país, que es muy similar a esta prueba. Silvia Burgos, navegante debutante, es una de las cinco mujeres de la competencia. Desde Córdoba, Silvia acompaña a su piloto en un Fusca modelo 80. Para ella, la meta es llegar y cumplir bien la hoja de ruta. “Interpretar la ruta y darle las indicaciones correctas a mi compañero es todo un desafío. No conocemos la ruta, la vamos descubriendo mientras avanzamos”, explica. Me encantó su ciudad. Son todos muy amables, muy cordiales, te ayudan dónde quedan las estaciones de servicio, dónde está tu alojamiento. La verdad me voy muy contenta con Gualeguaychú", apunta. Guido Naser y su padre son de Lomas de Zamora, al sur de Buenos Aires. Un reencuentro con raíces y sueños. Guido vive en España y regresó especialmente para correr junto a su padre. “Era el sueño de él que corriera conmigo, así que lo hicimos. Muy emocionados”, dicen. "La experiencia se transita con menos nervios que la primera vez, es un juego de estrategia y confianza entre padre e hijo. A veces, además de manejar, le tengo que indicar cuestiones de la hoja de ruta, pero como es la segunda vez que hago la prueba la disfruto más", cuenta. Guido agrega que "la hoja de ruta es un montón de trabajo. Te mantiene atento durante ocho horas y en la que te distraes, cometes un error que es difícil de arreglar. Así que puede saturar, pero también es algo que te mantiene activo, interesado y estás jugando un juego con el conductor. Entonces es muy divertido, pero mate cero en todo el viaje", se lamenta. Ambos quedaron fascinados con Gualeguaychú, como el resto de las duplas, y prometieron regresar. Cuatro historias distintas, cuatro caminos que se cruzan sobre ruedas, pero todas compartiendo la misma pasión: disfrutar del Gran Premio Histórico y de la emoción de cada kilómetro recorrido.
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