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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 10/09/2025 04:49
Wolfgang von Trips era el último descendiente de una dinastía (Additional-Rights-Clearances-NA) -No voy a trabajar en nuestras tierras, padre – anunció Wolfgang von Trips. -¿No? ¿Recibiste una oferta mejor? – le preguntó sorprendido su progenitor, conde de antigua dinastía, hombre de la política y poderoso terrateniente alemán. Había también algo de decepción en su voz: Wolfgang acababa de obtener el título de ingeniero agrónomo y esperaba que manejara las propiedades de la familia. -No voy a trabajar como ingeniero; quiero ser piloto de carreras. -Hijo, recordá quién sos… – le advirtió el conde. -Sé quién soy, padre: el último von Trips. -Así es. No podés ser un piloto más; si querés correr, tendrás que ser campeón del mundo de Fórmula 1. -Lo voy a ser… -Lo serás o morirás en el intento. Toda Alemania te va a estar mirando, no olvides nunca quién sos. El diálogo, cierto o parte de un mito, se puede leer en más de una revista especializada en la Fórmula 1. Se dice que ocurrió en 1953 en el castillo familiar de Hemmersbach, cuando Wolfgang tenía 24 años y la República Federal Alemana –la parte occidental del país dividido– resurgía de las cenizas de la derrota en la Segunda Guerra Mundial. Desde ese mismo momento, Wolfgang puso todo de sí para cumplir su promesa y parecía que iba a lograrlo apenas ocho años después, convertido en uno de los pilotos top de la escudería del legendario Enzo Ferrari. De hecho, estaba a punto de conseguir el título el 10 de septiembre de ese año, 1961, cuando arrancó en la primera posición de la largada en el circuito italiano de Monza. Si ganaba la carrera, el título sería suyo, pero dos vueltas después estaba muerto al protagonizar el que sería a la postre uno de los accidentes más trágico de la categoría, con un saldo de 14 muertos -13 espectadores y, claro, el propio Wolfgang von Trips– y decenas de heridos. Aquí podría ponerse punto final a la historia, la del primer alemán que estuvo a punto de consagrarse campeón mundial de la máxima categoría del automovilismo. Sin embargo, no sería la historia completa, porque por una extraña coincidencia el malogrado Wolfgang resultó clave en la formación del primer alemán que lo lograría 33 años después y que hoy es considerado uno de los mejores pilotos de la historia de la Fórmula 1. Se trata, claro, de Michael Schumacher, que aún no había nacido cuando ocurrió la trágica muerte de von Trips. Una joven promesa Wolfgang Graf Alexander Albert Eduard Maximillian Reichsgraf Berghe von Trips nació el 4 de mayo de 1928 y era el único hijo del Conde von Trips y heredero legítimo de la dinastía. La familia hundía sus raíces hasta los primeros tiempos de la Orden Teutónica y durante diez siglos tuvo una presencia constante y destacada en la historia militar y política primero del Sacro Imperio Romano-Germánico, y luego de Prusia y del Imperio Alemán. Luego de la derrota de la Primera Guerra Mundial y la caída del Kaiser Guillermo, los von Trips perdieron relevancia en los nuevos tiempos políticos que se abrían, aunque mantuvieron todo su poder económico, que distaba de ser poco. Primogénito y también hijo único, Wolfchen – como lo llamaban sus padres – fue educado con el esmero que correspondía a un heredero de la nobleza alemana de la época. Pasó su infancia en Bonn y más tarde la familia se instaló en el castillo de Hemmerbach, cerca de Colonia, desde donde su padre administraba los campos y dirigía sus negocios agrícolas y ganaderos. Hubo solo una sombra en la infancia del niño: enfermó de una poliomielitis que lo tuvo al borde, pero de la que se recuperó sin sufrir graves secuelas físicas. GP de Gran Bretaña, Aintree, 15 de julio de 1961. Salida. Ganadores: Wolfgang von Trips (coche 4), Ferrari 156, Ritchie Ginther (coche 6), Ferrari 156, Stirling Moss Lotus (coche 28) y Jo Bonnier, Porsche. (Crédito de la imagen: ©Sutton Motorsports/ZUMA Press) Ese padecimiento también le aportó un beneficio, porque evitó que fuera reclutado por las Juventudes Hitlerianas. Cuando, sobre el final de la Segunda Guerra, los aliados avanzaron en territorio alemán, instalaron su cuartel general en