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Colon » El Entre Rios
Fecha: 13/09/2025 23:30
Milei y su equipo de campaña armaron su estrategia electoral para 2025 con la consigna “nosotros o los kukas”, en el afán de mover a la gente a votar, aunque más no fuera con resignación, por la opción de no volver atrás. Con esa consigna, se convirtió una elección municipal en la Provincia de Buenos Aires en un gran plebiscito con proyección nacional. La estrategia funcionó pésimamente. El resultado no previsto del domingo pasado desnudó las vulnerabilidades políticas del Gobierno y provocó un sismo en los mercados de valores, que poco estima las sorpresas desagradables. Hay muchas interpretaciones para explicar por qué los “kukas” sacaron 13 puntos de ventaja sobre La Libertad Avanza en la elección del domingo pasado. La mayor parte de los cañones apunta al flojo armado territorial, de listas y de fiscalización, a cargo de Karina Milei y los dos Menem. Puede ser, pero no lo es del todo. Los problemas preceden a este corolario. El aura ganador del Presidente, que se puso la campaña al hombro, está en baja. La estética que antes entusiasmaba a sus seguidores de repente dejó de enamorar. A algunos, incluso, los irrita. Milei ya no es una novedad; la sociedad argentina lleva dos años atenta a sus excentricidades, que van camino, como le ocurre a todo político, a dejar de llamar la atención y a empezar a agotar a la audiencia. Que los números de la economía no acompañen a nivel micro los éxitos macro de los que se vanagloria no es un dato menor. Quedará un núcleo duro de seguidores enfervorizados, pero será arduo recuperar el interés de la mayoría silenciosa que solo quiere que no le compliquen la vida. Puesto en campaña, Milei y su entorno tuvieron formas indistinguibles de las que usa lo que él llama “la casta”: peleas internas, enfrentamientos con aliados por posiciones en las listas, sospechas de corrupción vinculada al financiamiento de la campaña. Nada que no se pudiera esperar de los demás, pero que no era esperable de Milei. El latiguillo pierde eficacia cuando el propio Milei empieza a parecerse a “la casta”. Estas formas se extendieron incluso a la economía, donde la manipulación del tipo de cambio y las tasas de interés tuvo un objetivo explícito: que el dólar no se mueva hasta las elecciones. Otra práctica que no parecía posible en el liberal libertario Milei, que en su discurso inaugural de diciembre de 2023 dijo que “nuestro proyecto no es un proyecto de poder, nuestro proyecto es un proyecto de país.” Se hace cuesta arriba contener la desilusión que provoca el descuido del manejo de la economía con el puro fin de no afectar la campaña. También acá el tiro salió por la culata: por contener la inflación, se estancó la economía. Cierto cansancio, cierto desamor, el desencanto con el uso de las formas de la más rancia política jugaron para configurar el fracaso del domingo pasado. A todo esto, se le sumó un acto suicida imperceptible: el eslogan “nosotros o los kukas”. Un programa económico aperturista como el del gobierno de Milei necesita no sólo que lleguen inversiones financieras y de capital privadas, sino que además necesita, más temprano que tarde, volver a los mercados de capitales para refinanciar los vencimientos de la deuda externa sin el estrés de tener que contar monedas, o pedir prestado al FMI, cada vez que haya un vencimiento. Amenazar con que podrían volver los otros, cuando la próxima elección presidencial está a solo dos años de distancia, es una invitación a los inversores a mantenerse en las gateras y no desembolsar. El riesgo que se blande es tan alto, que no hay premio suficiente que lo compense. A veces, lo que puede servir a la política resulta un tiro en el pie para la economía, y acaba por arruinar la política. No sabemos de quien fue la idea de blandir esa consigna, “nosotros o los kukas”. Por el estrés al que somete a la economía, es una consigna perdedora. Fuente: El Entre Ríos
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