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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 10/09/2025 04:33
Transformar la narrativa social sobre el suicidio contribuye a eliminar barreras para que las personas en riesgo busquen ayuda y reciban acompañamiento (Imagen Ilustrativa Infobae) Hace unas semanas la noticia de una paracaidista experta de 32 años, Jade Damarell había muerto en el mes de abril al precipitarse desde miles de metros de altura conmovió y fue difundido por diversos medios en el mundo. La distancia entre el hecho y la difusión a escala global, quizás tuvo que ver con la confirmación, luego de las investigaciones forenses, de las sospechas iniciales que señalaban que, en realidad, no había sido un accidente sino que se había quitado la vida. Como en este y otros casos menos sonados, los que ocurren cada 40 segundos en el mundo según la OMS, quedaron preguntas sin respuesta: ¿Qué pasaba por la mente de esa joven? ¿Cómo podría haberse evitado? En el caso de Jade había terminado su relación de pareja el día anterior y dejaba una serie de señales que solo serían evidentes luego de la tragedia. Pero ¿eso explica la profundidad existencial de una decisión de ese tipo? ¿Qué podemos hacer cuando alguien parece haber perdido las ganas de vivir? La OMS señala que 73 por ciento de las muertes por suicidio ocurren en países de ingresos bajos y medios donde el acceso a recursos es limitado (Imagen Ilustrativa Infobae) En Estados Unidos, más de 49.000 personas fallecieron por suicidio en 2023, lo que equivale a una muerte cada 11 minutos. Sin embargo la tendencia global es más grave y refleja que 73 % de las muertes se producen en países de ingresos bajos y medios Hablar de suicidio es difícil. A menudo nos paraliza el miedo a decir lo incorrecto, el temor a fomentar el “efecto contagio” o la incredulidad ante una decisión tan definitiva. Sin embargo, el suicidio es algo que debemos hablar, por eso el lema de este año del Día Mundial de la Prevención del Suicidio establecido desde 2003 por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y la Organización Mundial de la Salud (OMS) los días 10 de septiembre de cada año es “Cambiar la Narrativa sobre el suicidio”. La consigna no se limita a hablar del tema; sino que propone derribar mitos, reducir el estigma y fomentar conversaciones abiertas y compasivas. Implica pasar del silencio y la incomprensión, a la empatía y el apoyo. En Argentina la tasa es de 7,94 muertes por cien mil habitantes en 2021 menor que en 2019 pero todavía superior al promedio de América Latina (Imagen Ilustrativa Infobae) También sirve para reclamar a gobiernos e instituciones para que prioricen la salud mental mediante estrategias basadas en evidencia y acceso a cuidados de calidad. Esta perspectiva se diferencia de la de años previos, cuando la consigna se centraba en “Crear esperanza a través de la acción”, en la que se aborda el suicidio como una narrativa social. La comunicación, la narrativa que determinamos de las muertes por suicidio, los mensajes que circulan en redes sociales y la forma en que las noticias y los medios lo presentan tienen un impacto real: pueden propiciar efecto contagio, pueden incluso propiciarlo o glorificarlo o, por el contrario, abrir oportunidades para buscar ayuda y derribar mitos. La Organización Mundial de la Salud estima que más de 720.000 personas se quitan la vida cada año, y sigue siendo la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años. Las tasas son más de dos veces mayores en hombres que en mujeres. En el mundo mueren más de 720.000 personas por suicidio al año siendo la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años según la OMS (Imagen ilustrativa Infobae) En Argentina, la tasa es de 7,94 muertes por 100.000 habitantes en 2021, inferior a los 9,28 de 2019, pero aún por encima de la media de América Latina. Pero más allá de cualquier estadística, detrás hay una historia como la de la deportista, una persona en riesgo, con miedos y con un dolor que no supo cómo