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» Elterritorio
Fecha: 10/09/2025 17:03
Mirta Raquel Sánchez (64) dedicó más de la mitad de su vida a la salud y después de 44 años colgó su ambo, aunque no su vocación. Desafíos en su vasta trayectoria miércoles 10 de septiembre de 2025 | 7:00hs. Mirta expresó sus vivencias que perduraron por más de cuatro décadas. Foto: Joaquín Galiano Con el ambo puesto desde joven y la profesión de enfermera como vocación, Mirta Raquel Sánchez (64) se dedicó más de la mitad de su vida a cuidar y asistir a cada paciente que le tocó tener, cerrando con broche de oro su amplia trayectoria en el Hospital Madariaga, establecimiento en el cual se jubiló en julio de este año, para dejar su uniforme luego de 44 años de actividad y comenzar a ver nuevos retos, tal vez lejanos a la salud, o no. En una nueva edición de Charlas con El Territorio presentamos la vida y carrera de Mirta, desde su adolescencia, hasta su primer contacto de amor con la salud y cada desafío que tuvo que superar por más de cuatro décadas. Años en el que dejó una huella como profesional y como persona. Mirta creció en Eldorado bajo el amor de sus padres -un penitenciario y una ama de casa- y sus tres hermanas. Sobre su conexión con la salud, y más preciso, con la profesión de enfermera, Mirta expresó que fue más por una decisión de su madre, pero con las primeras prácticas sintió que era para ella. ¿Por qué eligió ser enfermera? Empecé la escuela técnica, me inclinaba más por el inglés y por la electricidad. Me gustaba mucho la matemática y bueno después como que hizo un giro de 180 grados que nada que ver con lo que estaba pensando. Antes nosotros no teníamos mucha decisión para elegir. Mis papás nos decían ‘tenés que hacer tal cosa’ a mí y a mis hermanas, y siempre aceptamos cuando tenía que trabajar o estudiar. Yo estaba en la secundaria, me había llevado algunas materias y mi mamá tenía muchas amistades. Una de las amistades era una enfermera que le dijo para que yo empezara a estudiar enfermería. Yo era un poco rebelde y por ahí primero me empezó a hacer ruido. Pero ya desde el primer curso me gustó. Fui a hacer todos mis trámites y cuando me fui a mi casa, le conté a mi papá. A él no le gustaba mucho porque él trabajaba en unidades penales y no le gustaban las guardias. Me decía que yo iba a tener que trabajar a la noche, no había ni Día de la Madre ni del Padre. Entonces no le gustó mucho. Pero cuando le dije que ya estaba decidida, me dijo que estaba bien y que me apoyaba. ¿Cómo fue su primera experiencia y cómo se fue desenvolviendo? Nosotros nos preparábamos para los servicios. Cuando comencé rotamos obviamente por los servicios para conocer y ver si nos gustaba y seguir. Había una directora que nos decía “ustedes me dicen hasta dónde llegan, porque enfermería es difícil al comienzo también porque era todo nuevo. Si ustedes no están preparados o no les gusta, ya tienen que dejar”. A mí me gustó mi sitio, empezamos a rotar por los servicios, primero comencé en clínica médica, después por clínica quirúrgica y traumatología y cuando pasé a trabajar, quedé un buen tiempo. Después fui a Buenos Aires por el trabajo de mi esposo y también trabajé allá. Pasé por un sanatorio y le dije a mi esposo que iba a trabajar. Justamente necesitaban y les gustaba que esté ahí porque la jefa decía ‘la enfermera de Misiones es diferente a la enfermera de Buenos Aires’. Ella siempre nos decía que a nosotros, los de Misiones, nos usaban porque hacíamos un montón de cosas. Y que ellos tienen otra forma de trabajar. El segundo día me dejó sola a cargo, me dejó trabajar porque decía que nosotros trabajábamos diferente. Pero al año vinimos. ¿Cuándo regresó a Misiones y cómo fue el mudarse a Posadas? En 1991 volví a Misiones, comencé a trabajar en la guardia en Eldorado y estuve ahí hasta el 2010, hasta que tuve que ir a Posadas por problemas de trabajo de mi esposo. Me presenté con el director porque todavía no tenía mi traslado directo. Entonces me dijeron que vaya a hablar con el director para que pueda comenzar hasta que salga mi traslado. El director me conocía porque era el doctor Álvez, de Iguazú, que traía pacientes a Posadas, y me llevó directamente a la guardia. Al principio estuve en terapia y pasar de terapia a la guardia es muy distinto. Primero tuve miedo, decía que no estaba preparada para la guardia. Pero mi jefa me decía que si estaba preparada para el servicio. Cuando fui a la guardia, la primera semana vi que era diferente y me gustó esa adrenalina, esa forma de trabajo que era muy diferente a lo que nosotros hacíamos en terapia. Y bueno, desde esa fecha hasta 2020 estuve en guardia, después pasé a la vacunación, ¿Qué desafío le tocó enfrentar estando en la guardia? Los primeros años que me tocó en la guardia, me costaron los accidentados. Ya cuando llegaban por un paro cardíaco, un infarto, no era tanto, porque ya estaba acostumbrada. Pero lo primero que a mí me tocó y tuve que enfrentar y trabajar fue por un accidente grande que fue en una ruta. Antes trasladaban en camionetas a los trabajadores y eran como siete que iban atrás y llegaron a la guardia La guardia antes era sólo la guardia, no había consultorio como ahora. Y