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  • Los manuscritos de Cirilo Wozniuk, transformados en fuente clave para la investigación lingüística eslava

    » Elterritorio

    Fecha: 13/09/2025 22:26

    Las anotaciones en alfabeto cirílico del inmigrante ucraniano asentado en paraje Picaza, cercano a Oberá, a mediados del siglo pasado, fueron pieza central de una investigación del Instituto de Estudios Eslavos de la Academia Rusa de Ciencias sobre la evolución de la lengua eslava en Sudamérica. Un diario íntimo convertido en libro y en un legado para su familia. sábado 13 de septiembre de 2025 | 19:45hs. Cirilo Wozniuk llegó a la Argentina en 1938. Dejó un testimonio valiosísimo a través de anotaciones diarias que hizo en alfabeto cirílico. La Casa Rusa del Parque de las Naciones de Oberá es escenario de una historia poderosa, que conecta la memoria familiar con una investigación académica internacional. Allí, durante los días de Fiesta Nacional del Inmigrante, se compartió la vida de Cirilo Wozniuk ("Don Kirill") inmigrante ucraniano que llegó a Misiones a mediados del siglo pasado y que, sin proponérselo, dejó un testimonio valiosísimo a través de anotaciones diarias que hizo en alfabeto cirílico. Su historia da cuenta que, una vez llegado a la Argentina, en 1938, e instalado en el Paraje Picaza (cerca del municipio de Alberdi), comenzó a escribir vivencias y experiencias, a diario, tanto en cuadernos como en hojas sueltas, sin imaginar que esas anotaciones se volverían, con el tiempo, en objeto de un estudio científico trascendental dentro del campo de las lenguas eslavas y, a la vez, en un legado invaluable para su propia familia. Dichos registros, conservados por décadas, en 2019 estuvieron en manos del investigador del Instituto de Estudios Eslavos de la Academia Rusa de Ciencias, Gleb Pilipenko, quien se encontraba en Oberá dirigiendo un proyecto sobre la evolución de las lenguas eslavas en algunos países de Sudamérica. El valor de las anotaciones de puño y letra de "Don Kirill", para Pilipenko, fue tan determinante, que se transformaron en fuente central de la investigación y el resultado fue un libro editado en Rusia, que actualmente, la familia Wozniuk atesora como un legado: "El dialecto ucraniano del sur de Volinia en Argentina (Misiones). El diario de Cirilo Wozniuk, inmigrante de Polonia de la época entre dos guerras". Sandra Wozniuk y su padre, Nicolás, en la Casa Rusa del Parque de las Naciones. Foto: Mariana Poplawski. Sandra Wozniuk, nieta de Cirilo, expuso el ejemplar del libro en la Casa Rusa, y junto a su padre, Nicolás Wozniuk, compartieron esta atrapante historia. "El libro es producto de una investigación basada íntegramente en un diario y registros escritos por mi abuelo, Cirilo Wozniuk, inmigrante ucraniano, en alfabeto cirílico", comenzó explicando Sandra en el ciclo Conectados, detallando, en línea con eso, que "la investigación surge en 2015 y fue dirigida por Gleb Pilipenko, doctor en lingüística e investigador del Instituto de Estudios Eslavos de la Academia Rusa de Ciencias". Explicó que el interés de Pilipenko "estaba puesto en estudiar el desarrollo y la evolución de las lenguas eslavas en Sudamérica, más precisamente en Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, y es así que, en 2019, llega a Oberá y toma conocimiento del diario y las anotaciones de mi abuelo, que tiene casi mil páginas, y data aproximadamente, según los registros que tenemos, de la mitad del siglo pasado". Este encuentro abrió no solo una vía para la investigación lingüística de Pilipenko, sino también una puerta al pasado de la familia. "Asumimos que, una vez llegado a la Argentina, él comenzó sus registros", lo que fue importante para el trabajo del lingüista ruso que "se centró en la difusión y cómo fue evolucionando y se fue permeando del castellano la lengua eslava", pero a su vez "a nosotros nos permitió conocer y conectar con una parte de nuestra historia familiar", expresó Sandra, destacando el valor histórico y sentimental que conjugan esas páginas. "Pilipenko no solamente dirigió el proyecto de investigación sino fue el autor del libro y el año pasado tuvo la delicadeza de venir a visitar nuevamente la ciudad de Oberá