expresar de otra manera. Las causas del suicidio Son múltiples. Los principales factores individuales incluyen depresión y otros trastornos mentales, consumo de sustancias, dolor físico o enfermedades crónicas, problemas legales o económicos y, sobre todo, sentimientos de desesperanza. Cuando alguien habla de sentirse una carga, no tener razones para vivir o estar atrapado, está mostrando señales de alarma. Los mayores factores de riesgo incluyen depresión, consumo de sustancias, enfermedades crónicas y sentimientos persistentes de desesperanza (Imagen Ilustrativa Infobae) Otros signos son el aislamiento, cambios abruptos de ánimo, aumento del consumo de alcohol o drogas, regalar pertenencias, buscar métodos para hacerse daño etc. Es vital comprender que preguntar directamente si la persona piensa en suicidarse no induce el acto. Más bien, abre una puerta para que el otro comparta su dolor y establecer un puente. En el mundo digital, donde hasta el 95% de los adolescentes utilizan redes sociales y un tercio lo hace casi constantemente, estos mensajes de desesperanza pueden aparecer en forma de publicaciones crípticas o búsquedas de métodos. También bajo forma de retos virales a veces disfrazados de juegos. Las redes amplifican emociones y más grave aun los algoritmos pueden reforzar la tristeza y la ansiedad y normalizar algo que es una urgencia real, pero también ofrecen comunidades de apoyo donde expresar vulnerabilidad. Por ello, es importante estar atentos a lo que nuestros hijos y amigos consumen y comparten en línea. Hablar de señales de alarma como cambios de ánimo, aislamiento o regalar pertenencias puede ser clave para identificar riesgos y acompañar (Freepik) Por eso, la prevención debe ser integral. La OMS resume las intervenciones eficaces en su estrategia LIVE/LIFE, que incluyen limitar el acceso a medios letales, fomentar habilidades socioemocionales en adolescentes, interactuar con los medios para un reporte responsable e identificar y acompañar a personas en riesgo. El CDC estadounidense amplía la mirada con siete estrategias que van desde fortalecer apoyos económicos hasta enseñar habilidades de afrontamiento y resolución de problemas. La innovación tecnológica también ofrece herramientas. Plataformas de telemedicina, aplicaciones de bienestar y algoritmos de inteligencia artificial ya se utilizan para detectar patrones de lenguaje que podrían indicar ideación suicida y facilitar intervenciones tempranas. Sin embargo, su implementación debe respetar la privacidad y la autonomía de los usuarios y contar con evaluaciones rigurosas. El Instituto Nacional de Salud Mental de los EEUU propone cinco pasos concretos que pueden salvar vidas: Hablar abiertamente sobre el suicidio brinda la oportunidad de reconocer situaciones de vulnerabilidad y ofrecer respaldo integral (Imagen ilustrativa Infobae) Atreverse a la pregunta: “¿Estás pensando en quitarte la vida?” Puede sonar duro, pero el interés sincero y empático puede aliviar la soledad. Escuchar sin juzgar. Reconozca el dolor, escuchar sin validarlo. Mantener la seguridad: Ayude a limitar el acceso a armas, medicamentos o lugares de riesgo. Conectar: Poner en contacto a la persona con profesionales de la salud y líneas de atención. En Argentina, la Línea 135 en CABA y Gran Buenos Aires o el 911/107 en el resto del país brindan asistencia las 24 horas. Dar seguimiento: Después de la crisis, continuar el control y acompañamiento. A veces los hechos ocurren en periodos en que se cree pasado el peligro. El apoyo continuo reduce considerablemente el riesgo. Los cambios culturales en torno al suicidio fortalecen la empatía y la solidaridad, elementos clave en la prevención (Imagen Ilustrativa Infobae) Organizaciones como Samaritans recomiendan elaborar un plan de seguridad: un documento que la persona en riesgo diseña junto a alguien de confianza, en el que identifica sus señales de crisis, estrategias de afrontamiento, contactos que la calmen y los recursos profesionales a los que acudir. Las familias ante la