el castillo familiar, el adolescente Wolfgang se relacionó con oficiales ingleses y estadounidenses, que lo ayudaron a mejorar su inglés. Terminado el conflicto, el conde lo envió a estudiar Agronomía con un objetivo preciso: quería que su hijo lo reemplazara en la dirección del negocio familiar. Wolfchen obedeció el mandato paterno y lo cumplió, pero mientras estudiaba no descuidó sus dos pasiones: las carreras de caballos y los autos. Comenzó a participar en competencias automovilísticas en 1950 y para 1953 había decidido correr en la máxima categoría y se lo dijo a su padre. Una carrera brillante Demoró solo tres años en llegar a la Fórmula 1 y lo hizo de la mano de uno de los grandes, Enzo Ferrari, que le permitió debutar al volante de una de sus máquinas en el Gran Premio de Alemania realizado el 2 de septiembre de 1956. Al año siguiente Ferrari presentó un equipo integrado por seis pilotos que debían turnarse para correr durante toda la temporada. Von Trips pudo hacerlo en los grandes premios de Argentina, Mónaco e Italia, donde logró su primer podio con un tercer puesto. En 1958 pudo correr en seis competencias y consiguió su segundo podio en Francia, también con un tercer puesto. Con ese puntaje y el de otras dos carreras terminó el año en el puesto número 11 del campeonato mundial de pilotos. A pesar de que su carrera iba en ascenso, en 1959 se alejó de Ferrari para subirse a un Porsche, una escudería donde tuvo como compañera a la primera mujer piloto de la historia de la Fórmula 1, la italiana María Teresa de Filippis. Ahí no le fue bien y para finales de ese mismo año volvió a la escudería de los bólidos rojos, convocado de nuevo por Il Commendatore. No se equivocó con esa decisión, porque 1960 fue para von Trips un año casi consagratorio: corrió todas las carreras menos una y acabó séptimo en la general. Eso le permitió que se lo considerara el piloto principal de la escudería, secundado por otro que también prometía mucho, el estadounidense Phil Hill. Wolfgang von Trips (GER), falleció tras un accidente fatal. GP de Italia, Monza, 10 de septiembre de 1961 (Crédito de la imagen: ©Sutton Motorsports/ZUMA Press) Desde el principio, la temporada de 1961 le resultó propicia. Wolfgang ganó la primera carrera de su vida en la categoría en Mónaco, la segunda cita del calendario, y quedó segundo en el Gran Premio de Bélgica, la siguiente fecha del programa. Después tuvo que abandonar en Francia, pero volvió al triunfo en Gran Bretaña y a continuación quedó segundo en Alemania. Eso le permitió llegar al primer puesto en el campeonato de pilotos, seguido muy de cerca por su compañero de escudería, Hill. Llegó así el turno del Gran Premio de Italia, en Monza, el mismo circuito donde von Trips había logrado su primer podio. En una clasificación brillante, consiguió la pole position con Hill en el segundo lugar. Con sus diez kilómetros que combinaban un óvalo con un circuito mixto, el de Monza era uno de los recorridos más complicados de la época. La gloria estaba al alcance de las manos de von Trips ese domingo 10 de septiembre: si ganaba la carrera, el título mundial sería suyo. La tragedia de Monza Las cosas se le complicaron desde el principio, porque una mala largada lo desplazó del primer lugar que había ganado en la clasificación. En la segunda vuelta, peleaba la posición con Jim Clark, que lo seguía de cerca en la larga recta antes de la Parabólica. El escocés se le venía encima y cuando quiso pasarlo le tocó una rueda trasera, lo que le hizo perder el control del auto que se salió de la pista y se fue directo hacia los espectadores; la Ferrari voló por los aires y se estrelló contra una barrera lateral. Von Trips salió despedido mientras la Ferrari caía sobre el público. El piloto alemán murió cuando lo llevaban al hospital. Hubo 13 espectadores muertos y los heridos se contaron por decenas. Momento en que se desata la tragedia en la Fórmula 1, cuando el auto del piloto alemán se sale de pista y cae sobre el público “Von Trips y yo estábamos corriendo por la recta y nos acercábamos a una de las curvas peraltadas, la del extremo sur, a unos cien metros del inicio de la curva. Él corría cerca del interior de la pista y lo seguía de cerca, manteniéndome cerca