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» Diario Cordoba
Fecha: 11/09/2025 18:34
Corría el mes de agosto del año 1935, en plena canícula estival, mientras los hombres del campo trillaban y aventaban el grano de una cosecha que se antojaba más que necesaria para los tiempos que se vislumbraban. Un «cura» regordete subía la cuesta del Brillante cordobés en una tartana de coche acompañado del hermano Adrián Touceda, Superior de la incipiente clínica que empezaba a tomar forma en la conocida Huerta de San Pablo. Las chicharras no paraban de cantar. Entre tanto, los pañuelos de ambos frailes se empapaban de sudor por el insoportable bochorno del mediodía. De esta manera, Fray Bonifacio Bonillo Fernández pisaba tierras cordobesas por primera vez. Un hombre corriente, sencillo, alegre, austero, dicharachero, religioso y eminentemente hospitalario. El perfil ideal que más necesitaba aquella comunidad de hermanos de San Juan de Dios, el apostolado de la limosna. De este modo, y al cabo de los años, el Hno. Bonifacio se había convertido en un referente de bondad y simpatía entre los cordobeses y cordobesas, los cuales le acogieron como a uno de los suyos, proveyéndole de todo cuanto era menester para el cuidado de la chavalería que asistía en el centro. El impacto de su personalidad hizo que el Hogar Clínica San Rafael llegase a ser reconocido a nivel nacional como un centro donde centenares de niños afectados por la poliomielitis eran atendidos con profesionalidad, ternura y el cuidado más exquisito por parte de los religiosos. Mientras tanto, Fray Garbanzo -como se le conocía por estos lares- no paraba de pedir para «sus pobres niños», recorriendo calles y plazas, pueblos y cortijos, casas y palacetes, solicitando la limosna oportuna, sorteando obstáculos, aguantando el calor insoportable del estío y los carámbanos de enero, predicando con el ejemplo o aconsejando a quienes le confiaban alguna que otra situación preocupante o problemas que turbaban las conciencias. Siempre había una palabra adecuada, una broma, un detalle y la promesa de una oración compartida. Después de noventa años de su llegada a la ciudad de los Califas, podemos afirmar que (pese a que el Hno. Bonifacio falleció el 11 de septiembre de 1978) su recuerdo y su obra no han parado de crecer. Su recuerdo sigue vivo en la memoria colectiva de estas tierras. Su fama de santidad se extiende por doquier, dando así origen a la apertura de su Causa de Beatificación, habiendo sido reconocido ya como Siervo de Dios. No son pocas las personas que se acercan a este Hospital de San Juan de Dios para testificar a favor de su persona, rezar ante su tumba, solicitar alguna estampa… Pero el mayor legado que nos ha dejado este humilde hospitalario ha sido la réplica evangélica del milagro de los panes y los peces, mediante la distribución de alimentos, prendas de vestir, calzado… a través de la Obra Social que lleva su nombre. Más de quinientas familias procedentes de las zonas más desfavorecidas de Córdoba son atendidas de manera permanente en las instalaciones de dicha entidad solidaria. En la acogida, la escucha, el buen trato que se dispensa a todas estas personas, se aprecia claramente el espíritu del Siervo de Dios. A modo de recuerdo y de agradecimiento, este 11 de septiembre, a las 19:00 horas, se celebrará en la iglesia del Hospital San Juan de Dios una Eucaristía y ofrenda floral en acción de gracias por los 90 años de la llegada del Hno. Bonifacio a Córdoba, y los 47 de su partida a la casa del Padre. Os esperamos. *Superior del Hospital San Juan de Dios de Córdoba
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