pérdida Cuando el suicidio ocurre, las familias quedan devastadas. La culpa, la vergüenza y el “¿qué hubiera pasado si..?" es la pregunta que carcome de manera devastadora. Es fundamental entender que no siempre es posible predecir ni evitar un suicidio. Recomendaciones: No juzgue ni silencie: Hable del ser querido con sinceridad y respeto . Evite rumores sobre el método o los motivos. La OMS aconseja a los medios no detallar la forma ni el lugar del suicidio ni romantizar el acto. Buscar apoyo profesional : Existen grupos de apoyo para sobrevivientes de suicidio y profesionales que ayudan a elaborar el duelo. Proteger a los menores: Explique lo sucedido de forma adaptada a su edad, abordando posibles creencias de que tiene alguna responsabilidad o “fue su culpa”. Las familias que enfrentan una pérdida por suicidio suelen lidiar con culpa, vergüenza y preguntas imposibles de responder tras la tragedia (Imagen Ilustrativa Infobae) La ética de la comunicación: responsabilidad de periodistas y redes En un mundo hiperconectado, lo que decimos y compartimos puede salvar o perder vidas. Las recomendaciones de la OMS e IASP para profesionales de los medios, actualizadas en 2023, son claras: proporcionar información sobre dónde buscar ayuda, educar con datos y contar historias de recuperación. Dejar que solo hablen expertos en el tema de probada práctica. El suicidio es una situación especial, que al igual que otros temas como adicciones o temas forenses o de violencia, no lo avala solo un título. Se debe evitar describir métodos o lugares, no romantizar ni simplificar las causas y no presentar el suicidio como titular principal. La guía subraya que la cobertura responsable invita a la esperanza y anima a quienes sufren a pedir ayuda. Este enfoque cobra relevancia en la era digital, donde una publicación viral puede desencadenar un efecto contagio. Las redes sociales deben ser aliadas en la prevención, no plataformas de glorificación. Campañas como #WorldSuicidePreventionDay y #BeThe1To ayudan a visibilizar recursos y generar comunidad, pero requieren moderación y supervisión ética. “Cambiar la narrativa” no es solo un eslogan; es un llamado a transformar la forma en que pensamos, hablamos y actuamos frente al suicidio. Significa reconocer el derecho de cada persona a la autonomía y, al mismo tiempo, responsabilizarnos como sociedad de ofrecer alternativas al sufrimiento del otro. Implica políticas de salud mental bien financiadas, apoyo económico y educacional, y la valorización de las culturas locales. El esfuerzo conjunto para transformar los discursos permite avanzar hacia sociedades más inclusivas y comprometidas con la prevención (Imagen Ilustrativa Infobae) También nos invita a rescatar historias de quienes sobrevivieron a una crisis, a mostrar que es posible salir del túnel y a celebrar la resiliencia. La prevención no solo recae en individuos y familias. Requiere políticas públicas, campañas de educación y un cambio cultural. En poblaciones especiales como la Generación Z, es esencial enseñar alfabetización digital para que los jóvenes reconozcan contenido dañino en redes sociales y busquen comunidades saludables. La tecnología también puede ser aliada: aplicaciones de bienestar, telepsicología y algoritmos que canalicen a los usuarios en crisis hacia líneas de ayuda. Como médico psiquiatra, pero especialmente como ser humano, he visto el poder de una conversación empática y de un tratamiento adecuado. También he aprendido que no hay recetas universales o infalibles. Cada historia de sufrimiento es única, y cada acto de acompañamiento cuenta. Abramos el diálogo en casa, en las escuelas y en los medios. Escuchemos sin prejuicios. Si usted o alguien que conoce está en riesgo, no dude en pedir ayuda. El suicidio no es un destino inevitable; es un llamado a la compasión y a la acción. * El doctor Enrique De Rosa Alabaster se especializa en temas de salud mental. Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista.
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