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  • Macri (2019) y Milei (2025) perdieron por paliza las elecciones: pero en economía reaccionaron muy distinto

    Parana » NSA

    Fecha: 13/09/2025 15:33

    “Espero que ahora te dejes de joder con eso de las metas fiscales del FMI”, le dijo al entonces ministro de Economía Nicolás Dujovne un diputado de su partido apenas después de la derrota del oficialismo en las PASO de 2019. El gobierno de Mauricio Macri había perdido por casi 15 puntos de diferencia frente a Alberto Fernández, candidato a presidente. En el búnker oficialista lo encararon al ministro de Economía y lo emplazaron a hacer un “Plan platita”. Terminar con el ajuste y modificar la estética de la política económica. “¿Vos te olvidás cómo lo desenchufaron a tu gobierno?”, le respondió el economista recordando cómo Domingo Cavallo y Fernando de la Rúa habían recibido la noticia de que el FMI no haría el desembolso que correspondía en diciembre de 2001. Macri, que hasta había mostrado una disciplina fiscal férrea con el programa del FMI desde junio 2018, pegó un volantazo después de la derrota electoral y se desvió la hoja de ruta con el FMI. Anunció al otro día de las PASO un bono extra para los trabajadores privados de $2.000 y otro de $5.000 para los estatales, la modificación del mínimo no imponible de Ganancias, una moratoria para pymes, un congelamiento del precio de las naftas por 90 días y de las tarifas de servicios públicos. Incurrir en ese costo fiscal extra con el FMI no era algo conversado con las autoridades en caso de perder las elecciones. Nicolás Dujovne, desgastado para justificar un desvío del programa que él había acordado, fue reemplazado (llegó Hernán Lacunza en su lugar). Macri tenía que elegir si poner más dinero en la economía o el desembolso del FMI. Era pasta o pollo. Y eligió lo primero. “No hay medida que puedan tomar que destrabe el giro”, le respondieron dos funcionarios del FMI a Lacunza en su primera reunión como ministro de Economía de Macri. Argentina tenía pendiente un desembolso para antes de las elecciones de octubre y ahora sabía que no iba a concretarse. David Lipton, entonces director gerente interino del FMI, se mostró más tarde inflexible ante otro reclamo del mismo Lacunza. En Nueva York el estadounidense se reunió con el ministro. “Un témpano”, lo describió el argentino al estadounidense. Cuando salió del encuentro, un periodista de Bloomberg se acercó a Lipton y le preguntó cómo se solucionaría el tema de Argentina. “La situación de Argentina en este momento es extremadamente compleja. Quizá haya que esperar un tiempo para reanudarla”. Lipton en privado contó a un interlocutor argentino que el FMI habría girado aquel dinero a la Argentina si Juntos por el Cambio hubiera ganado las PASO. El organismo jamás diría algo así públicamente, pero tampoco podía a anunciar que no habría más desembolsos para Macri porque había perdido las elecciones. La situación tendría reminiscencias con aquel episodio de De la Rúa en diciembre de 2001, pero en vez de Lipton fue el chileno Tomás Reichmann. Lacunza decidió mantener la expectativa de que el FMI giraría el dinero aun cuando tenía la certeza de que no sucedería así. Una finalización del gobierno de Macri antes de lo que el mandato estipulaba dejaría a la oposición menos competitiva de cara a las elecciones de 2021. Algo que finalmente se corroboraría. “Al día de hoy, no hay un desembolso del FMI. Pero que no haya hoy no quiere decir que no lo haya en el futuro. Dentro de este año va a estar el desembolso”, dijo el 30 de septiembre de 2019, a semanas de las elecciones de octubre y en plena remontada de Macri para llegar al 41% que obtendría (Alberto Fernández fue presidente con el 48% de los votos). Milei perdió también por 15 puntos, como Macri, ante el PJ, aunque en una elección legislativa en la provincia de Buenos Aires. Su reacción en política económica fue distinta. No solo no salió a flexibilizar su política fiscal sino más bien a ratificarla, vetó leyes que considera un riesgo a la meta de equilibrio fiscal de 1,6% del PBI y anunció el envió del proyecto de Presupuesto para el año siguiente. Sí, en cambio, revisó su política monetaria y cambiaria, relajándolas, con el consuelo de que quizás el bajo grado de monetización con que aún opera la economía, permita que una mayor cantidad de dinero no signifique más que una ralentización del ritmo al que baja la inflación y ese sea todo el costo a pagar. El FMI, al revés que con Macri, apoyó a las 48 horas. Pareció no importarle mucho si el Gobierno daba marcha atrás en lo monetario pero no en lo fiscal. Es que el Gobierno enfrenta dos restricciones en este frente: una, el castigo del mercado si se muestra laxo y, dos, que en verdad tal vez no tenga margen de maniobra como muchos imaginan porque, contabilizando el pago de los intereses, ya no tiene equilibrio fiscal como el FMI comentó en su staff report. Es más: Macri en 2019 devaluó y subió las retenciones. Quizás el Gobierno en 2026 se encuentre más cerca de mantener impuestos que de bajarlos. ¿Llegará a tener necesidad de subirlos para no tener déficit fiscal? Llegará.

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