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» Comercio y Justicia
Fecha: 05/09/2025 10:15
Por José María Rinaldi (*) Como en aquella famosa frase adjudicada a Humprey Bogart en la película Casablanca, pero que en realidad nunca se dijo en la ganadora del Oscar: “tócala de nuevo Sam”, el FMI le concedió al Gobierno Argentino un préstamo por 20.000 millones de dólares sin grandes condiciones y estirando los tiempos para la evaluación de las estadísticas macroeconómicas, cuando todavía suenan los acordes del préstamo otorgado por el FMI al Gobierno de Macri hace sólo seis años, también bajo presión del Gobierno de EE.UU, lo que implicó una deuda con el organismo multilateral de crédito de casi 59 mil millones de dólares, con el agravante de que se usó para la fuga y dolarización de las carteras de los inversores. Como sostuviéramos en una nota anterior “Hasta hace pocos días, el mantenimiento de la pax cambiaria parecía casi asegurada hasta las elecciones 2025 por vía de la apreciación del peso, la intervención en la brecha cambiaria y sus controles. Obviamente que ello dependía del denominado proceso de carry trade artificialmente mantenido con los dólares del blanqueo y de la reducida posibilidad de endeudamiento, las promesas del RIGI, y las escasas posibilidades de privatizaciones, en un contexto de casi nulas inversiones de riesgo”. Con un agravante, al igual que la vez anterior, los fondos no se destinan a capacidad de repago de la deuda, sino que, nuevamente, se usarán para intervenir en el mercado y asegurar la rentabilidad en dólares de los fondos de inversión, en esta ocasión nacionales; artificial estrategia intentada con anterioridad, y que sólo logra profundizar los problemas estructurales de la economía en cuanto a las variables reales y las restricciones externas o carencia de dólares. Pero, cuando el gobierno comenzaba a madurar el sueño de una tranquila llegada a la meta del cronograma electoral sin correcciones cambiarias, alguien “está tocando el timbre” sumergiéndonos en la pesadilla más oscura de la opacidad del desregulado mundo de las criptomonedas, en la crisis denominada $Libra. A ello se le han sumado los reveses legislativos y judiciales, como así también las denuncias sobre coimas. Un verdadero cisne negro de la política económica libertaria. No sería exagerado si dijéramos que: “tanta libertad te va a matar”. De esta manera, y sumado a lo que decíamos en lo referido a Estados Unidos, la llegada de Donald Trump nuevamente al gobierno de ese país, suma un espaldarazo importante al optimismo de los mercados acerca de la sostenibilidad del ciclo de valorización financiera que protagoniza la economía argentina. Hasta este momento los mercados locales han priorizado la dominancia fiscal al escándalo. En 2018/19 los fondos fueron destinados a financiar la fuga de capitales y en la actualidad son el salvataje a un plan inconsistente que utiliza el tipo de cambio como principal ancla nominal. A partir de este nuevo endeudamiento la apuesta oficial es, en efecto, la de recabar un proceso de valorización financiera que le permita mantener la tranquilidad cambiaria hasta las elecciones de octubre. No será tarea sencilla ya que, a la frágil situación de las reservas internacionales, la virtual evaporación del superávit comercial y la reaparición del desequilibrio de la cuenta corriente, se le suma la presión potencial de la demanda dolarizadora del sector privado, habilitada ahora por la relajación parcial de los controles cambiarios. Los indicadores que reflejan un deterioro en la solvencia externa no parecen hacer mella en el optimismo del mercado financiero y su racionalidad cortoplacista. Las reacciones optimistas frente a la delantera electoral de candidatos oficialistas en la Ciudad de Buenos Aires redoblan las apuestas del establishment económico, a que esta tendencia se replique en octubre y habilite al Gobierno a avanzar en las reformas estructurales tan ansiadas: leyes laborales y régimen previsional, entre las prioridades. Si miramos lo ocurrido en este último año y medio de gobierno, atravesado por un ajuste fiscal sin precedentes, desmantelamiento de capacidades institucionales y regulatorias, y vulneración de principios constitucionales básicos, no debería sorprendernos que estas reformas de libre mercado se materialicen. Las condiciones de posibilidad las facilita el escenario de apoyo irrestricto de una parte de la dirigencia política, empresaria y judicial y la desmovilización e indiferencia de una sociedad atravesada por la “insatisfacción democrática”. Frente a esta realidad, el desafío prioritario para el campo popular es la reconstrucción de un proyecto político que fije un horizonte cercano que vuelva a entusiasmar. A nuestro juicio, es importante promover un debate del que emerjan propuestas actualizadas y superadoras para abordar las crecientes necesidades de un proceso de desarrollo con igualdad. Lo que sí resulta un hecho concreto es que, no se sabe hasta dónde puede llegar el aguante del humor de los mercados y cuánto influirán las debilidades de las dimensiones judiciales internacionales y político-institucionales en el mantenimiento del carry trade o en dolarizar las carteras por vía de una “corrida”. Tal vez la advertencia escrita en el paragolpe trasero de un camión decía. “si estas letras se están agrandando es porque voy marcha atrás”. Probablemente, las letras se están agrandando.
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