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  • Ladrando a la luna

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 08/09/2025 20:08

    *Por José Luis Zampa Se puede insultar a algunos todo el tiempo, se puede insultar a todos algún tiempo, pero no se puede insultar a todos todo el tiempo. Al presidente Javier Milei le pasó lo que a los mesiánicos, ególatras y fundamentalistas, a lo largo de la historia, siempre les ha sucedido cada vez que se dejaron llevar por una apócrifa autopercepción de omnipotencia. Como Mussolini. Como Ceausescu. Para colmo, el mazazo provino de ese peronismo popular y morocho del conurbano bonaerense, donde los cabecitas negras que llevan en sus huesos la información genética inoculada por Evita sintieron el llamado metafísico de la conciencia de clase y le propinaron al autodenominado león una zurra al estilo Luis Angel Firpo, aquel Toro Salvaje de las Pampas que, de un solo uppercut, eyectó del ring al campeón norteamericano Jack Dempsey. Milei quedó en estado de knock out con el aplastante resultado de 47 a 33 anotado por Fuerza Patria en el guarismo definitivo. Los 14 puntos de ventaja qu le dieron la victoria al “enano soviético”, como desacreditó al gobernador Axl Kicillof, dejaron a La Libertad Avanza al desnudo: no es el mejor gobierno de la historia, no tiene el mejor ministro de la historia y no aplica un plan económico sustentable. Un presidente grogui subió al escenario de los derrotados en la noche del domingo para reconocer el traspié sin rasgo autocrítico, sólo para asegurar que continuará rumbo a todo aquello que los electores bonaerenses (el 40 por ciento del padrón nacional) rechazaron de plano. Escoltado por “El Jefe” Karina y “el Mago del Kremlin” Santiago Caputo, además de por varios ministros entre los que faltó el titular de Economía (ese mismo cuyo trasero fue defendido por el jefe de Estado al grito de “nadie le toca el culo a Caputo”), el papá de Conan vaticinó que el modelo del supuesto déficit cero seguirá su curso con velocidad redoblada. Es decir, con la obcecación de los asnos que rompen la empalizada para caer por el despeñadero. Milei hizo todo lo necesario para perder. Nacionalizó un comicio legislativo provincial a pesar de las sucesivas derrotas sufridas en otros distritos y del papelón protagonizado por sus acólitos en Corrientes. Paralizó la obra pública, dejó sin empleo a miles de trabajadores, devastó la industria (asentada mayormente en provincia de Buenos Aires) con la libre importación, desfinanció el Garrahan, desapareció Vialidad Nacional, garroteó a los jubilados, desprotegió a los discapacitados y se burló de Ian Moche, el nene autista al que catalogó de activista por haber contado que un funcionario llamado Spagnuolo le había echado en cara el beneficio de no pagar peaje. Pero todo aquello no fue lo peor. Milei se encaramó al olimpo de los honestos para justificar su cruzada contra el kirchnerismo en una estrategia polarizadora que le salió para el lado de los tomates porque -justamente- el mismo individuo que denostó al pequeño Ian Moche anduvo contando a quién sabe quién que la hermana Karina y su amigo Lule -según sus dichos reproducidos en un celebérrimo audio- habían montado una industria del cohecho en colusión con la droguería Suizo Argentina. La ebullición social escaló a niveles insospechados y el latiguillo “3%” trascendió las fronteras argentinas al punto de que -según se cree- Estados Unidos paralizó el programa para eximir de visa a los argentinos que ingresan a su territorio. Milei perdió no porque la provincia de Buenos Aires sea K, sino porque sus habitantes son los perjudicados directos del ajuste despiadado que aplicó para secar la plaza de pesos y bajar la inflación artificialmente, mediante un torniquete recesivo que pulverizó el consumo de la clase media trabajadora. Y a no olvidarlo: a costa de un endeudamiento impagable. Y además perdió porque, encima de todo eso, no pudo demostrar que el escándalo de las presuntas coimas sea -como quiere hacer creer- un invento de su ex amigo íntimo Diego Spagnuolo, recordman de visitas privadas a la Residencia de Olivos. ¿Terminará Milei como el Duce o como el dictador rumano? Desde luego que no. Los argentinos somos un pueblo republicano, respetuoso de las instituciones y afectos a la democracia. Al presidente que se cansó de ladrarle a la luna nadie lo llevará al paredón. Simplemente, dejarán de votarlo.

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