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» Elterritorio
Fecha: 14/09/2025 07:11
Con las temperaturas altas instalándose de a poco en nuestra parte del mundo y el debate vivo sobre arborizar las ciudades, la propuesta es salir a disfrutar del paisaje, reflexionar sobre lo que nos regala la naturaleza y reflejar las acciones ecológicas que se llevan adelante para hacer posible el verde. Historias, proyectos y desafíos. domingo 14 de septiembre de 2025 | 1:30hs. Tener árboles bajo los que refugiarse es imperioso, pero podarlos mal o cortarlos porque sí puede ser tan malo como plantarlos donde no se debe o elegir una especie equivocada. En la gran rueda de la historia humana, perspectivas y acciones se resignifican y cambian todo el tiempo. En ese devenir de sentidos comunes de las épocas siempre hay voces disonantes, que se plantan, que llaman la atención sobre lo que es verdaderamente importante, y aunque no inmutable, permanece, pervive y crece y nos hace tomar consciencia de que somos naturaleza. Algo de eso está pasando en las ciudades con la custodia de los árboles, la puesta en valor de las especies nativas y las comunidades que se organizan para reclamar que no se eche a perder lo poco queda en pie de los ecosistemas que antecedieron al cemento. No se trata de una dicotomía naturaleza-progreso, sino de evolucionar en armonía con el ambiente y darnos cuenta de que toda vida es valiosa y que los sapiens, que conquistamos la tecnología, también estamos conectados al ancestral ciclo biológico y agradecemos el refugio de una fresca sombra en el verano misionero. Plantar un árbol, confiar en que con los años se hará fuerte y será hogar de más vida. Un sueño y desafío que ya está en marcha con varias acciones del Estado y de vecinos. En esta edición del informe dominical de El Territorio (páginas 3 a 11), proponemos reflexionar sobre el impacto positivo que tiene en la calidad de vida de los habitantes de las urbes contar con árboles y vegetación, especialmente si se trata de especies nativas. Reflejar las iniciativas de personas y del Estado para hacer posible que crezcan fuertes sus raíces y ramas. Y la necesidad de educar en la conciencia ambiental para enseñar a amar y proteger la naturaleza. La cuestión del arbolado viene siendo un tema que atraviesa los debates sobre urbanidad a nivel mundial y la costera Posadas, el vivero municipal, el Jardín Botánico y otros espacios son pulmones para el conocimiento de la flora misionera y la preservación de especies y generación de nuevos plantines. Sin embargo, en ese mismo suelo, la poda de ejemplares en plazas y veredas generó todo tipo de repudio hace algunos meses. La convivencia con una naturaleza frondosa como la misionera trae algunas aristas a resolver. Esa situación se evidencia en San Pedro, tierra de gigantes araucarias. Hay toda una generación que creció jugando a la sombra de un gran mango o comiendo nísperos, paltas y guayabas, esos patios de tierra de otras infancias pueden ser un legado para las generaciones futuras. No faltan tampoco los que ven en los árboles no un ser vivo que es el hogar de aves y otros animales, fuente de alimento y oxígeno, sino un armatostes que con sus hojas ensucian y con sus raíces rompen las baldosas. Es cierto que debe existir un plan de cuidado para prevenir que viejas ramas se desplomen, pero la solución no debiera ser solamente una motosierra. Así, a la vez que por el crecimiento de las ciudades, hay cada vez menos espacios para animales y plantas, y se mantienen las costumbres de depredación de la fauna silvestre, un ejemplo de ello fue el hallazgo de carpinchos faenados, también toman materialidad acciones ecológicas como la investigación científica, la plantaciones de árboles nativos, la creación de corredores, la conformación de colectivos de vecinos y programas gubernamentales que hacen tarea de reforestación y educación ambiental. Recientemente el Concejo Deliberante de Posadas aprobó una ordenanza que se enmarca en el Plan Forestal Urbano, que fortalece la arborización en barrios. Hay semillas, hay frutos, hay futuro. Compartí esta nota:
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