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  • Fiebre en Niños: ¿Enemiga o Aliada?

    Victoria » Radio LT39

    Fecha: 10/09/2025 21:42

    De qué habla el podcast de esta semana del Dr. Picchi? Soy el Dr. Federico Picchi, y hoy, quiero que hablemos de una problemática que, aunque es un mecanismo esencial de nuestro cuerpo, a menudo genera un gran temor y confusión en los hogares, especialmente cuando se trata de nuestros hijos: la fiebre en niños. Aunque un registro de más de 38 grados centígrados en la axila se considera fiebre, y sirve como un consenso para reconocer su presencia, es crucial entender que los números no son lo más importante. Lo que verdaderamente cuenta es su sentido. Ante una infección, ya sea viral o bacteriana, la fiebre no es un problema; al contrario, es parte fundamental de nuestra respuesta ante una amenaza. Muchos órganos del cuerpo trabajan activamente para producir la fiebre cuando es necesaria. Sus objetivos son dos y son vitales: primero, disminuir la gravedad de la enfermedad y, segundo, limitar su duración, haciendo más eficiente la respuesta inmunológica, tanto innata como adquirida. Piensen en esto: especies que no pudieron desarrollar este mecanismo de adaptación, como algunos reptiles a los que se les impide buscar una fuente de calor, se extinguieron. Esto nos muestra lo esencial que es la fiebre para la supervivencia. Sin embargo, a pesar de su función protectora, es real que existe una suerte de fobia o miedo a la fiebre entre los padres. Este temor, a menudo, surge por la falta o poca precisión de la información. Los padres suelen asociar la fiebre con miedos como la meningitis, las convulsiones, secuelas e incluso la muerte. Este “cuco” existe, pero una información clara y suficiente puede disiparlo. Las estadísticas nos dicen que entre el 2 y el 4% de los niños menores de 5 años, sanos, van a tener una convulsión febril. Las convulsiones febriles simples ocurren entre los 3 meses y los 6 años de vida, siendo más frecuentes antes del año y medio. Pero, amigos, escuchen bien: la convulsión febril simple se produce por una vía metabólica distinta a la de la fiebre. Es un mecanismo independiente. Es como un golpe en la tibia: el dolor y el moretón provienen del mismo estímulo, pero son mecanismos biológicos diferentes. Por tanto, por más que intentemos bajar la temperatura en un niño genéticamente predispuesto, va a convulsionar igual. No hay medicación preventiva ni medidas adicionales para evitar una convulsión febril simple, ya que hay una carga genética y familiar. La buena noticia es que las convulsiones febriles simples no tienen riesgo de muerte ni se asocian a secuelas negativas en el cerebro. Entonces, ¿cuándo debemos preocuparnos y buscar atención médica urgente? Aquí les detallo las pocas situaciones que son verdaderas urgencias: • Un niño menor de 3 meses, sobre todo menor de un mes, con fiebre es una urgencia. Su sistema inmunológico está en desarrollo y existe alta probabilidad de una infección grave. • Fiebre en un niño que presenta puntitos rojos en la piel (petequias) que no desaparecen al tocarlos. • Un niño que está irritable, letárgico, con tendencia a dormirse, que se ve mal. • Un niño que vomita “a chorro” o que no responde bien a sus padres, que está “perdido”. • Un niño con fiebre y “sed de aire” (dificultad respiratoria). Estos son los chicos que deben ir urgente a la guardia. Y entonces, ¿cuándo sí reportaría un beneficio tratar la fiebre y bajar la temperatura? No debemos medicar a un niño que, aunque tenga fiebre, está bien, come, habla y duerme. Sin embargo, si el niño tiene disconfort que le impida dormir, si está irritable y no logra conciliar el sueño a pesar de pañitos y baños, o si tiene dolor de cabeza y está muy molesto, entonces sí se puede ayudar con un antitérmico. Otra situación es en niños con un gasto metabólico aumentado, como aquellos con gastroenteritis, donde la fiebre contribuye a la pérdida de líquidos y a la deshidratación; en estos casos, tratar la fiebre es beneficioso. Si decidimos medicar, ¿qué antitérmico usamos? Paracetamol. Es el único que, a dosis habituales, no interfiere con la respuesta inmunológica. Y atención: si la fiebre no baja por completo, es porque el niño está infectado; el antitérmico solo logrará bajarla un grado o un grado y medio, pero no a 36.5 grados, pues el cuerpo seguirá combatiendo la infección. Si seguimos bajándola indiscriminadamente, estamos enlenteciendo la respuesta inmunológica, y la enfermedad durará más tiempo. La fiebre la producimos nosotros como respuesta, ¿para qué la “matamos”? Para estar más confortables, aliviar el dolor de cabeza o conciliar el sueño, no para “ganarle” a la enfermedad. No se recomiendan los esquemas secuenciales de alternar un antitérmico con otro. Y, por favor, no se recomienda la inyección intramuscular en la colita. Salvo que no se pueda tomar por vía oral, la efectividad y el comienzo de acción son los mismos por vía oral que por vía intramuscular. Es un procedimiento traumático e innecesario para el niño y los padres. Para concluir, amigos: la fiebre nos da una noticia. No matemos al mensajero, vayamos por la causa. La fiebre nos avisa que hay una infección. No es una urgencia, salvo las excepciones que ya mencioné. Si no hay grandes molestias ni factores agravantes, hay que esperarla para tratarla. Si no dejamos que los mecanismos naturales de defensa, como la fiebre, se expresen, nos perjudicamos. Debemos sostener estos procesos naturales si queremos gozar de buena salud, vivir más y vivir mejor. Es bueno recalcar esto, porque siempre estuvimos acostumbrados a que “el chico tiene fiebre y hay que bajársela, hay que salir corriendo”. Esto no solo genera angustia, sino que congestiona los servicios de atención médica con intervenciones innecesarias. La automedicación y el tratamiento indiscriminado le hacen un favor a los virus o bacterias, dándoles más chances de ganar. El cuerpo es el que cura; la inmunidad, tanto adquirida como innata, es la que va a curar, y la fiebre forma parte de esa respuesta. Tratarla, fuera de los casos de disconfort, nos perjudica. Por supuesto, siempre está bueno comunicarse con el pediatra. El profesional nos brindará el apoyo y la guía necesaria, indicando si hay que esperar, monitorear o acudir a una consulta. Pero entiendan que no ganamos nada bajando la temperatura y después llevándolo al médico; al contrario. Los espero este viernes con este tema: ¿Es posible ser feliz? Que nos dice la ciencia. RESUMEN DEPORTIVO

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