eso fue lo que me impactó primeramente. No estaba acostumbrada, pero es la única forma que te preparás, que sabés que vas a continuar en estos lugares y eso hace a la persona Está todavía muy reciente lo de la pandemia por el Covid-19, ¿cómo fue trabajar en la pandemia, que era algo nuevo para todos? Ese año de la pandemia justo pasé a la parte de vacunación. Justo unos meses antes, la jefa de vacunación me dijo que tenía que trabajar con ellos. Y para mí fue totalmente diferente, no sé si para bien o para mal. Por un lado, personalmente me dije en ese momento que quería estar en la guardia, porque se necesitaban personas, pero a la vez por algo pasé a vacunación. Yo ya tenía 60 años, a lo mejor Dios quiso así. Porque muchos compañeros murieron y creo que Dios me puso en ese lugar. Mirta fue despedida por todas sus compañeros del hospital. Para la gripe A, dengue, después la pandemia por el Covid, te tenés que adaptar, no podés perder tiempo, tenés que ser rápido de alguna forma, porque no te da tiempo de hacer el curso, prepararte. Vos en el momento te vas preparando y te vas adaptando a esa situación. Cada enfermedad que recibimos es el momento de la preparación. Yo misma me preparaba mirando internet a veces. Es una constante educación para saber cómo contrarrestar todos los desafíos. La salud fue avanzando. Antes trabajábamos y nos faltaban recursos, tanto recursos humanos como nuevos aparatos, nuevas tecnologías, también. Hoy estamos preparados porque el diagnóstico está ahí en poco tiempo y es más sencillo para el paciente. Ese apoyo lo necesitan las enfermeras en general, que realizan una labor muy difícil. ¿Cómo fue ese apoyo familiar? Tengo a Raúl, mi esposo, y mis tres hijos. Dos mujeres de 35 y 34 años y un joven de 21. Antes era diferente, cuando les tuve a mis dos hijas nosotros teníamos licencia 30 días antes de tener y 30 días después. Hoy tenés 30 días antes y tenés como tres meses de licencia para estar con tu hijo. Pero la crianza de mis hijas fue buena, la verdad que no tuve ningún problema porque tuve a mi esposo que me ayudó mucho. Tenía a personas que confiaba para estar con mis hijas. Antes estaba tu trabajo primero, hoy tenés más franco y podés estar más con tus hijos, ir al médico, u otras actividades. ¿Y cómo sus hijos recibieron su profesión? Más que nada las mayores que nacieron cuando usted comenzó. Hasta hoy no tengo reclamos. Nunca me dijeron nada, ellas nacieron ya cuando yo estaba trabajando. Eso por ahí ayudó, porque hay muchas compañeras mías que ya fueron a trabajar teniendo hijos y les fue diferente. Obviamente, el tiempo perdido no se recupera, porque los chicos crecen de esa forma. El tiempo pasa volando, si en ese momento de crecimiento de tus hijos no aprovechás, después es difícil. Sí tengo el amor y el cariño de mis hijos. Hoy ninguno sigue mi profesión, incluso la mayor no puede ver cuando alguien está sufriendo por un dolor. Ella se corre directamente porque no aguanta. Mis hijos siempre me decían que no sabían si era a favor o en contra tener una mamá enfermera, porque yo vi muchas cosas y los protegía y decía que no quería que hagan ciertas cosas para que no se lastimen y yo no dormía hasta que llegaban a la casa. Hoy con 64 años, ¿qué sigue para Mirta y se imaginaba una despedida así? El 31 de junio hice mi última guardia y ya en julio me jubilé. Todavía estoy bien, es todo muy nuevo y no extraño. Pensé que sí iba a buscar estar, porque trabajé muchos años, pero no. Sobre la despedida, no lo imaginaba. La verdad que para mí todo es una sorpresa, en principio porque en vacunación nosotros éramos tres personas trabajando y yo estaba sola a la tarde. Dije ‘el día que me jubilo, yo cierro mi puerta y al otro día voy y entrego la llave, como todos los días’, para mí iba a ser así. Hasta que comenzó mi despedida, que fue mi familia, junto con el servicio de emergencia. Sinceramente no me di cuenta y estaban preparando todo y me hicieron la despedida directamente todos los del hospital. Me quedan tantas cosas. Yo me siento bien, me gusta trabajar, estar con la gente. Pero después dije ‘tengo que dar un paso al costado, porque hay mucha gente nueva y no puedo ser tan egoísta y no darle oportunidad a la gente nueva, joven’. Si puede resumir en una frase, ¿cómo fue su carrera como enfermera? Ser enfermera es un rol muy grande y eso se lleva en la sangre. La definición es amplia, es un orgullo ser enfermera y es una vocación. La verdad que hoy no sé cómo definirlo… pero estoy muy orgullosa de elegir esta profesión. Uno siente esto en el alma, en el corazón. Sigo en mi profesión, sigo asistiendo a mis vecinos si necesitan. Pero es una vocación que no se va así nomás, siempre si podés hacer algo por el prójimo, lo haces hasta donde uno puede. Perfil Mirta Sánchez Enfermera jubilada Mirta es la segunda de cuatro hermanas que se crió en Eldorado, donde dio sus primeros pasos en distintos servicios dentro del hospital. Con un paso fugaz en Buenos Aires y de regreso a su localidad, Mirta se desempeñó mayormente en la guardia, puesto que también ocupó en el Madariaga desde el 2010 hasta este julio, cuando se jubiló después de 44 años de servicio.
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