y nos trajo un ejemplar", rememoró, valorando que en el marco de esa visita "tuvimos la oportunidad de que nos lea parte de los escritos de mi abuelo". Este gesto permitió a los descendientes escuchar por primera vez, parte de lo que "Don Kirill" había escrito en aquellas hojas. Nicolás Wozniuk atesora también en su memoria los recuerdos de su padre. Foto: Alejandro Suárez. "Escribía en lo que encontraba, era muy tenaz" Nicolás Wozniuk, hijo de Cirilo y quien en su momento ostentó el cargo de presidente de la colectividad rusa, guardó los manuscritos durante años, consciente de que allí había algo valioso, aunque nunca imaginó hasta qué punto. Su memoria aún atesora recuerdos de la vida de su padre inmigrante. "En el tiempo que él estuvo, que trabajó, que hizo lo que hizo, jamás hubiera pensado que hoy nos íbamos a valer de sus escritos y anotaciones en ese cuaderno; digo cuaderno, pero también escribía en hojas, en lo que encontraba, él hacía eso. Y era muy tenaz en ese sentido", contó, sin perder de vista que "vino con segundo grado, la escuela de él fue de segundo grado, mi madre era analfabeta, como la mayor parte de los inmigrantes eslavos". Pero Don Kirill no solo escribía. Su hijo recordó su vida social en la colonia Picaza, que lo pinta como un hombre de carácter fuerte, pero a su vez extremadamente empático. "Era muy disciplinado, pero a su vez, dentro de esa disciplina, tenía muchas amistades, porque bailaba el kasachok, tocaba clarinete, la bandura o la balalaika, y tenía un coro que durante las festividades navideñas recorría la casa de los paisanos y con el coro hacían recordar los tiempos idos que dejaron en Europa". Sus cuadernos, contó Nicolás, también revelan su curiosidad por el clima y los astros, intereses que plasmaba día tras día. "Era albañil, constructor y a su vez agricultor. Tenía demasiado interés en el clima, al punto que casi todos sus escritos empezaban con el clima, porque creo que el clima en Ucrania, en Volynia, donde él dejó, era distinto, y le llamaba mucho la atención de cómo era acá. También leía mucho, autores rusos y ucranianos, y se interesaba en los astros", recordó, haciendo énfasis en que "gracias a Gleb Piripenko nosotros podemos descifrar un poco todo lo escrito por él". Valor académico y sentimental "Para nosotros tiene un valor sentimental muy grande, es en realidad un legado, pero creemos que darlo a conocer en este marco es también una manera de honrar a los inmigrantes", concluyó Sandra, y profundizó aún más sobre eso. "Este documento que conforma el diario escrito por mi abuelo, tiene un valor realmente muy importante por muchos motivos. En primer lugar, se escribió a mitad del siglo pasado y lo conservamos casi en su totalidad, y, además, los inmigrantes eslavos que llegaron a la Argentina eran analfabetos en su mayoría y mi abuelo sabía leer y escribía, lo que fue muy importante en la conexión de las comunidades, permitiendo que otras personas tuviesen contacto con sus familias en Europa. Él leía y escribía las cartas a los vecinos". Además, remarcó que los registros de su abuelo son un documento poco común para la investigación lingüística, siendo "no menor el hecho de que los pocos registros escritos de la lengua eslava son cartas muy breves, por lo que la investigación, que en un primer momento iba a recibir aportes de mi abuelo, terminó transformándose en un libro sobre este diario y cómo fue adaptándose al castellano el habla eslava". En este sentido, cuenta Sandra, trayendo a su memoria lo explicado por Piripenko en su visita a Oberá, que "no hay una lengua eslava, sino que son las lenguas eslavas, que además tienen dialectos, o sea que los inmigrantes hablaban los distintos dialectos, y su interés investigativo estuvo enfocado en cómo se fueron mezclando esos dialectos, tomando préstamos de otros y también del castellano", considerando el investigador, ante este panorama, que "al no contar con registros escritos, y ante la imposibilidad de hallar inmigrantes de aquella época que hablan en ucraniano, bielorruso, ruso, polaco, porque la realidad es que ya casi no hay, el diario de mi abuelo se transformó en una fuente extremadamente valiosa".

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