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» Diario Cordoba
Fecha: 11/09/2025 18:34
Hay temas tan delicados, de esos que se sitúan al borde mismo del abismo, que das una y mil vueltas antes de abordarlos por escrito, sin la menor garantía de acierto. Me refiero al suicidio, y más concretamente al suicidio de quienes deciden poner fin a su vida cuando la tienen por delante, los jóvenes. Una salida desesperada y más frecuente de lo que una sociedad sana debería soportar, por lo que empieza a despertar todas las alarmas. La última y más cercana señal de alerta la acaba de dar la Universidad de Córdoba, que ha puesto en marcha en su seno un plan de prevención de esta conducta extrema, dado a conocer coincidiendo precisamente con el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, celebrado ayer. El protocolo busca sensibilizar a toda la comunidad universitaria y proporcionar orientación sobre cómo evitar una acción tan dramáticamente irreversible en un momento –lo contaba días pasados este periódico- en que crecen los casos de jóvenes suicidas por problemas de soledad e incomunicación. Son motivos importantes de suicidio que señala el Teléfono de la Esperanza, que en una campaña desplegada en torno a la jornada de reflexión mundial del 10 de septiembre lanza datos sobrecogedores. Entre ellos, que de las 3.642 peticiones de ayuda recibidas en el primer semestre del año en Córdoba, en 98 casos existía riesgo de conducta suicida, mientras que la percepción de soledad no deseada está presente en un 5,42% de las llamadas de atención. Y todo ello sucede cuando es creencia común que la juventud está hiperconectada a través de internet. De hecho lo está, aunque de mala manera. Por seguir con estadísticas que ponen la carne de gallina, un estudio muy serio publicado en la revista científica Journal of Human Development and Capabilities revela lo que por otra parte ya se intuía, que el uso del móvil y el acceso a las redes sociales puede tener consecuencias nefastas sobre la salud mental de los menores. Según esta investigación, los jóvenes de 18 a 24 años que empezaron a usar el teléfono inteligente antes de cumplir los 13 son más propensos a presentar pensamientos suicidas, se vuelven agresivos y tienden a desconectarse de la realidad. Se trata, pues, de una adicción -a veces vista en sus propios padres, las personas que deberían darles ejemplo de autocontrol- que les roba sosiego, tiempo y horas de sueño. Además, debilita su autoestima al verse arrastrados a seguir modelos y consignas de influencers y otras faunas, porque buscan hacer lo que hacen los demás para no sentir su rechazo. De todas formas, no es cuestión de anatemizar las redes sociales ni de culpar de todo al universo digital, que, bien digerido, aporta enormes ventajas en un proceso que además no tiene vuelta atrás. Hay otros problemas muy importantes –aunque nunca tanto como para que alguien piense en quitarse de en medio, por favor- que complican la existencia a la juventud. Por ejemplo, el paro; o los bajos salarios, a pesar de la subida del 4%, cuando al final se consigue empleo. Eso por no hablar del dificilísimo acceso a la vivienda. Lo contaba la periodista Araceli R. Arjona en estas páginas: solo uno de cada diez jóvenes cordobeses deja el hogar paterno antes de los 34 años, según el Consejo de la Juventud de Andalucía. No se habían visto niveles más bajos de emancipación ni en la crisis de 2008 ni durante la pandemia del covid. Aunque para ser justos hay que apuntar que a estos obstáculos se une en algunas ocasiones la comodidad de tener garantizados techo y comida en casa, aun a costa de transferir el problemón a los sufridos padres. No, ser joven no es una situación idílica; pero la vida es el mayor tesoro, sobre todo cuando se la tiene por estrenar.
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