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» Diario Cordoba
Fecha: 14/09/2025 12:14
Pasados unos meses de la presidencia Trump, nos alarma el daño que le está haciendo a la democracia más antigua del mundo. Ya nos escandalizó el presidente Trump en su primer mandato, cuando nombró jueces del Tribunal Supremo conservadores. De ahí la sentencia Dobb de 2022, sobre el aborto, que alborotó en todo el mundo. Pero no escuché a ningún jurista progresista español protestar cuando el presidente Sánchez maniobró para nombrar miembros del Tribunal Constitucional a un ex fiscal general o a un exministro socialistas. Nos alarmó en sus primeros días, el Trump de las más de cien órdenes ejecutivas, pero no he oído a los tertulianos de ningún medio progresista escandalizado por los más de 150 Reales Decretos del presidente Sánchez, las leyes ómnibus o las reformas legislativas en disposiciones adicionales de esta legislatura. Como no se han escandalizado por el incumplimiento del mandato constitucional de la presentación de los presupuestos, por cómo se está aprobando el aumento del gasto militar o cómo ningunea al Congreso y no va al Senado. Peor aún, ninguno ha dicho nada sobre los informes GRECO del Consejo de Europa en los que España está en observación por su deterioro institucional. Nos escandalizó que el presidente Trump excarcelara a los extremistas que tomaron el Congreso, pero no hay voces en el PSOE en contra de la excarcelación de etarras (algunos asesinos de compañeros suyos y de políticos del PP), ni contra los indultos para los independentistas o la amnistía a Puigdemont, cambiando el Código Penal y vulnerando el artículo 14 de la Constitución. Nos escandaliza la política migratoria del presidente Trump por las deportaciones, pero ningún «intelectual» de los que firman cartas protestó por las ilegales deportaciones en caliente de los menores marroquíes en 2021, los miles de muertos de las pateras, el hacinamiento en los Centros de Internamiento de Extranjeros o el incumplimiento sistemático (Tribunal Supremo dixit) del derecho internacional con los menores no acompañados. Nos escandaliza el presidente Trump por sus cambios en política exterior, su apoyo a dictadores como Putin o Bukele o al genocidio de Gaza, pero no he oído a ningún militante del PSOE pidiendo explicaciones sobre el cambio de posición de España frente a Marruecos a cuenta del Sáhara, o el apoyo de Sánchez a dictadores como Maduro en Venezuela u Ortega en Nicaragua. Nos escandaliza el presidente Trump encausado por corrupción en los negocios, pero en España los medios progresistas miran a otro lado ante el trato de favor a la mujer del presidente Sánchez en la Complutense o el del hermanísimo en Badajoz, y sólo tras la entrada en prisión de Cerdán, empiezan a informar de las contrataciones irregulares de Ábalos y de la posible corrupción. Nos escandaliza el presidente Trump y su relación con Elon Musk y los monopolios tecnológicos porque es peligrosa esa combinación de gobierno y empresas gigantescas de comunicación e inteligencia artificial. Pero ningún cargo del PSOE ha protestado cuando el Gobierno nombró presidente de Telefónica (nuestra mayor empresa tecnológica) a un militante del PSC, en sustitución de un buen gestor, y director de contenidos a un exsecretario general de las Juventudes Socialistas; cuando el Gobierno mantiene el 18% de la Caixa, favoreciendo (una vez más) a Cataluña o cuando el presidente de Indra (la mayor empresa pública de defensa española) quiere comprar la empresa de su familia, haciendo un buen negocio para su patrimonio. Nos escandaliza el presidente Trump con su colonización de las instituciones, pero nada han dicho los que reparten carnet de «demócrata» de la colonización del CIS «de» Tezanos, el Banco de España «de» Escrivá, el Consejo de Estado «de» Magdalena Valerio (anulado por el Supremo) y, lo más grave, la Fiscalía General del Estado «de» García Ortiz, «dependiente» de Presidencia de Gobierno usado para hacer daño a un adversario político. Nos escandaliza el presidente Trump cuando agrede en X a los jueces y maniobra para destituir a algunos, pero no he visto que aquellos que nos daban lecciones de ética pública los defiendan en España cuando el presidente Sánchez y sus ministros los cuestionan y habla de «jueces políticos», cuando relativizan derechos elementales como la presunción de inocencia, la acción popular y principios básicos como la separación de poderes. O cuando quiere legislar para que la instrucción pública de los delitos dependa del Gobierno. Nos escandaliza el presidente Trump cuando sólo concede entrevistas a Fox o presiona al Washington Post, pero no he visto a ningún periodista «independiente» criticar la colonización de RTVE, las ruedas de prensa sin preguntas o la comisión ministerial de control de los medios. Nos escandaliza Donald Trump porque miente, cuanto todo está en su programa electoral, mientras que Pedro Sánchez no sólo miente, sino que hace lo contrario de lo que dijo que haría. Donald Trump es, ciertamente, una amenaza para el mundo por sus decisiones autocráticas, y una amenaza para la democracia americana por sus decisiones autoritarias. Pero Trump ganó las elecciones, habrá elecciones a las Cámaras en un año y Trump no podrá presentarse en 2028. Mientras que aquí el presidente Sánchez las perdió y gobierna por delegación de un prófugo, obvia al Parlamento y puede volver a presentarse. Trump es un peligro para la democracia americana, pero, por las mismas razones y similares hechos, Sánchez lo es para la democracia española, la de todos nosotros. *Profesor de Economía de la Universidad Loyola de Andalucía
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