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» Data Chaco
Fecha: 06/09/2025 20:20
La mayoría de las veces se asocia a la palabra castigo con la violencia, y si bien es cierto que existen castigos con violencia, el significado original del término no está relacionado con ello, porque en realidad, significa la pena que se impone a quien ha cometido un delito o falta. Algo similar ocurre con la palabra reprender, cuyo significado es corregir o amonestar a alguien por lo que ha dicho o hecho. En relación a ambos términos, el mundo religioso se suele afirmar que "Dios no castiga", argumentando que Él es amor, y que por lo tanto no puede castigar a nadie. Pero es una idea que esconde una tremenda falsedad, ya que, efectivamente, el texto bíblico señala que Dios castiga al que hace el mal. COMO SABER LO QUE DIOS HACE Siempre decimos que para saber lo que Dios hace o deja de hacer, debemos repasar las Escrituras, porque ellas hablan de Él, y de las medidas que toma para cada ocasión. Antes de ingresar a nuestro comentario habitual, primero debemos dar por sentado que para el cristianismo, Jesús es Dios. Lo afirma el apóstol Pablo cuando les escribe a los cristianos de Roma, a quienes les dice: "…vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas"; y se lo repite a los cristianos colosenses de la siguiente manera: "En Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad". Aunque desde el punto de vista teológico esta verdad es irrefutable, existen quienes cegados por la incredulidad lo niegan, hecho que no invalida lo que el texto bíblico da por cierto. Partimos entonces del concepto que Jesús es Dios, para darle contexto a lo que deseamos expresar. LA IGLESIA NO EXISTÍA COMO TAL Cuando Jesús murió y resucitó todavía no existía la iglesia, que recién se gesta a partir de la llegada del Espíritu Santo sobre los 120 discípulos que permanecían en oración en el lugar conocido como el Aposento Alto. Allí nace la iglesia y comienza su desarrollo compuesta en principio por creyentes judíos. En relación a ellas, Jesús hace referencia a las siete iglesias que estaban en Asia, cuando hace la revelación al apóstol Juan, que estaba preso en la isla de Patmos, y de ella se desprende lo que conocemos en la Biblia como El Apocalipsis. A cada una Jesús le envía un mensaje particular por medio de Juan, y a una de ellas, la que estaba en Laodicea, población ubicada a unos 6 kilómetros al norte de la actual ciudad turca de Denizli, le dice: "Yo reprendo y castigo a todos los que amo, sé pues, celoso, y arrepiéntete". Y para los que no creen que Jesús es Dios, varios siglos atrás, ya en el libro de Proverbios dirigido a los judíos, su texto dice: "No menosprecies, hijo mío, el castigo de Dios, ni te fatigues de su corrección; porque Dios al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere". MARCO DE CONDUCTA ESPECIAL Queda entonces absolutamente claro que la vida del cristiano genuino debiera tener un marco de conducta especial; no perfecto, pero sí buscando siempre la perfección. En relación a ello, el apóstol Pablo les enseña a los creyentes colosenses que es necesario que sean llenos del conocimiento de la voluntad de Dios, para adquirir sabiduría e inteligencia espiritual, para que anden como es digno de Cristo, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios. Dicho de otro modo, no se trata solo de ir a la iglesia los fines de semana, o en fechas especiales, sino de vivir como cristianos todo el año, porque de otra manera se corre el alto riesgo de ser castigados o reprendidos por Dios. Para corroborar lo que decimos, Cristo le dice a la iglesia de Sardis: "El que venciere será vestido de ropas blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida…" y, posteriormente, agrega: "El que no se halló inscripto en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego". Triste y espeluznante final para quienes no creen que Dios reprende y castiga, aún a los que ama.
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