del lado externo. En un momento, von Trips se movió hacia los lados de modo que mis ruedas delanteras chocaron con las traseras. Fue el momento fatal. El auto de von Trips giró dos veces y se metió en la banquina. Luego rebotó, golpeó mi propio coche y fue hacia la multitud”, contó Clark el mismo día. Las imágenes del accidente que surgieron después de la carrera mostraron que el recuerdo de Clark era inexacto. Después de chocar con Clark, el coche de von Trips se desplazó directamente por un terraplén en el exterior de la pista y golpeó una valla detrás de la cual se encontraban los espectadores apiñados. El piloto escocés fue acusado de homicidio involuntario, pero unos días más tarde se retiraron los cargos. El accidente fue provocado por el choque de las ruedas de Von Trips y Clark La carrera no se detuvo y el primer puesto lo consiguió Phil Hill, que ese año fue campeón por apenas un punto de diferencia sobre su compañero muerto. Fue la última vez que la Fórmula 1 corrió en el circuito con el óvalo en Monza, que en 1962 suprimió la presencia del público justo detrás de las protecciones donde impactó von Trips y ubicó a todos los espectadores en tribunas elevadas y protegidas. De von Trips a Schumacher Dos años antes de su muerte, Wolfgang von Trips había llevado a Alemania un karting comprado en los Estados Unidos con la idea de fomentar el automovilismo entre los chicos de su país. Construyó una pista en Kerpen, una localidad cercana a su castillo y bautizó el trazado como el “Club de karting de los amigos de Wolfgang von Trips”. Para los trabajos de mantenimiento, contrató a un albañil que también sabía algo de mecánica. El hombre se llamaba Rolf Schumacher y todavía era soltero, aunque con el correr de los años se casó y tuvo dos hijos a los que llamó Michael y Ralf. Luego de la muerte de Wolfgang en Monza, la pista siguió en funcionamiento con Schumacher como encargado, que cuando los chicos crecieron un poco comenzó a llevarlos a su trabajo y les permitió manejar los kartings. La primera vez que Michael se subió a uno tenía solo cuatro años y salió en la portada de un diario local, que lo describió como “el piloto de karts más joven de la República Federal de Alemania”. Michael mostró rápido su talento, pero sus padres no tenían dinero para que empezara a competir de forma oficial hasta que apareció Gerhard Noack, un empresario que solía acudir a la pista de Kerpen para correr. Lo vio a Michael y quedó impactado por su talento. “Fui a conducir un rato con un kart de alquiler y entonces vi a Michael con un kart artesanal. Él solo tenía nueve años. Su familia me dijo que no podían continuar apoyando su carrera en el karting. Entonces yo le compré uno y decidí ayudarlo”, le contó a James Allen, uno de los biógrafos de Michael Schumacher. Así Michael empezó a correr en torneos federados a los 12 años con licencia de Luxemburgo, porque en Alemania recién la entregaban a los 13. Fue campeón junior en Alemania en 1982, campeón alemán senior de karting en 1985 y europeo en 1987. Ese fue el principio del camino que lo llevó a ser uno de los mejores pilotos de la historia de la Fórmula 1, con 7 campeonatos mundiales ganados entre 1994 y 2004, dos con la escudería Benetton y cinco con Ferrari, la misma con la que von Trips había estado a un paso de ganarlo. FOTO DE ARCHIVO: El alemán Michael Schumacher, ex piloto de Ferrari, observa durante la sesión de clasificación para el Gran Premio de Italia de F1 en el circuito de Monza, cerca de Milán, en esta foto de archivo del 13 de septiembre de 2008. REUTERS/Alessandro Bianchi/Foto de archivo Schumacher, nacido siete años de la muerte de Wolfgang von Tripps, nunca olvidó esos primeros pasos a bordo de los kartings en la pista creada por su malogrado antecesor en la máxima categoría del automovilismo. “Ese es mi mundo. Es parte de mi ritmo natural, de mi infancia y solo tengo buenos recuerdos de esa época. Cada vez que veo un kart reacciono instintivamente. Estoy convencido: si no me hubiera convertido en piloto de Fórmula 1, habría conducido o alquilado karts. No me habría vuelto tan rico, pero ciertamente muy feliz”, le contó una vez a la revista Motor Sport Magazine.
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