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  • La Argentina de Javier Milei, ante el poder transformador del voto

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    Fecha: 10/09/2025 09:30

    El batacazo peronista convirtió la autenticidad en violencia, una genia en fraude y un pelotudo en salvador de la Patria. El peligro de la realidad aumentada.Ahora dicen que la violencia de Javier Milei sería nociva No es una mirada romántica. El poder real está en el dinero y lo ostentan quienes acumulan grandes cantidades de ese bien fungible. Con todo, cada dos años, el pueblo, la sociedad, la ciudadanía o como cada quien quiera llamarle al conjunto de personas habilitadas para elegir a sus representantes ejerce un fabuloso poder transformador de carrozas en calabazas y viceversa. Ocurrió este domingo en la Argentina de Javier Milei.Notas Relacionadas No es magia, tampoco, aunque no es fácil identificar las fuerzas que empujan a 3.820.119 seres humanos de múltiples orígenes, ideologías, ingresos, niveles de instrucción, edades, géneros y demás rasgos personales a unirse en una empresa común, que es lo que pasó este domingo en la provincia de Buenos Aires: 3.820.119 personas decidieron, sin ponerse de acuerdo, sin haberlo planeado, en la inmensa mayoría de los casos sin siquiera conocerse entre sí, castigar con una dureza insperada al gobierno de La Libertad Avanza. Dejando de lado la ardua tarea de encontrar las explicaciones de semejante carambola cósmica y evitando, también, la desmesurada ambición de proyectar sus consecuencias de mediano plazo, es posible listar un puñado de efectos inmediatos, casi mágicos, del batacazo peronista. 1) De la noche a la mañana, convirtió la autenticidad del Presidente ("un tema de temperamento personal", en palabras de Martín Becerra) en violencia intolerable para un jefe de Estado. 2) La convicción en "soberbia y arrogancia", según el periodista Luis Majul, devenido crítico implacable del Gobierno en cuestión de horas. Las mil y una razones de la aplastante derrota: 1. La soberbia y la arrogancia. 2. La detención de Cristina Kirchner. Porque explica el fuerte incentivo para ir a votar que tuvieron quienes creen en su inocencia. 3. El estancamiento de la actividad económica. 4. La falta de… — Luis Majul (@majulluis) September 8, 2025 3) Al mejor ministro de Economía de la Historia (Toto Caputo) en candidato a fusible por obtuso repetidor de recetas probadamente fallidas, como lo identificó, palabras más o menos, en una entrevista con Radio Con Vos, el mileísta de la primera hora pero no de la segunda Carlos Maslatón, abogado que trabaja de analista financiero. 4) El cerebro genial, maga de la estrategia política (El Jefe todopoderoso Karina Milei) en responsable de todos los pesares de un gobierno que estaba para comerse la cancha electoral este año para fumigar de roedores el Congreso y pavimentar el tránsito alegre del Presidente hacia la reelección en 2027, un acontacimiento que el propio Milei ya había elevado a la jerarquía de cosa juzgada. 5) La papita de las elecciones del 26 de octubre en una pesadilla con impredecible poder de carpintería funeraria para la administración anarcocapitalista. 6) Un gobierno casto y puro en una cloaca de corrupción. En la Argentina del batacazo peronista, de calabazas a carrozas En el sentido inverso, la paliza que se comió el Gobierno en las urnas bonaerenses convirtió calabzas en carrozas majestuosas. 1) Al arrumbado mago del Kremlin, Santiago Caputo, lo empoderó con la razón y le devolvió la varita y la galera. 2) El nido de ratas se tranformó en templo sagrado. 3) Los degenerados fiscales que gobiernan las provinias, en señores honorables con quienes es indispensable encauzar diplomacias atentas y respetuosas. 4) Los jubilados y las personas con discapacidad dejaron de ser números en la planilla de cálculo de la motosierra y, por qué no, nichos de corrupción y parásitos del Estado, y se convirtieron en... jubilados y personas con discapacidad. 5) Axel Kicillof, un enano soviético - pelotudo - limitado - burro eunuco en la consideración de Milei y sus trolls, se despertó este lunes con el cinturón de campeón mundial de la estrategia política y estadista tope de gama. Efecto paliza en Buenos Aires: no todo lo que brilla es oro asegurado Se sabe: los resultados electorales de alto impacto, como el que se dio este domingo en la provincia de Buenos Aires, suelen operar como lupas que producen realidades aumentadas que, como tales, pueden generar escenarios distorsionados. Las elecciones de medio término ofrecen múltiples antecedentes en la historia reciente de la Argentina. Lo sabe Cristina Fernández de Kirchner: a la derrota que protagonizó su marido, Néstor Kirchner, en 2009, que iba a marcar el principio del fin del ciclo K en el poder, le siguió, dos años después, el tsunami de votos del 54% que le dio la reelección. Lo sabe Sergio Massa: en 2013 pateó el tablero de la década ganada con su batacazo frente al kirchnerismo, pero dos años después, en 2015, el 21% que cosechó en las presidenciales no le alcanzó para pasar a la final que jugarían Mauricio Macri y Daniel Scioli. Lo sabe Macri: en 2017, su Cambiemos derrotó a CFK, pero después pasaron cosas y en 2019 se fue carajeando al electorado y reponiendo el maldito cepo kirchnerista. Lo sabe Horacio Rodríguez Larreta: de la debacle del Frente de Todos en las legislativas de 2021 salió presidenciable electo, pero dos años después su estrella se consumió en un 11% demoledor que no le permitió superar siquiera las PASO. Lo sabe Axel Kicillof: justamente el antecedente Larreta es el freno de mano que accionan en la gobernación cuando la realidad tiende a aumentarse por efecto de las espumas burbujeantes de la victoria, a pesar de que, desde que el domingo a la noche se conocieron los resultados inesperados de los comicios en la provincia, se apilan razones objetivas para entronizar como presidenciable al exfavorito de CFK. Antecedentes y precauciones al margen, cada dos años el voto popular -el del pueblo, la sociedad, la ciudadanía o como quiera que se le quiera llamar al conjunto de voluntades convocadas a las urnas- puede tener un poder transformador asombroso. El problema es lo que pasa después, entre unas elecciones y las que vienen, cuando las personas mandatadas para gestionar ese poder se olvidan de su condición y sus mandantes, privados de otras instancias de participación en una democracia representativa que se queda corta, deben conformarse con la ilusión de volver al poder dos años más tarde. Por Juan Rezzano-Letra P

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