11/09/2025 16:36
11/09/2025 16:36
11/09/2025 16:36
11/09/2025 16:35
11/09/2025 16:35
11/09/2025 16:35
11/09/2025 16:34
11/09/2025 16:34
11/09/2025 16:33
11/09/2025 16:33
» Misioneslider
Fecha: 11/09/2025 14:01
Por las esquinas coloridas de Caminito, donde los tangos se mezclan con el olor a choripán y las cámaras de los turistas no descansan, faltará desde ahora una postal irremplazable. Se fue Orlando Ismael Ceballez (51), el de la sonrisa fácil, la camiseta azul y oro pegada a la piel, y un corazón boquense que no cabía en su silla de ruedas. Su historia tuvo un final desgarrador: su hermano Daniel murió intentando salvarlo de las llamas. Este domingo, Ismael falleció en el incendio de su casa de madera y chapa en Villafañe 439, en La Boca, junto a su hermano Daniel Conde (55). Eran inseparables, se cuidaban mutuamente, y compartían esa vida de barrio entre mates, el amor por Maradona y una rutina sencilla. Isma, como lo llamaban sus amigos, llevaba una vida cómo las de antes; todos los días disfrutaba del famoso museo a cielo abierto de Caminito, donde creció y conoció al gran amor de su vida, Boca Juniors. La figura de Isma quedó impresa en las fotos de miles de visitantes que pasaron por Caminito, y en la memoria imborrable de un barrio que ya lo extraña. «Era muy querido», menciona Nancy, que lo conocía de toda la vida. «El que conoce a mi tío, sabe que era persona amable, buena, alegre, estaba para ayudar a todos. Si vos necesitabas algo, Ismael y Daniel estaban ahí siempre«, cuenta Valentina. Ceballez trabajó como seguridad en el restaurante La Perla, un clásico que ofrece comida tradicional al ritmo del tango, y después —cuando la salud le jugó una mala pasada— se convirtió en anfitrión de los turistas, al lado del doble de Diego Armando Maradona, Escolástico Berto Méndez, su amigo inseparable. Ismael era más que un personaje, era el alma de la cuadra. Un hombre grande, robusto, con un tatuaje de Maradona en el brazo y una devoción ciega por el cuadro de La Ribera. “Dejaba todo por Boca. Muy fanático. Conocido por jugadores, por la gente de la comisión. A él lo ayudaba todo el mundo”, cuenta Rubén Corvalán, su amigo del Restaurante La Perla. De la hinchada al corazón del barrio En su Instagram, Ismael subía fotos con Mauricio ‘Chicho’ Serna, Martín Palermo y César Luis Menotti. Se lo veía sonriente, siempre con la camiseta azul y oro. Para él, Boca era su identidad, fue parte de la hinchada y, a pesar de sus problemas de salud, siempre dijo presente. Tenía diabetes, le amputaron una pierna, pero nunca perdió las ganas de regresar a su esquina y charlar con los vecinos. “Yo me iba a tomar el 33 y siempre me decía: ‘che negra, ¿qué te hacés la bonita? Vení, saludá, porque me falta una pata no me vas a saludar’, me decía”, recuerda María, entre risas. “Un gigante con corazón de oro. Adoraba a los niños. A mis hijas las adoraba. Y los chicos lo querían mucho”, dice Rubén. Ismael no tuvo hijos, pero se ganó el amor de generaciones. Participó en shows callejeros, en mil anécdotas de un barrio que se inventa a sí mismo cada día. En los últimos meses, su salud se deterioró. Estuvo internado, deprimido y a punto de perder la otra pierna. Pero su imagen seguía firme en el recuerdo, en la vereda de Caminito, junto al imitador de Diego, saludando a todos. “Era un personaje. Un tipo que pasaba todo el mundo a saludar. Hasta los guías lo conocían. Un referente de ‘un estilo de vida boquense’”, lo definió Rubén. Un legado que perdura
Ver noticia original