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Parana » Informe Digital
Fecha: 14/09/2025 01:19
Un estudio dirigido por Daniel Berger del Centro de Arqueometría Curt-Engelhorn de Mannheim, en colaboración con Helle Vandkilde y Heide W. Nørgaard de la Universidad de Aarhus y el Museo Moesgaard, reveló que los bronzetti nurágicos se confeccionaron principalmente con cobre local de la isla, además de cobre y estaño importados, especialmente desde la Península Ibérica. Este hallazgo redefine la función de Cerdeña en las redes de intercambio del Mediterráneo y el Atlántico durante el final de la Edad del Bronce y el inicio de la Edad del Hierro (aproximadamente 1.000–700 a.C.), según lo expone el estudio. La cultura nurágica, conocida por sus torres de piedra (nuraghes) y sus diminutas figuras de bronce, ha suscitado debates entre arqueólogos y científicos respecto al origen del metal utilizado en su fabricación. Los bronzetti, que representan guerreros, deidades y animales, fueron encontrados en santuarios como Santa Vittoria, Su Monte y Abini, funcionando como símbolos de estatus y pertenencia en la comunidad nurágica. Hasta el momento, el origen de los metales había permanecido en la incertidumbre, con teorías que abarcaban la explotación de recursos locales o la importación desde Chipre, el Levante o Iberia. El equipo internacional adoptó un enfoque multiproxy, combinando análisis químicos convencionales y técnicas avanzadas de isótopos de cobre, estaño, plomo y, por primera vez, osmio. Gracias a esta metodología, fue posible rastrear con precisión el origen de los metales, desmontando la idea de que el cobre del Levante y de Chipre se utilizaba en los bronzetti. Según Berger, los resultados indicaron que el bronce provenía mayormente de Cerdeña, frecuentemente mezclado con cobre de la Península Ibérica. El cobre del Levante no era utilizado en Cerdeña, un hecho corroborado únicamente gracias al análisis de isótopos de osmio, explicó Berger. El estudio analizó 48 figuras y tres lingotes de cobre de los principales santuarios nurágicos y del Museo Arqueológico Nacional de Cagliari, determinando que el cobre local se extraía principalmente del distrito de Iglesiente-Sulcis, en el suroeste de la isla, con la mina de Sa Duchessa como su núcleo. También se identificaron cobre y estaño importados, cuyas firmas isotópicas apuntaban a la Península Ibérica, en particular a los distritos de Alcudia y Linares. Aunque se halló estaño local, este no resultó apto para la metalurgia; el que se utilizó fue importado, probablemente de Iberia, como evidencian los patrones químicos y las firmas isotópicas de las piezas. Helle Vandkilde resaltó la importancia de la colaboración entre la arqueología y las ciencias naturales, afirmando que “los conocimientos geoquímicos más recientes indican el origen del metal en áreas geográficas específicas y en ciertas minas… También es posible rastrear una mezcla estratégica de cobre de diferentes procedencias”. De acuerdo con el estudio, esta combinación se realizó de forma deliberada para obtener propiedades concretas en los objetos, como el color y la resistencia, y no por la reutilización de bronce reciclado. Los santuarios nurágicos jugaron un papel central, actuando como centros de producción, almacenamiento y distribución de metales, además de cumplir funciones religiosas y políticas. El análisis de objetos de Santa Vittoria, Su Monte y Abini reveló una notable homogeneidad en la composición de los metales, evidenciando un enfoque común en la producción y una red de distribución bien establecida. La confirmación de actividades metalúrgicas en estos santuarios corroboró que eran nodos fundamentales en la cadena de valor del metal, abarcando desde la obtención de la materia prima hasta la creación de piezas votivas y utilitarias. Las implicaciones de esto trascendieron la metalurgia insular. El estudio puso de manifiesto que Cerdeña integraba una red de comercio que conectaba el Mediterráneo central y occidental con el Atlántico. La importación de metales desde Iberia y la falta de elementos del Levante reflejaron rutas de intercambio enfocadas en la península ibérica y, en menor medida, hacia otras áreas europeas. Asimismo, se advirtió un paralelismo estilístico entre los bronzetti sardos y representaciones de guerreros con cascos con cuernos en Escandinavia, sugiriendo intercambios culturales y simbólicos de gran envergadura, sin implicar necesariamente comercio directo de metales. Los autores subrayaron la significancia del hallazgo. Heide W. Nørgaard expresó que, con nuevos datos sobre el origen del metal de estas figuras, se avanzó en el trazado de las conexiones entre Cerdeña y Escandinavia. El equipo enfatizó que la integración de técnicas isotópicas avanzadas, como el análisis de osmio, permitió diferenciar claramente los orígenes de los metales, desechando hipótesis anteriores sobre el uso de cobre levantino o chipriota. La investigación presentada redefinió el papel de Cerdeña como un actor central en las redes de comercio y producción de la Edad del Bronce, al mismo tiempo que resolvió un antiguo debate sobre la procedencia de los metales nurágicos. Lejos de ser simples lugares de culto, los santuarios nurágicos funcionaron como auténticos centros de gestión y transformación de metales, integrando a la isla en un complejo sistema de intercambios que abarcó el Mediterráneo y el Atlántico.
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